Chile necesita estar abierto a la inmigración
ASOCIAR inmigración con criminalidad es una infamia. Hemos de cuidar la seguridad ciudadana, sin duda. Para ello disponemos de policías efectivas y procedimientos que respetan el estado de derecho.
Alentar actitudes xenofóbicas, como la extrema derecha europea o la campaña de Trump, nos empequeñece y perjudica.
El presidente de la Corte Suprema ha sido claro: se deben respetar los procedimientos judiciales, por igual, para chilenos o extranjeros.
Tengamos presente que hay cerca de 1 millón de chilenos en el exterior, mientras solo vive medio millón de extranjeros en Chile.
El porcentaje de inmigrantes es bajo, inferior al promedio latinoamericano de 3,1% y muy inferior al 10% de algunos países desarrollados. Advirtamos que así como nosotros tratemos a los inmigrantes en nuestro país serán tratados los chilenos que viven en el exterior. Las relaciones internacionales de Chile también están en juego según el trato que demos a argentinos, peruanos, colombianos, ecuatorianos, bolivianos, dominicanos, venezolanos, haitianos y tantos otros. No debemos discriminar.
¿Cuál será la evolución de la inmigración en el mundo que viene? El movimiento de población entre naciones irá en aumento. Las facilidades de transporte, las comunicaciones instantáneas, la formación de comunidades que acogen a sus compatriotas en cada país, la actitud de la juventud favorable a la diversidad, el manejo de idiomas, el intercambio de estudiantes, científicos, artistas y profesionales y la expansión de empresas multilatinas acelerarán esta tendencia. Los acuerdos firmados en América Latina favorecen la movilidad entre ciudadanos.
Los convenios en la Alianza del Pacífico contemplan facilitación de becas y eliminación de visas.
Nuestro crecimiento demográfico ha caído persistentemente, de 2,5 % en 1960 a 0,8% en 2015, y en la próxima década seguirá el descenso. La población chilena está envejeciendo y el número de personas activas por persona pasiva seguirá bajando.
Financiar la seguridad social y sostener el crecimiento se superará en parte con productividad y tecnología, pero también será esencial la inmigración, los inmigrantes trabajan y pagan impuestos.
¿Cómo mejorar la política migratoria? La actual está obsoleta. Fue decretada en 1975, en dictadura, y diseñada con criterio policial.
La nueva debiera ceñirse a tres criterios: ser abierta, regulada y proactiva. Debe ser abierta, pues está comprobado que la capacidad de innovar crece con la diversidad. Regulada, para que haya mejor control preventivo, para que su ritmo sea compatible con la capacidad de absorción y de adaptación, y también para evitar flujos abruptos que despierten animosidad. Y debe ser proactiva, para atraer personas que posean los conocimientos y habilidades que necesitamos para nuestro desarrollo.
Requerimos una nueva institucionalidad: instalar un consejo de política migratoria, un organismo evaluador y ejecutor de su aplicación, una sola política de visas. La normativa debe respetar los acuerdos internacionales y alinearse con los estándares de la Ocde.
Este es el camino fructífero que Chile debe proseguir. Pregonar posturas extremas aviva la odiosidad y aumenta la desconfianza, que tanto perjuicio nos hace. Una educación tolerante, en el hogar y la escuela, y el ejemplo de políticos serios, preparará mejor a los niños, a sus padres y a todos los chilenos para convivir en el mundo del futuro, diverso y global.
Comenta
Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.