Como Marx en el infierno
El Infierno para Dante está retratado, de alguna manera, en la inscripción que hay en su entrada y que, en una de sus partes, dice: "Abandona la esperanza si entras aquí". En el Infierno no hay sueños, salvo el sueño de salir de ahí, que existe con el único propósito de aumentar la condena eterna.
Cuando los periodistas españoles le preguntaron a Jorge Sampaoli qué le parecía el grupo que el sorteo había delineado para Chile -junto a España, Holanda y Australia-, éste respondió: "Estamos en el mismo Infierno". Y aunque algunos podrán decir que es más infierno para Australia que para cualquier otro, lo cierto es que, más allá de los pergaminos y trofeos que algunos de estos cuatro condenados puede ostentar, hay que recordar que nadie goza de privilegios en el Infierno.
El asunto es cómo salir de ahí, de esa primera ronda dantesca que ofrece dos cupos para cuatro actores. Entonces, se me ha venido a la cabeza un viejo chiste que da cuenta de lo que le tocó vivir a Carlos Marx una vez que se fue al Cielo. Llegado ahí, San Pedro lo miró extrañado; no estaba en sus listas. Telefoneó al Diablo para cerciorarse del error. Efectivamente su nombre figuraba en los listados del Infierno, así es que tomó maletas y partió a su nuevo hogar, donde fue recibido con los brazos abiertos por Satanás.
Una vez allá, las cosas cambiaron un poco: a las dos horas, Marx había alborotado a los habitantes del Infierno, quienes hacían una huelga reclamando por las pésimas condiciones laborales en las que trabajaban; al día siguiente, una nueva huelga exigía horas de descanso; y al tercer día, Marx volvía a movilizar a sus compañeros con una nueva reclamación. Ante eso, al diablo no le quedó más que enviarlo de vuelta al Cielo (la historia termina con Satanás llamando al Cielo para saber cómo les había ido con Marx. Cuando le pregunta a San Pedro cómo está Dios, él responde: ¿Dios? Dios no existe.
Pues bien, a Chile no le queda otra que montar, a la manera de Carlos Marx, una rebelión en el Infierno. ¿Y qué significa eso? Romper los paradigmas que imponen que ante equipos superiores en el papel debes tener cautela y asumir una actitud defensiva. Esto, en rigor, no es demasiado nuevo, porque Chile viene asumiéndolo como parte de su ADN. Es cosa de ver lo que fue su último partido con Colombia, por las eliminatorias; el amistoso contra España o el choque en Wembley frente a Inglaterra. Es más, el mismo Sampaoli lo dijo tras el sorteo: "Nos tenemos que rebelar ante selecciones superiores". Y ese papel, el del equipo rebelde, a Chile le acomoda.
Por lo demás, ¿quién podría negar que este equipo es tanto mejor que el que disputó la Copa del Mundo pasada?, ¿quién podría discutir que, en estos cuatro años que median, hay jugadores que han elevado su rendimiento de manera superlativa: Arturo Vidal, Alexis Sánchez, Gary Medel y Marcelo Díaz, por nombrar algunos?, ¿cuántas rebeliones no han derribado gigantes, incluso, mayores que España u Holanda?
A diferencia del Infierno que retrata Dante en La Divina Comedia, habrá que convenir que, en este caso, en el Infierno de Brasil 2014, sí hay esperanzas. Y con una cuota de optimismo, me atrevería a decir que hay más que esperanzas.
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