Conservadores y liberales




La elección del domingo, que da cuenta de un triunfo tan contundente como histórico del Presidente Piñera, también permite visualizar las contiendas que vienen al interior de "las derechas" que se preparan para ser gobierno. Una es la que enfrentará a jóvenes y "viejos". Otra es la pelea por el liderazgo político de la coalición. Pero es la última la que, a mi juicio, requiere mayor atención: es la antigua lucha entre liberales y conservadores.

Las dos primeras son de más fácil despacho. La generacional se resuelve, como ya lo ha dicho el Presidente, con una sana mezcla de juventud y experiencia donde los jóvenes que lleguen al gabinete deben ser aquellos que, como Felipe Kast en su momento, estén interesados en permanecer en la política electoral y no simplemente volver luego a sus labores profesionales. La pugna política, a su vez, se resuelve con reglas del juego claras y parejas: que todos los competidores sepan que el gobierno no elegirá un sucesor sino que lo harán las primarias y que, en el intertanto, todos tendrán una leal influencia en las decisiones del gobierno.

Pero es la pugna entre liberales y conservadores la más compleja. Ello no solo porque la prensa goza con resaltarlas; también por razones de contenido y de liderazgo.

Respecto al contenido, la derecha liberal tiene un discurso con cierta articulación y profundidad, pero poco de eso se encuentra en la derecha conservadora. Los conservadores, desafortunadamente, se confunden con el pinochetismo o con un estatismo anticuado. Ambos son discursos que no dialogan bien con la modernidad y que debieran reemplazarse si es que el pensamiento conservador aspira a ser competitivo en el siglo XXI. Y en relación a los liderazgos, la derecha liberal aparece con figuras más influyentes ante la opinión pública y con alguna institucionalidad (partidos y centros de estudio). La derecha conservadora en cambio carece de líderes políticos influyentes en el marco ideológico y quienes han apostado a ello interpelan más bien a un nicho.

Lo complejo de todo esto es que en la medida que la derecha conservadora no se renueve, la derecha liberal aparecerá siempre con un relato político mucho más "hegemónico". Y eso es un problema para la sostenibilidad de la alianza política que fundamenta a la centroderecha chilena: la alianza liberal conservadora.

Es evidente que esto es un desafío de largo plazo para los conservadores. Por ahora, la pregunta es qué hacer en los próximos cuatro años con una coalición integrada por conservadores y liberales que tienen muchos puntos en común y solo algunas diferencias. El camino es construir agenda de gobierno sobre los consensos del sector y no sobre los disensos. ¿Y cómo enfrentar los disensos? Es aquí donde el liderazgo de una figura como la del Presidente Piñera debe desplegarse para encontrar fórmulas de acuerdo razonable y, en última instancia, actuar como un árbitro de la deliberación legislativa.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.