Damon Albarn: El universal
Pudo ser eternamente carilindo controlando la barriga o atildando su imagen. No sucede ni parece importarle, y su vistoso diente de oro de aspecto carcelario luce como señal. Al menos dos veces se agachó el jueves por la noche en el Caupolicán repleto, con unos jeans que quizás eran los mismos del año pasado en el debut de Blur en Chile, y vimos más de la humanidad de Damon Albarn, que de su ropa interior. También saltó con esa semipirueta característica de niño travieso abriendo las piernas, se metió entre las primeras líneas del público, corrió de punta a punta el escenario, y convirtió la cita en una fiesta para un público que, más cerca de los 40 que los 30, se vio sorprendido y hasta superado por la energía del influyente músico inglés reacio a vivir de nostalgias, y pródigo en ángulos ingeniosos para dignificar el pop.
Tras detener largamente el concierto en el primer cuarto de hora por problemas de seguridad, Albarn regresó dispuesto a recompensar a la audiencia por el aguante. Apeló a su carisma y el vigoroso respaldo de The Heavy seas (Seye al bajo, Jeff Wooton en guitarras, The PSM en batería, y los teclados de Michael Smith), músicos vitales y dispuestos a trazar poderosas versiones de Everyday robots (2014), el primer disco con su nombre, junto al material de Gorillaz y The Good, the bad & the queen. La rúbrica inquieta de The Specials y de The Clash en los tiempos de Sandinista! (1980), embelesados con bajos pastosos y cadencia jamaicana, replantean la experiencia de Damon Albarn en directo.
El londinense contó que la vibra más bien taciturna del álbum le preocupaba por su funcionamiento en vivo. Desde el primer corte Spitting out the demons de Gorillaz, tema nunca antes ejecutado en vivo, hasta casi el final cuando se caló un sombrero con una trompa de elefante para la juguetona Mr. Tembo, Damon Albarn reconvirtió su disco quejumbroso de la soledad en tiempos de interconexión, en un episodio dinámico, cercano, y fiestero. Las canciones confesionales como You and me y Hollow ponds mantuvieron el sentido intimista, pero el filo interpretativo -la presencia punzante del bajo y la batería sobre todo-, las hizo más vívidas. También la presencia de un coro góspel y un MC de Ghana, puso en evidencia su gusto actual por los ingredientes negros en su recetario pop. Es una decisión que prácticamente destierra del set la tradición de rock británico reinterpretada con Blur, que le dio fama planetaria. Hoy Damon Albarn habita un lugar distinto, menos formulado y más universal.
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