Día Cero: Esta ciega herida
Entre muchas lecturas posibles, lo de Día Cero como proyecto, como marca reivindicatoria con la que se pretende poner las cosas en su lugar, tiene mucho que ver con retomar el sonido de La Ley cuando todos estos ex integrantes eran parte del equipo.
La vocación nítida por ese pop sintetizado que tanto gustaba al fallecido fundador Andrés Bobe, el comienzo tenue, la "explosión" del coro, en general, todo el montaje melódico del primer sencillo (Ecos) de este colectivo que integran Mauricio Clavería, Luciano Rojas, Pedro Frugone y Rodrigo "Coti" Aboitiz, remite a ese sencillo del mismo nombre, incluido en el disco Invisible de 1995 y que marcó de la antesala del momento en que el grupo se convertiría en un crédito mayor del pop latino.
Sin embargo, y esta es la otra lectura posible, lo de Día Cero como banda establecida y con alguna aspiración de posteridad se presenta con escasísima originalidad como para justificar tanto discurso refundacional.
Respecto del tema de la legitimidad, no existe nada irregular. Todos fueron miembros relevantes del conjunto que lideró hasta último momento el cantante Beto Cuevas y por lo mismo no es del todo extraño que lo que les salga musicalmente hablando tenga algún parentesco con lo que hicieron antes con su viejo colega.
Sin embargo, la peligrosa similitud vocal de Ignacio Redard, el buen cantante llamado a ocupar el lugar de Cuevas y parte del conjunto The Plugin, no habla muy bien como carta de entrada de una banda que busca legitimarse con gente tan experimentada y de probada calidad como los mencionados.
Es precisamente eso lo que abre un flanco de duda respecto de Día Cero: que más que un proyecto con alguna viabilidad, podría leerse también como una patada en las canillas, como una ciega herida destinada a incomodar al hombre que, según han dicho algunos de estos integrantes, cerró unilateralmente el destino de La Ley.
Que no ocupen el nombre de La Ley también tiene una explicación válida; la marca le pertenece a Cuevas y en algún momento le pagó incluso a algunos de estos antiguos compañeros para ocupar una marca que antes no le pertenecía.
Lo de Día Cero en ese sentido, al menos respecto de este primer sencillo, se lee bien, pero se escucha como lo de siempre. Algo que con músicos de este calibre podría revertirse en próximas entregas, y ojalá así pase, con la misma originalidad con la que ayudaron a construir el buen nombre de La Ley.
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