Echo & the bunnymen: Meteorites, disco terapia
En Liverpool figuran en el museo de la ciudad de The Beatles, el Merseybeat, y grupos ochenteros insoslayables como OMD, Frankie goes to Hollywood y A flock of seagulls. La guitarra usada por Will Sergeant en el debut de Echo & the bunnymen cuelga en una vitrina de aquel recinto, testimonio de los inicios de una de las bandas de culto definitivas de Inglaterra. Echo & the bunnymen merece reverencias por una estética roquera oscura, romántica y onírica, oscilante hacia un pop de alta factura gracias al talento melódico de Ian McCulloch (55), un crooner crepuscular.
Meteorites ha sido un título terapéutico para el líder. En un periodo de altibajos emocionales, su esposa lo empujó a lidiar con las sombras paternas, un ludópata. Esa hebra llevó a McCulloch a escribir con carácter autobiográfico. Convocó la producción de Youth, el alias de Martin Glover (miembro de Killing joke y The Fireman junto a Paul McCartney), para un eventual disco solista. Llamaron a Sergeant cuando los plazos del álbum expiraban. Ante el aporte en guitarras del único cómplice original de McCulloch, quedo claro que el duodécimo trabajo del grupo estaba en marcha.
Los resultados combinan un espíritu majestuoso y dramático, con algunos descuelgues hacia composiciones más ligeras sin perder el talante introspectivo. Meteorites, la canción, funde redobles, guitarras prístinas y un fondo de cuerdas in crescendo sobre el que McCulloch canta sentidamente, hasta desembocar en un coro breve e intenso. Constantinople es Will Sergeant luciendo un manto guitarrero bañado en medio oriente, mientras McCulloch complementa con siniestras armonías. Is this is a breakdown? y Grapes upon the vine retratan excesos de estrella de rock, la primera con un aire soul, en tanto la segunda recuerda por qué McCulloch decía que Richard Ashcroft de The Verve, le copiaba. Lovers on the run es pop oscuro perfecto, mediante el viejo truco de The Beatles de entrar con el coro. Explosions apunta más majestuosidad popera, lo mismo Market town con Sergeant desplegando un magnífico trabajo.
Con los años la voz de Ian McCulloch, desde siempre vértice de Echo & the bunnymen, solo mejora; lo mismo pasa con el talento único de Will Sergeant para colorear con guitarras prístinas y a la vez profundas. Meteorites deja la estela de un talento incandescente.
Angelo Pierattini
Baila dios
Llegó la hora
Cómo ser duro y flexible, cómo encajar energía con suficiente elasticidad, que no se trate de golpes sin dirección, sino latigazos. Angelo Pierattini lleva años en ese ejercicio desde que militaba en Weichafe, cuyos duros contornos le dieron oficio, pero también funcionaban como cerco para desarrollar mayor musicalidad. De solista, cada álbum ha sido un avance férreo en esa dirección hasta llegar a este título, su trabajo más conciso, logrado, de gran sonido.
Baila dios está indisimuladamente imbuido de las lecciones dictadas por Queens of the Stone age: el riff denso, robótico y a la vez versátil, entrecruzado con un bajo pastoso dispuesto a un protagonismo discreto y eficaz, la batería ceñida al pulso antes que el redoble engolosinado, y el inteligente uso de teclados. Baila dios contiene rock viril de elegante empaque, puntilloso en función de la canción, evocativo y sediento de melodía. Es la mejor hora de Angelo Pierattini, y un disco que desde ya clasifica como uno de los destacados del año en la producción local.
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