"Economicistas" y el razonamiento de mercado
En Chile se ha vuelto bastante frecuente en algunos medios y redes sociales el adjetivo "economicista" para denotar a todo tipo de economista, lo que obviamente refleja una especie de aversión a la profesión. Creo que esto está relacionado con la creciente invasión del razonamiento económico en cada dimensión de nuestras vidas, y la existente mercantilización de todo. Y a su vez, una suerte de imposición que los economistas hacen sobre cuales deben ser las áreas que debe o no administrar el mercado, aduciendo que la economía es una ciencia neutral, cuando es ahí donde se vuelve una ciencia moral y política.
Michel Sandel, profesor de Harvard, en su libro "Lo que el dinero no puede comprar: los límites morales del Mercado" (2012) muestra con varios ejemplos que el razonamiento de mercado ha invadido esferas de la vida que históricamente habían sido gobernadas por reglas "no-mercado". Ejemplos, en temas reproductivos, salud, educación, deportes, campañas políticas, justicia, protección medioambiental, entre muchas otras, son áreas en que el dinero y el mercado están jugando un rol creciente. Sandel (2012) argumenta, además, que esta invasión es problemática: ponerle precio a cada actividad humana implica perder bienes cívicos y éticos que son importantes.
<em>Por lo tanto, concluye que las sociedades deben tener un debate público acerca de qué áreas<strong> quisiéramos que fueran administradas con incentivos de mercado, y cuáles es mejor que no.</strong></em>
En otro reciente artículo Sandel (2013) argumenta que, además, la teoría económica dominante actualmente, que invoca independencia del razonamiento moral, no es la guía adecuada para decidir que bien podría estar o no administrado por mecanismos de mercado. En cambio, se necesita un razonamiento económico que esté fuertemente vinculado al razonamiento ético, y por lo tanto, se necesita una economía conectada, como en sus orígenes, a la filosofía moral y política.
Uno de los excelentes ejemplo de Sandel (2013) tiene que ver con políticas de control de natalidad usando permisos de reproducción transables en el mercado, comparables a las políticas de control usadas de China que limitan a una cuota fija de un hijo por madre (dos en zonas rurales). En el caso de los bonos transables, a cada mujer se le asigna un bono por el derecho a tener un hijo, y estos bonos pueden ser comprados y vendidos en el mercado. Las consecuencias serán que las mujeres más pobres terminarán vendiendo sus bonos y teniendo menos niños y las mujeres de mayores ingresos comprando bonos y teniendo más hijos. Incluso es redistributivo en términos monetarios porque las mujeres más pobres verán incrementado sus ingresos con la venta de sus bonos. Ahora bien, ¿qué es preferible? ¿Un esquema de cuota fija en donde por ejemplo cada mujer tenga derecho a tener un hijo y nada más o que exista este bono transable para la tenencia de niños? Los efectos sobre el número de niños totales nacidos será el mismo! Habrá la misma cantidad de nacimientos. Pero las consecuencias éticas de cada esquema son diametralmente diferentes.
De hecho, un economista "economicista" dirá que el bono es más eficiente. Hay libertad de elegir para usar el bono o venderlo si eso hace a las personas mejor y no peor en términos de bienestar. Aquellos que transan el bono ganan (ganancias mutuas del intercambio) y esos que no entran al mercado a transar estarán iguales o mejor de lo que estarían en el sistema de cuota fija, en ambos casos pueden tener un hijo. Sin embargo, un economista con cierta formación de filosofía moral dirá que parece no estar bien esto de que el derecho a tener hijos sea transable en el mercado. Parece injusto en condiciones de desigualdad económica que solamente las mujeres más ricas puedan tener hijos. A la vez, esta mercantilización de la reproducción podría causar efectos sobre la misma crianza de los niños, incluso el amor incondicional hacia ellos. También, podría crearse una suerte de incentivos a actividades anti-éticas para convencer a algunos a vender sus derechos. En fin, parece que es mejor en términos de justicia, una cuota fija para cada mujer.
Por otra parte, los economistas parecen no ser del todo representativos de la sociedad en una serie de aspectos que tienen que ver justamente con temas éticos. En una notable columna de Adam Grant (2013) resume una serie de artículos que muestran evidencia de que los economistas y la teoría económica dominante actualmente, podrían estar aplastando los niveles de cooperación y generosidad de la sociedad. En particular se ha encontrado que los economistas tienden a dar menos dinero a caridad, engañar más a cambio de algo, aceptar positivamente más la avaricia y tener menos preocupación por la equidad.
Ahora, parte de estas diferencias tienen que ver con una "autoselección": personas con estas características son más propensas a elegir esta profesión. Sin embargo, lo peligroso es que hay evidencia de que en realidad es la enseñanza de la economía la que provoca estos efectos en las personas. Un estudio de Nuñez et al (2007) para Chile concluye que los estudiantes de economía confían menos en sus pares y son menos propensos a cumplir sus promesas voluntariamente después de 5 años de estudiar ingeniería comercial. Cosa que coincide plenamente con la evidencia internacional como la presentada por Grant.
Es más, recalca Grant, "la sola exposición a palabras económicas podría ser suficiente para inhibir la compasión y preocupación por los demás", ya que en un experimento con más de 100 ejecutivos se encontró que después de pensar acerca de la economía, los ejecutivos sentían menos empatía y les preocupaba menos expresar preocupación y ofrecer ayuda.
Todo esto parece bastante preocupante. Por una parte, la teoría económica dominante ha invadido crecientemente diversas dimensiones sociales, aludiendo cierta neutralidad que no es tal. Es más, esa cercanía que originalmente tenía el pensamiento económico a la filosofía moral y política ha sido desplazada en el estudio, la formación y la investigación económica. Por otra parte, esto produce efectos sobre los mismos estudiantes de economía que no son deseables socialmente.
Creo que es hora de revisar la formación económica e incluir en esta estudios de filosofía moral, economía política, e incluso estudios de otras disciplinas como la antropología, la sociología y la psicología. Es hora de tener un debate público acerca de las dimensiones que no queremos mercantilizar (el caso de la educación parece ya ser una de estas). Y es hora de que las políticas se discutan de la manera más multidisciplinarias posibles. Otros países han tenido estos debates (en general, en educación y salud). Chile tiene la madurez suficiente para abrir este debate.
1"Market Reasoning as Moral Reasoning: Why Economists Should Re-engage with Political Philopsphy," Journal of Economics Perspectives, Vol 27, Nr. 4, 2013.
2"Does Studying Economics Breed Greed? Even thinking about economics can make us less compassionate", 2013, Psychology Today.
3"El Impacto De Estudiar Economía Sobre La Cooperación Social: Evidencia Experimental De Estudiantes Chilenos." Javier Núñez, Leslie Miranda y Javier Scavia. Serie Documentos de Trabajo 260. Departamento de Economía, Universidad de Chile.
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