El caso Zozulya




Pocos casos ofrecen más complejidad que el que tiene en el centro de la polémica al jugador ucraniano Roman Zozulya (27), quien hasta hace unas semanas había desarrollado una carrera promisoria. En su país había defendido al Dinamo de Kiev y al Dnipro Dnipropretovsk, lo que le valió ser convocado a la selección ucraniana, camiseta que ha defendido en 16 oportunidades. A mediados del año pasado fue fichado por el Betis, donde disputó algunos encuentros como titular. Todo iba relativamente bien hasta que hace unas semanas fue cedido a préstamo al Rayo Vallecano y una facción ultra de la hinchada del club de Vallecas inició una campaña para sacarlo de la institución tildándolo de nazi, lo que finalizó con Zozulya regresando a Sevilla por temor a que las amenazas de las que han sido víctimas él y su familia se concreten.

En pocos días el problema escaló alturas insospechadas desbordando las fronteras del fútbol español para convertirse en una arista más del conflicto que tiene enfrentados a Ucrania y Rusia -a consecuencia de la anexión de Crimea y del apoyo del Kremlin a las milicias insurgentes en las regiones de Donetsk y Lugansk-. Hace poco el Ministerio de Relaciones Exteriores de Ucrania culpó a los organismos de propaganda rusos de haber manipulado a los hinchas del Rayo Vallecano para disponerlos en contra del cuestionado refuerzo.

Cierto o no, la Liga de Fútbol Profesional española ya inició acciones civiles en los tribunales en contra de 17 hinchas de esa facción del Rayo Vallecano -identificados porque recibieron a Zozulya con pancartas ofensivas e insultos una vez que se presentó en la Ciudad deportiva del club-. Y lo propio ha hecho la dirigencia del Betis en contra de un célebre rapero, Pablo Hasél, quien escribió en las redes sociales, luego de que los jugadores del Betis solidarizaran con el ucraniano saliendo al campo con una camiseta en la que se leía

Todos somos Zozulya: "A la plantilla del Betis que defiende al nazi, si no fuera porque también morirían pilotos y azafatas, les desearía que su avión se estrellara".

La discusión en los medios se ha centrado en el hecho de si las ideas políticas de un futbolista pueden coartar su libertad de trabajo, cuestión más que discutible. Pero también han surgido quienes se manifiestan contrarios a que una organización -como el Betis o el Rayo Vallecano- acoja a un hombre con ideas tan nefastas para los derechos humanos.

De cualquier modo, lo más insólito de todo es que la filiación nazi de Zozulya no está para nada confirmada. Por lo pronto, él lo ha desmentido y ha señalado que su único apoyo a una fuerza "política" es al Ejército de Ucrania y a un grupo paramilitar que se ha sumado a la lucha contra los revolucionarios separatistas.

En medio de todo este embrollo, no ha faltado quienes han señalado que el fútbol no puede ser contaminado por la política. Diría que son los mismos que postulaban que el fútbol debía ser una parcela ajena a las leyes y a los controles fiscales. Y ya sabemos cómo nos fue -FIFA y Jadue de por medio-. En vez de tanta denuncia y querella y declaraciones, lo más lógico sería que los clubes y el propio jugador declararan públicamente su distancia de ideas como el nazismo -una declaración política, claro está- y que los barrasbrava que han vertido amenazas contra el jugador -por más que crean salir en defensa de los derechos humanos- sean juzgados en tribunales por sus acciones.

¿Será mucho pedir?

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.