El curioso caso de Adam Levine
Le sucede a Enrique Iglesias, por ejemplo. Con 39 años luce y actúa como en sus primeros 20. Avril Lavigne, de más edad que Lady Gaga y Rihanna, plasma la voz con un dejo de ardilla animada en los últimos discos, presumiendo de una eterna adolescencia.
Adam Levine, la imagen absoluta de los californianos Maroon 5, exhibe síntomas parecidos. Pasa el tiempo y sus sesiones en el estudio son cada vez más agudas e intervenidas, sin contar el trabajado aspecto, en un esfuerzo desesperado e innecesario por retroceder el calendario, siendo todavía un tipo relativamente joven.
También, los años ejercen otro efecto en este conjunto, uno que semeja a pedir permiso para entrar a tu propia casa. Mientras avanza la discografía, los integrantes de Maroon 5 luchan por encontrar espacios autorales. Si en el exitoso debut Songs About Jane (2002), Levine y el tecladista Jesse Carmichael firmaban todo el disco, costumbre mantenida hasta su tercer título con la inclusión de otros miembros componiendo, hoy sólo el cantante logra colar su material entre un ejército de productores. Es más una marca que una banda.
Las letras mantienen la tradición de relatar episodios románticos con los contornos acartonados de una teleserie nocturna: carnalidad de cinta softcore (Animals), la amiga que siempre estuvo ahí esperando convertirse en amante (It was always you) y crisis de pareja (Unkiss me). El envoltorio continúa fiel a una estructura pop rock inmersa en soul, R&B y funk.
Sugar, por ejemplo, pretende emular a súper bandas en la línea de Earth, Wind & Fire, aunque ejecutado con una ínfima parte del espesor y el cachondeo. Contribuye poderosamente a esa sensación plástica y vacía, el tratamiento a la voz de Levine. Alcanza ribetes irrisorios en los coros de Feelings y Shoot love, ambos con unos agudos de chiste.
Maroon 5 siempre ha sido un grupo de evidentes intenciones comerciales, dirigido hacia un público femenino que demanda romance, fiesta y pasarela en la música. En esa noble misión no fallan, como pierden control creativo a cambio de ventas. A pesar de una relativa juventud, han decidido intervenir artificialmente su aspecto en todo orden y así continuar facturando. Necesitan cada vez más cirugías para sintonizar con las expectativas. Muy Los Angeles, muy plástico también.
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