El Ultimo maldito
Es 1986 y Bon Jovi vuela sujeto a un arnés, escarmenado como mujerzuela en medio de pirotecnia. En Seattle, un Kurt Cobain adolescente graba cintas con una banda de nombre estúpido, Fecal matter. Cinco años después, el líder de Nirvana también volaba hasta estrellarse contra una batería -secuencia icónica del documental 1991: The year punk broke-, mientras Bon Jovi recortaba su cabello en estado de alerta con el grunge amenazando su estatus de ídolo. La industria se deshacía de bandas travestidas, hasta dar con Nirvana. ¿Qué tenían ellos? "Un cabeza de serie tan hermoso, tan atormentado, tan carismático", responde el crítico musical del diario El País de España, Diego A. Manrique. Un artista que, además, "quería fama, éxito y reconocimiento", enumera Charles R. Cross, autor de Heavier than heaven, la biografía más conocida de Cobain, donde queda claro que siempre quiso ser estrella rock. Lo consiguió con pose antisistema, aunque telefoneara apenas creía que MTV rotaba poco sus videos.
Nirvana fue la última banda capaz de sacudir la Tierra. "Reflejaba confusión generacional", explica Manrique, "y combinó la credibilidad de los sellos indies con el músculo promocional de las multinacionales".<strong> El grunge, pesado y pesimista, devino en moda y la vida de su protagonista en telenovela. Como dice la periodista Marisol García, "fue el último rockero maldito a gran escala, con drama gestado, desarrollado y concluido a vista de todos".</strong>
El escopetazo de Cobain tiene mensajes obvios -"nuevo aviso sobre los peligros de la heroína", apunta Manrique-, mientras el legado decanta en una generación seducida por su áurea trágica y existencial. "Es probable", reflexiona Marisol García, "que gran parte del así llamado neofolk o exitoso movimiento de nueva cantautoría con pies rockeros, le deba mucho". El escopetazo selló, además, la última ocasión en que el rock se alzó en popularidad planetaria. "Quiero sentirme inspirado por la música otra vez como lo fui por Nirvana y Kurt", sentencia Charles R. Cross, y parece improbable no sólo con Cobain muerto, sino porque el panorama musical hoy resulta más amplio y fragmentado que en 1994. El gran reinado de un tipo con su guitarra a todo volumen apunta al museo.
Comenta
Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.