Es verdad: paremos las leseras




LA POLITICA es un arte más que una ciencia, porque está más llena de subjetividades que otras disciplinas sociales. Es el gran juego del poder y está cargada de emociones. Hay ideologías que parecen más bien religiones fundamentalistas, hay todo tipo de cruces de intereses, hay afectos, y es muy difícil equilibrar las urgencias con el largo plazo. Por ello, la ingeniería social del marxismo no puede funcionar. La sociedad es una entidad viva, inteligente, evolutiva y no se pueden hacer experimentos sociales con ella. La clave es buscar la evolución, no la revolución.

En el caso de nuestro país, la contingencia se ha tomado la agenda de manera un poco tóxica. Hay políticos, ejecutivos, empresarios y dirigentes cuestionados por temas de corrupción, varios ya procesados. La economía a la baja; hay paros, tomas y marchas diarias, la clase política completamente cuestionada, y el gobierno también. Esto ocurre como resultado de una batería de reformas estructurales de muy mala factura técnica, improvisadas y de tenor muy populista, lo que despierta las pasiones. Mientras ello ocurre, la historia pasa por el lado y el futuro se nos arranca aceleradamente.

A mí me gustaría abrir los diarios y encontrar los verdaderos debates del futuro en estos tiempos. El futuro en este siglo tiene nombre y apellido: ciencia y tecnología. Dos temas ampliamente postergados reducidos a discursos y a buenas intenciones. El país se da el lujo de declarar un bono como derecho social permanente, que cuesta en torno a US$ 500 millones cada año, recursos que no están para la ciencia y la tecnología, ni la salud, educación, tercera edad, u otras. La discusión sobre qué es calidad de la educación en este siglo simplemente no existe y el debate es sobre temas administrativos pobremente calculados.

En vez de prepararnos para la web 3.0, que ya se está iniciando, los estudiantes se toman sus establecimientos y dejan de estudiar. Los profesores en forma justa quieren y merecen ganar más, pero nunca hablan de educación. Mientras el mundo avanza a una sociedad del conocimiento, compleja y diversa, nosotros tratamos de hacer una ley sindical para trabajadores típicos del siglo pasado. Cuando la educación cambia de paradigma hacia el lenguaje post simbólico, y la nueva mente tecnológica colectiva, y la biología se empieza a fusionar con la biología (Singularidad de Kurzweil), en Chile tratamos de estandarizar y estatizar la educación, lo que nos hará retroceder al menos unos 20 años. Cuando el mundo de los negocios evoluciona aceleradamente a una compleja red de valor mundial y digital basada en la externalización estratégica, las nubes y otros conceptos afines, en Chile tratamos de evitar la externalización a todo ritmo.

Cuando en el mundo se habla de metaversos, realidad aumentada y la Internet de las Cosas (IoT), nosotros queremos seguir la revolución bolivariana. Cuando el mundo construye el nuevo paradigma del Omnichannel para los consumidores, nosotros estamos preocupados de controlar los horarios de los malls o del cobro de sus estacionamientos. Los temas de bioética casi no se tratan, la nanotecnología pareciera no existir, y el Estado es demasiado lento en digitalizarse. La regionalización es sólo un discurso. Mientras el mundo avanza en las e-sciences basadas en la Big Data, que a su vez influye los sistemas lógicos de decisiones, nosotros queremos que los partidos políticos se dediquen a reinscribir a sus miembros durante un año y discutimos cuándo empieza la "pre campaña". El mundo financiero, que es la interfase entre la economía física y la nueva economía virtual, requiere nuevas regulaciones de apertura, no de restricciones. Mientras la tecnología en salud avanza a pasos agigantados nosotros estamos preocupados de quién construye físicamente los hospitales. Cuando entramos al mundo de la inteligencia artificial, nuestros políticos quieren definir los contenidos educacionales. En fin.

Reconozco que hay algunas excepciones en nuestro país. Aunque discrepo casi en todo con Girardi, es el único que empuja el tema del futuro en el Congreso y se ha sumado el senador Chahuán. La DC ha hecho algunos ejercicios de escenarios futuros. CNN desde hace un tiempo permite a científicos hablar de su trabajo y alcances. Jorge Babul hace su tarea solitaria predicando en el desierto. Probablemente hay otros ejemplos, pero son pocos. Por eso estamos llegando tarde a la fiesta del siglo 21 y seguiremos mirando al futuro por el retrovisor.

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