Esclavitud en Chile, ayer y hoy




Está de moda hablar de la esclavitud en Estados Unidos. Usualmente es un tema tabú, pero la película "12 años esclavo" les ha dado una oportunidad a los estadounidenses para repasar este tema tan convenientemente olvidado.  La película cuenta la historia real de Salomon Northup, afro americano nacido libre en New York en 1808, que fue secuestrado en 1841, y luego vendido como esclavo. Northup había contestado un aviso de trabajo en Washington DC, frontera entre el sur esclavista y el norte libre, cuando sus supuestos empleadores lo drogaron y despertó esclavo en Luisiana. No les voy a contar más de la película para que la vean (o se lean el libro, un clásico de 1853 escrito por el mismo Northup). Lo relevante es entender cuánto de la historia de Northup se repite hoy alrededor del mundo, e incluso en nuestro país.

Que en Chile no había esclavos es probablemente la mentira más grande que nos trasmite el sistema escolar. A casi nadie le dicen eso literalmente, pero la total ausencia de esclavos en la historia nacional lleva a la mayoría a asumir que esta es la realidad. Los primeros esclavos negros llegaron a Chile con Diego de Almagro y Pedro de Valdivia.

<em><strong>Y aunque en la Colonia, la población indígena también fue sometida a la esclavitud (cosa que ocurrió en pocos lugares de América pero fue permitido en Chile),</strong> en 1676 se abole esta condición y sólo se mantienen como esclavos la población africana y sus descendientes. Y al contrario de como se nos ha hecho creer comúnmente, terminar con esta práctica no fue sencillo.  </em>

La prueba más clara de que no fue fácil abolir la esclavitud en Chile, es que se tuvo que hacer oficial al menos tres veces.  El primero fue José Miguel Carrera, que en su escueto gobierno declara la Libertad de Vientres (1811); "todo hijo de esclavo nacido en Chile, o aquellos esclavos que pisen el territorio nacional serán considerados hombres y mujeres libres". Pero eso no obligaba a la aristocracia chilena a deshacerse de los esclavos que ya tenía, ni evitó que estos mismos engañaran al sistema cambiando fechas en las partidas de nacimiento.

Por eso un nuevo decreto, en 1813, dictaminó que los párrocos debían eliminar la denominación "esclavo" en las partidas de nacimiento y omitirla de ahí en adelante. La cosa tampoco fue en calma desde ahí; no solo se exigió el derecho a propiedad sobre los esclavos ya existentes, sino que se pedía una indemnización por los esclavos dejados libres. Varios pagaron la libertad con sus vidas, fugándose para pelear con José Miguel Carrera la independencia de Chile. El "Batallón de los Infantes" fue formado por alrededor de 200 africanos y afrochilenos ya libres (mayormente artesanos de Santiago), y el Regimiento de "Ingenuos de la Patria", por esclavos (que por decreto de 1814 quedaban libres al momento de enlistarse, cosa que en la mayoría de los casos no se cumplió).

Los esclavistas se resistieron por todos los medios, llegando a presentar al Senado un documento firmado (supuestamente) por 200 esclavos solicitando seguir siendo esclavos! "Nosotros no deseamos ni esa justicia ni esa libertad, y ni hemos osado pedirla. ¿Por qué se nos anticipa un bien que resulta un mal?" leía la carta. Esto lo secundó una delegación de "madres de familia", presentándose en  el Congreso demandando que se revocase la ley (que el Senado rechazó por "falta de decoro").

Pero de nada sirvió, los liberales estaban decididos a ver la esclavitud desaparecer, y en  1822 la nueva Constitución dictaminó una vez más que "son chilenos todos los nacidos en el territorio chileno, y todos los chilenos son iguales ante la ley, sin distinción de rango ni privilegio." Con todo, seguían existiendo esclavos en el país, y reportes aseguraban que hasta se seguían introduciendo nuevos esclavos de manera ilegal.

Fue definitivamente en 1823 que el Congreso, gracias a José Miguel Infante, declaró libres a "todos los esclavos existentes en Chile y a todo quien pise el territorio nacional". A esa altura, Infante calculaba en 4.000 las "almas que gimen bajo el peso de una ley bárbara". Hubo protestas en contra de la abolición, el Ejecutivo no le discutió al Congreso la liberación, pero defendió el "derecho de propiedad"  de los dueños y la necesidad de indemnización. Pero el Congreso argumentó que las personas eran libres previo a su esclavitud, como valor universal, y la Constitución de 1823 consagró el principio. "En Chile no hay esclavos: el que pise su territorio por un día natural, será libre. El que tenga este comercio no puede habitar aquí más de un mes, ni naturalizarse jamás".

¿Terminó con esto la esclavitud en Chile? Técnicamente sí. Ya nunca más se pudo comprar o vender un ser humano. ¿Pero depende sólo de eso la condición de esclavo? La situación de dependencia personal, aun sin ser transado como mercancía, constituye una forma de esclavitud disfrazada que se extiende mucho más allá de la legalidad. Los esclavos indígenas liberados ya en la época colonial (1676),fueron puestos "en depósito" en poder de sus dueños "hasta que se resolviera su situación". Su condición legal había cambiado pero su condición objetiva no tanto; no eran realmente libres y seguían siendo objeto de trabajo forzado con total legitimidad. Con la población afroamericana pasaba lo mismo, abundan durante los años siguientes denuncias de dueños que escondían a sus esclavos en haciendas perdidas en las montañas u otros lugares para evitar liberarlos (o emplearlos legalmente). 

Desgraciadamente es así como la esclavitud está lejos de abandonarnos, sino más bien se transforma. Ya no existe el derecho a propiedad sobre otras personas, pero hay quienes logran obtener esclavos mediante subterfugios bastante parecidos a los que atraparon a Salomon Northup, con quien empecé esta historia. Ofertas de trabajo en lugares lejanos que luego se transforman en una pesadilla. La historia de Chile jamás ha estado ajena a estos eventos.  Uno bastante memorable, y que vale la pena mencionar, es que en la guerra contra la confederación Perú-Boliviana (1879 - 1884) Chile también contó con un batallón de esclavos, esta vez chinos.  La"Legión asiática" fue dirigida por el General Arturo Villarroel y estaba formada por esclavos chinos que habían sido traídos engañados a trabajar forzadamente en  las plantaciones de azúcar del norte de Perú y  las guaneras de Iquique. El capitán chileno, Patricio Lynch,fue llamado "el príncipe rojo" por sus liberaciones de chinos en distintas expediciones (además se dice que Lynch manejaba mínimamente el idioma culi). Una vez liberados, los chinos juraron su lealtad al Ejército de Chile (el "juramento del gallo mágico") y pelearon a favor de Chile en la guerra. Después de la guerra, los soldados chinos quedaron libres y muchos volvieron al norte a establecerse como comerciantes en las salitreras chilenas.

Hoy, de acuerdo a al Global SlaveryIndex, de la Walk Free Fundation, existen en Chile alrededor de 36.000 personas en situación de esclavitud. Es decir, que son objeto de trabajo forzado y privación de su libertad en algún sentido. Una de las maneras más típicas en que esto ocurre es la prostitución forzada.  Otros trabajan infinitas horas en galpones escondidos recibiendo casi ningún pago. ¿Por qué hacen esto? Porque son inmigrantes, muchas veces de lugares muy lejanos y sienten que su opción es eso o morir de hambre. Llegaron a Chile usualmente engañados, con ofertas de trabajo que luego son trampas esclavistas y sin posibilidades de volver a su país o encontrar trabajo digno, porque son ilegales (aquí más detalle).

A veces esas trampas no incluyen ni prostitución ni maltrato físico, pero mantienen a extranjeros en Chile en condiciones de servidumbre absoluta, bajo pago, sin formalización de documentos, y por todo esto, con muy pocas posibilidades de volver a su lugar de origen si así lo desean.

Hace poco, por ejemplo, me llamó la atención la publicidad de un servicio de "Nanas" filipinas que recomienda a estas mujeres que "por lo general cuentan con muy bajos niveles de escolaridad y por la complejidad de sus vidas presentan altos índices de maltrato" como empleadas de casa particular puertas adentro, porque "son muy trabajadoras y disciplinadas, porque reconocen la autoridad" (aquí). "Nuestras nanas", por lo demás, vienen "con 2 años de garantía"y previamente les han eliminado "las malas prácticas, costumbres y tradiciones" asociados a ser filipinas (o dominicanas, pues también ofrecen este "producto" en la página).

La naturalización de la servidumbre, la obediencia y la objetivación de las mujeres que trabajan como servicio doméstico es muy claro e impactante, en el lenguaje de esta página; ejemplo absoluto del resabio moderno de la esclavitud en la cotidianidad de nuestros hogares. Seguro algunas de estas mujeres son súper bien tratadas; así también un esclavista puede haber sido un amor con sus esclavos. ¿Lo hace eso una buena persona? Igualmente, cuántas empleadas de casa particular, filipinas o no filipinas, son tratadas con buenos modales, pero no tienen horario ni tareas definidas, están al servicio de lo que se le ocurra a la patrona, dentro o fuera de su lugar de trabajo. Muchas trabajan de 7 de la mañana hasta las 11 de la noche y ni siquiera les pagan las horas extras. Además de tener que vivir encerradas en las piezas 2x2 que existen en muchos departamentos. En definitiva, cuántas de estas mujeres son parte de un régimen de servidumbre bastante pre moderno, en que su libertad de movimiento y su capacidad de decir "no" a alguna tarea en particular se ven sumamente limitadas.

Y en el caso de las mujeres extranjeras que vienen desde lejos, traídas por una agencia que les promete una vida mejor, cabe preguntarse además si tienen las nanas filipinas libertad de volver a su país si así lo desean, como lo establecen los tratados internacionales.  ¿Paga la agencia o el empleador ese pasaje? ¿Está eso estipulado en los contratos? No tengo certeza de que eso no ocurra en este caso, pero la agencia ha sido cuestionada por el gobierno filipino precisamente por cobrarle a las futuras "nanas" su pasaje a Chile (al mismo tiempo que le cobra al futuro empleador) y luego no ofrecerles pasaje de retorno si así lo desean (la noticia aquí, en los comentarios puede leer los descargos de los socios de la agencia).

Pero sobretodo, nosotros deberíamos cuestionarnos qué estamos implicando cuando hablamos de que una "nana" filipina "a pedido" y "a tu gusto" es "la moda" (como aquí). Muchas mujeres no podríamos trabajar a menos que contratemos a alguien para el cuidado de la casa y los hijos, eso es un hecho. Y trabajar como empleada doméstica no tiene por qué ser algo comparable con la esclavitud. Pero eso sólo si se dan las condiciones de mínimo respeto a la libertad y dignidad de la otra persona; si la persona tiene sus tareas y su horario definido, y tiene libertad de renunciar sin quedar tirada ilegalmente en un país extranjero, cosa que desgraciadamente en nuestro país no siempre ocurre.

Para seguir leyendo:

Hugo Contreras Cruces. "Artesanos mulatos y soldados beneméritos. El Batallón de Infantes de la Patria en la Guerra de Independencia de Chile" Revista Historia enero-junio 2011, 51-89

Guillermo Feliu Cruz, La abolición de la esclavitud en Chile. Editorial Universitaria. 1973.

Obregón Iturra, Jimena Paz & Zavala Cepeda, José Manuel "Abolición y persistencia de la esclavitud indígena en Chile colonial: estrategias esclavistas en la frontera araucano-mapuche"

Diego LinChou . "Chile y China: inmigración y relaciones bilaterales" Centro Barros Arana

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