Falta el detalle




Podrá ser noble como propósito, pero la idea de imponer por decreto la presencia de un músico chileno en todos los conciertos internacionales que se realicen en el país esconde una debilidad similar a la de la ley del 20% en radios: que no existe certeza alguna de que efectivamente ayudará a fomentar la música nacional.

Ahora, y ya puestos en el tema de fondo, que siga habiendo gente que desconozca que en Chile hay suficientes estilos y cultores como para sintonizar musicalmente con el que sea que decida cruzar la cordillera para tocar en el país, es precisamente parte del problema que este proyecto pretende corregir.

Pero que lo intente imponer bajo la amenaza de una multa (más que amor a la música) y sin especificaciones mínimas para ejecutar el mentado "teloneo", es casi tan desprolijo como el diseño original de la mencionada ley de la cuota en emisoras sin determinar el desglose de ese porcentaje.

Lo concreto es que más importante que la iniciativa en sí misma, es el modo en que se piensa implementar. Bien es sabido, que generalmente las "bandas invitadas", y sobre todo cuando son chilenas, no gozan de las mismas condiciones técnicas, ni de visibilidad y menos de promoción que la del número central. Muchas veces incluso se resuelve horas antes del inicio del concierto. Lo que hace que su participación generalmente pase sin pena ni gloria, como un simple trámite. Y eso es precisamente  lo que podría pasar si las productoras, obligadas por ley y ante amenaza de multa, se ven obligadas a incluir como sea al número local.

Dicho de otro modo, si no se establecen con claridad las exigencias técnicas e incluso horarias (distinto "abrir" un show en horario estelar que hacerlo dos horas antes del inicio del mismo ante escenarios prácticamente vacíos), la mentada iniciativa se quedará sólo en las buenas intenciones o como otro trámite a resolver por parte de las productoras.

Es cierto que no le hace daño a nadie la inclusión de teloneros chilenos y que, como dicen los más entusiastas, esto es mejor que nada. Pero quizás el tema de fondo es ver realmente a quién beneficia. ¿Le sirvió de algo a Casino telonear a Radiohead o a Los Morton hacerlo para Ramones o a Chancho en Piedra abrir para Red Hot Chili Peppers? ¿Mejoraron las ventas de Tryo después de anteceder a Joe Satriani o se visibilizó mejor el repertorio de Camila Moreno cuando hizo lo propio con Jack Johnson, o el cancionero de Aiken se ha vuelto más masivo después de ser el número de apertura de la última visita de Placebo? Las únicas experiencias gratificantes asoman en géneros específicos como el blues o del hip hop, donde la colaboración y la convivencia se manifiesta de manera más espontánea y sin grandes pretensiones de "fomento". Quizás un ejemplo a considerar para una iniciativa que necesita con urgencia definir su eventual implementación.

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