Fernando, bienvenido al siglo XXI
Cada día estoy más convencido. La lucha mapuche en Chile por reconocimiento, recuperar sus tierras o participar de la vida política, es la lucha del siglo XXI contra el XIX. De la modernidad contra el oscurantismo. Chile, en muchos aspectos, es un Estado anclado en el siglo XIX. Lo es en su modelo de Estado, en su matriz económica y en los supuestos filosóficos que sostienen su (todavía endeble) identidad nacional. Y si el Estado es una reliquia, la sociedad chilena no digamos que destaca por ser ejemplo de vanguardismo y ruptura. Gran parte de los chilenos mayores de 50 años cree a pie juntillas en aquella fábula del Estado-nación. Hablo de este Chile unitario, monocultural y monolingüe forjado por el pensamiento conservador del siglo XIX y donde los mapuches –editorializaba El Mercurio de Valparaíso en 1859- eran una "horda de fieras que es urgente encadenar o destruir en el interés de la humanidad y el bien de la civilización".
Son las ideas que defiende, en pleno siglo XXI, siglo de globalización cultural, Twitter, Facebook y acceso casi ilimitado a nuevas fuentes de información y conocimiento, el historiador Sergio Villalobos. Sus libros, que aún repletan estantes escolares, hablan de aquel Chile. El Chile de la "civilización" contra la "barbarie", de la "virtud" contra el "vicio". El Chile de los mapuches "flojos y borrachos" de Benjamín Vicuña Mackenna, diputado y colega de Villalobos (no me consta si alcanzaron a conocerse). El Chile del "indios malos en tierras buenas" de Diego Barros Arana, tal vez el historiador más perseverante en retratar a los mapuche como holgazanes buenos para nada. En pleno siglo XXI, los nombres de Vicuña Mackenna y Barros Arana pueblan calles y avenidas de Arica a Magallanes. ¿Sucederá lo mismo con Sergio Villalobos? Es probable. Ya le dieron el Premio Nacional. Fue al año 1992, año del "Encuentro de dos Mundos" y del Rey de España paseando por Valdivia.
Carlos Aldunate, director del Museo de Arte Precolombino, resumió esta mirada decimonónica en una reciente entrevista con Qué Pasa. Y lo hizo, a mi parecer, de manera magistral. "La nación chilena la decidieron en una mesa, la elite política. Y a través de la educación (…) Se puede gobernar mucho mejor a un pueblo que tiene una sola identidad que a muchos pueblos diferentes", concluyó. Los mapuches, "un pueblo que habitaba entre el Biobío y el Toltén". Habitaba, en pasado. Lo leí hace poco, en un manual escolar de historia de Amankay, mi hija de 9 años. No resulta extraño entonces que muchos chilenos sigan pegados en el siglo XIX. Y que otros, usufructuando de tribunas públicas, lo prediquen sin filtro ni pudor a los cuatro vientos. Fernando Villegas, uno de ellos. Y de una forma que llega a ser caricaturesca. Se lo dije en cámara en el set de Tolerancia Cero y se molestó bastante. "No me caricaturices", me pidió en medio de la entrevista, ofuscado.
Raro personaje Villegas. El domingo pasado, en su habitual columna de opinión de La Tercera, a Huenchumilla lo tildó de "gran cacique, lonco ad honorem, werken, posible toqui" y a la CAM de ser el IRA del sur de Chile. Villegas, el niño símbolo de las caricaturizaciones, molesto al recibir algo de su propia medicina. Ya era hora que pasara, fue el comentario de mi madre. Y no se trata de polemizar, más bien de poner un par de puntos sobre las ies. Villegas y su discurso del apocalipsis-mapuche-zombie. The Walking Mapu Dead. "¿Hasta dónde quieren ustedes llegar?", me lanzó en otro momento del programa y visiblemente atormentado. No recuerdo exactamente qué respondí. Preocupado estaba de no estallar en carcajadas. De seguro traté de calmarlo, asegurándole que nadie con plumas y machetes aparecería por su casa una tranquila mañana de domingo. Espero respire más tranquilo. De corazón lo espero. Créanme.
¿Busca el Pueblo Mapuche con su lucha retornar al pasado? Para nada. Y allí parte del problema. Mientras los mapuches habitamos el siglo XXI, Chile y los chilenos –no todos, lo tengo más que claro- no terminan de dejar atrás el siglo XIX. Y a ratos incluso el siglo XVIII. Temerosa de Dios y obediente de la autoridad, parte de la sociedad chilena sigue habitando aquel viejo fuerte militar de la Colonia. A buen resguardo de los "indios". Y de su barbarie salvaje y pecaminosa. ¿Es posible dialogar si habitamos siglos tan diferentes? La demanda mapuche es tal vez el desafío más moderno que enfrenta Chile. Hectáreas más o hectáreas menos, abre por otro lado discusiones de primer orden en el concierto mundial. Estados Plurinacionales, modelos de ciudadanías, redistribución de recursos públicos, modelos económicos alternativos, descentralización del poder, profundización del sistema democrático… de ello trata hoy la demanda mapuche en Chile.
Bienvenidos al siglo XXI. Tú también, Fernando.
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