Incendios forestales y cambio climático




Somos testigos de la mayor catástrofe forestal en la historia chilena, según palabras de la Presidenta Bachelet. Un espectáculo sombrío, que lamentablemente algunos canales lo han trasformado en una especie de reality en directo, estorbando la acción de bomberos, distrayendo a las autoridades, que siempre les gustan las cámaras y prefieren lanzar teorías espectaculares antes de hablar en serio.

¿Por qué nadie le ha otorgado la relevancia en esta catástrofe al Cambio Climático, y la influencia negativa que comienza a tener en los territorios? La zona Central está en la peor mega sequía desde que hay registros: siete años seguidos de disminución significativa de las precipitaciones, que en un futuro será peor por la intensificación del fenómeno del cambio climático.

¿Si esto ocurre cuando la temperatura  del planeta recién alcanza 1 grado Celsius por sobre el promedio histórico, que pasará cuando llegue a 2 grados, que es la meta de la ONU? Una meta que es el doble del problema que tenemos ahora, y para qué decir si la temperatura sube a 3 ó 4 grados, que es lo que se espera para finales de siglo. Lo que ahora ocurre con incendios de esta magnitud cada 4-5 años, luego será todos los años y peor - varias veces al año- en los siete meses de déficit de precipitaciones en la zona Central.

Para bien o para mal, buena parte de las zonas del Secano Costero e Interior en zonas de riesgo y amenazas por el cambio climático, están llenas de plantaciones coetáneas de bosques de Eucaliptos y Pino Radiata, cuyo sistema, además de contribuir con la merma de los acuíferos y esteros, constituyen una gigantesca biomasa combustible muy difícil de manejar en estas situaciones. Este es un resultado de una política impulsada por el estado por más de 40 años y que ha alimentado métodos no sustentables.

En el caso de estos incendios, un problema que pudo controlarse antes, no puede escalar a estas magnitudes porque al Ministerio de Hacienda no le gusta tener gastos y evita invertir en prevención del fuego por ser una "inversión sin retorno monetario" y dilatando decisiones de Perogrullo. Observamos que ninguna autoridad entregue una explicación técnica coherente y menos que exponga un plan robusto para la emergencia. Muchos generales y poca tropa, muchas reuniones y prensa, y mientras el fuego destruye bosques al por mayor y poblados rurales del Chile histórico que fundó la República.

Respecto a la biodiversidad, sin duda las formaciones vegetacionales que más están sufriendo, son precisamente el Bosque Esclerófilo, de Peumos, Boldos, Pataguas, Quillay, Espino, entre otras, y su fauna, cuya representación en las áreas protegidas del estado es menos del 1% y la mayor densidad de estos bosques está en la zona de los incendios.

En este escenario, más que comenzar a buscar culpables en el ámbito administrativo o político, lo que debemos reconocer como sociedad, es  que hemos sido negligentes e ineptos, todos en mayor o menor grado. La respuesta frente al problema exige contar con una verdadera institución, que no es la actual Onemi, donde claramente exista autoridad y un mando civil con recursos, que disponga de las demás instituciones del estado en estas situaciones. Una institución que pueda impulsar políticas de restauración de ecosistemas afectados y tomar decisiones de ordenamiento territorial para prevenir catástrofes de éste y otro tipo y nos conduzca por los caminos de una adaptación activa frente al cambio climático.

Si no somos capaces como sociedad de lograr la voluntad política para cambiar esta estructura obsoleta del siglo pasado, terminaremos con el fuego en Santiago, quizás ahí reaccionemos.

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