Izquierda plural
UN DATO que se mantiene inamovible es que la próxima elección presidencial se resolverá en segunda vuelta. Para la izquierda y el progresismo, unirse en segunda vuelta no es algo fácil de concretar porque el argumento de votar para que no gane la derecha, apoyando el "mal menor", es un argumento para muchos desgastado. En particular, no convence a las nuevas generaciones ni a quienes quieren abrir paso a un nuevo bloque político, en este caso al Frente Amplio. Facilitar el triunfo de la Nueva Mayoría, piensan, -aunque también debieran ponerse en el caso de que sean ellos los que pasen a segunda vuelta- implicaría un desperfilamiento que los alejaría de sus objetivos y sobre todo de sus posibilidades de crecimiento futuro. Si parte del discurso identitario es que todo lo que hay más allá de ellos es lo mismo, o sea un "duopolio", se entiende que apoyar una opción que no sea la propia puede significar una descapitalización a corto plazo.
La idea del "duopolio" no acepta matices ni grises, ni alianzas y, hoy por hoy, abarca un espectro político que va desde la extrema derecha hasta el Partido Comunista. Este tipo de generalizaciones ha comenzado a ser revisado por las izquierdas emergentes en Europa. En el caso de Podemos, en España, el equivalente al "duopolio" fue por mucho tiempo la "casta", pero hoy dicho concepto ha sido reemplazado por la "trama" (término más sutil, aunque menos mediático). La "trama" ya no son todos lo que no forman parte de Podemos sino todos aquellos que configuran el poder real en España: el "entramado" económico, mediático y político que realmente gobierna, ya sea desde las instituciones o desde las sombras. El paso de la "casta" a la "trama" permitió "liberar" a muchos actores sociales y políticos de ser los enemigos principales y abrir paso a un esquema de diálogo y alianzas más amplio. El problema de cultivar la extrema "pureza" es que luego la sola posibilidad de conversar o ir a pedir un voto a alguien distinto se te vuelve en contra.
Lo que hoy se reflexiona -entre izquierdas emergentes, históricas y sectores progresistas- es si puede existir una competencia con colaboración o no existe escapatoria a una competencia fratricida. Hoy en Europa, el gobierno "sorpresa", por sus éxitos, es el de Portugal, conformado por socialistas, comunistas y el Bloque de Izquierda, ejemplo de competencia con colaboración, y en España se intensifica el dialogo entre Podemos y el nuevo PSOE de Sánchez, pasada la neurosis inicial de pensar que el más próximo era el adversario principal. En Francia, la falta de colaboración dejó, en el nuevo parlamento, a toda la izquierda, sumada con generosidad, en torno al 25%.
Será interesante observar cómo se vivirá este debate entre las izquierdas en Chile. Si un sector seguirá englobando a la otra parte en el "duopolio" o se asumirá más colaborativamente la realidad de un mundo de izquierda y progresista conformado por distintas vertientes, provenientes de distintas raíces, cada una con su historia, contradicciones y aportes.
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