La Cuenca del Pacífico en la encrucijada
EL CONSENSO de Viña del Mar, documento clave en la historia del regionalismo latinoamericano, fue producto de una reunión ministerial de la Comisión Especial de Coordinación Latinoamericana (CECLA) en la ciudad balneario del 15 al 17 de mayo de 1969. Casi medio siglo después, un nuevo encuentro ministerial tendrá lugar en Viña: el "Diálogo de Alto Nivel de Iniciativas de Integración en el Asia Pacífico: Desafíos y Oportunidades", el 14 y 15 de marzo próximo. Convocado por Chile como presidente pro tempore de la Alianza del Pacífico (AP), reunirá a varios países de la región, de Asia y Oceanía (los firmantes del Acuerdo Transpacífico, más China y Corea).
La denuncia del Acuerdo Transpacífico por parte de los Estados Unidos ha generado una nueva situación. ¿Cómo seguir impulsando la liberalización comercial en la zona más dinámica del mundo?
China promueve la Asociación Regional Económica Integral (RCEP, en su sigla en inglés), un proyecto integrado por países asiáticos y de Oceanía, pero que se podría abrir a otros. En la cumbre de APEC en Lima en noviembre pasado, se entregó el estudio de viabilidad de la Zona de Libre Comercio del Asia Pacífico (ZLCAP). Otros son partidarios de continuar con el Acuerdo Transpacífico, o TPP, aunque sea sin los Estados Unidos. La clave está en considerarlas, sopesarlas y diseñar la ruta a seguir a partir del punto muerto actual.
La AP está bien posicionada para liderar este diálogo. Lo que la define es su vocación hacia el Asia Pacífico, algo ratificado por las cifras del comercio exterior de estos países (para Chile y para Perú, China es su primer socio comercial). Chile, pionero en el acercamiento de la región al Asia, tiene las credenciales para una iniciativa tan ambiciosa como ésta.
China será una pieza decisiva en este rompecabezas de diseñar una arquitectura que dé un nuevo ímpetu al comercio a través del Pacífico. En sendos discursos en Suiza, en Davos ante el Foro Económico Mundial, y en Ginebra ante la ONU, el Presidente Xi Jinping reivindicó las bondades de la globalización y del libre comercio, subrayando que una guerra comercial no beneficia a nadie. También señaló las ventajas del multilateralismo, en un mundo en que varios países que otrora lo impulsaron hoy parecieran preferir soluciones unilaterales a los problemas globales.
Con las fuerzas antiglobalización a la ofensiva, el sistema internacional se encuentra en un punto de inflexión. Para algunos en Chile, somos demasiado pequeños y estamos demasiado lejos de los grandes centros de poder como para que estas macrotendencias nos afecten. Nada más lejano a la realidad. Nuestro progreso se debe a una política comercial internacional que maximiza los beneficios de la globalización y se focaliza en Asia (destino del 50% de nuestras exportaciones). Nuestro modelo exportador descansa de manera muy central en ello. De darse un bajón fuerte en los flujos comerciales a través del mayor de los océanos, nuestra economía sufriría un remezón.
Mucho depende del "Diálogo de Alto Nivel" a realizarse en Viña en marzo.
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