En la dirección correcta




La Ley de Tenencia Responsable de Mascotas y Animales de Compañía (21.0120) es una buena ley que apunta en la dirección correcta. Sin duda es perfectible porque no es un punto de llegada, sino de partida. Fue creada con participación de legisladores, animalistas y la ciudadanía. Y solo eso es un paso adelante.

La iniciativa legal es parte de un conjunto de leyes que busca cambiar nuestra mirada antropocéntrica y hacer entender que todos los seres vivos -muchos, nuestros ancestros evolutivos- somos parte de una misma trama de vida. Y de ellos depende la existencia de la humanidad, que enfrenta hoy uno de sus mayores desafíos: una sexta extinción masiva de especies, pero esta vez -a diferencia de las cinco anteriores- es consecuencia de nuestras propias acciones.

Hace 14 años, con un fuerte lobby en contra, se aprobó la Ley de Protección Animal que sanciona el maltrato en general. Pese a que se exceptuó el rodeo y las corridas de vacas y no se pronunció sobre la responsabilidad ciudadana, fue un buen avance.

Once años tardó la promulgación de Ley de Tenencia Responsable, conocida como Ley Cholito en recuerdo a un perro callejero asesinado a palos, y cuyo espíritu es: tener una mascota es como tener un hijo. Nadie está obligado, pero si lo hace debe mantenerlo sano, bien alimentado, bajo resguardo, sacarlo a pasear con correa y hacerse cargo de sus heces. Si lo abandona o maltrata será penalmente sancionado.

La ley faculta y financia a los municipios para poner un chip de identidad a cada mascota y trasladar a los perros vagos a un centro transitorio donde serán sanados, sanitizados, desparasitados y esterilizados. Luego son devueltos al hábitat urbano donde fueron rescatados, pero sin poder reproducirse.

Antes, simplemente se les "dormía" como se le llamaba al cruel asesinato masivo que nunca solucionó el problema.

La Ley Cholito también regula la tenencia de perros potencialmente peligrosos y obliga a tener cercos seguros, al uso de bozal al pasear, a contar con seguro de daños a terceros y prohíbe el adiestramiento agresivo.

En caso de agresión -hay 65 mil ataques al año- establece durísimas sanciones y penales y la responsabilidad objetiva del dueño porque un perro de esas características es como tener un arma cargada.

Quedan desafíos pendientes y ya presentamos nuevas iniciativas en la misma dirección. Tal como una reforma constitucional que le otorga a plantas y animales calidad y derechos de seres sintientes y los saca de la categoría de cosa mueble que tienen actualmente en el Código Civil.

También está en trámite una la ley que prohíbe el encarcelamiento animal, ya sea en circos y zoológicos, porque a estas alturas de la evolución no es humano disfrutar del sufrimiento de otros. Tampoco se les podrán utilizar para experimentar los efectos de productos con fines cosméticos.

Pediremos al gobierno urgencia para estos proyectos pendientes.

Éstas son políticas civilizatorias que cambiarán la manera de tratar a estos compañeros que dan afecto a muchos que lo carecen y un trato digno es la mínima reciprocidad.

Es cierto que están enfocadas principalmente en perros y gatos que son la mayor arista del problema; es evidente que con la participación de la comunidad organizada se les mejorará mucho más; es efectivo que aún queda mucho por hacer, pero sin duda -al menos en esta materia- hoy Chile es un mejor país.

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