La izquierda elitaria y la universidad selectiva




Durante el primer gobierno de Arturo Alessandri (1920-1925) se inició un programa de reformas que fue el legado para el "Chile Republicano" (1938-1973). Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que uno de sus corolarios tuvo lugar el año 1922. Allí en medio de un apasionado debate sobre el presupuesto fiscal, el Congreso chileno, representado por el Partido Demócrata, fue quien demando al Estado partidas adicionales para financiar nuevas Universidades que respondían a una misión confesional o semi-publica; el beneficio recayó en la Universidad Católica y la Universidad de Concepción. De este modo, quedaba "estampada" una provisión de recursos bajo un régimen mixto. Fue así como quedaba sancionado por ley, la repartición de partidas financieras; ¡que dieciochoavos para esta Universidad¡ ¡que dieciochoavos….para la otra Universidad¡ y así sucesivamente.

Todo ello migro por la fuerza de los hechos y no por la vía de una "sofisticada" elaboración intelectual. Los "hechos" se anticiparon a un potencial debate académico. Por lo mismo, y pese al clima imperante, no asistimos a un "despertar Lastarrino". De este modo, la clase política llegaba inadvertidamente a "resolver" fácticamente una visión donde lo público y sus territorios se deben a una construcción que obedece a "contextos", "procesos" y "experiencias". La culminación del hito anterior fue la creación del Consejo de Rectores en 1954 –mixtura mediante. La tentación nos lleva a interrogar nuestro presente a la luz de la historia; ¿Universidad pública o privada el año 1922? Pero dejemos en suspenso este interesante hito de la clase política –cada cual puede adelantar sus propias conclusiones sobre los anhelos estatistas de la Nueva Mayoría- donde una parte de la álgida coyuntura que hoy enfrentamos en el marco de la Reforma fue resuelta el año 1922.   

Cien años más tarde el  progresismo  hace gala de la perdida de una  "universidad pluralista" mediante un relato algo nostálgico. Según dice el refrán en pleno desarrollismo (1940-1975) la Universidad chilena había controlado la segregación. Desde el punto de vista de la tasas de cobertura las cosas no son alentadoras; la prestación estatal en el régimen de educación superior no superaba el 8% de la matricula a la altura del año 1958. Ahora bien, ¿aquella universidad tradicional elitaria comprendía una exclusión que era estrictamente cuantitativa? Sin perjuicio de lo anterior, el discurso de la elite reformista –Nueva Mayoría- ha generado una réplica por la vía de inflar los imaginarios democráticos; una exaltación discursiva respecto al componente cualitativo -"supremacía ética de la reforma"- de la sociabilidad que permitía el acceso (universal) a través de liceos públicos a la "Universidad nacional". Pero más de allá de la "fiebre de los indicadores" -se nos sugiere capciosamente -¡como premio de consuelo¡- que en las aulas de la Universidad estatal convivía el hijo de un tornero, con el hijo de un Diputado…más el hijo de un panadero. ¿Podemos derivar de esta inflación democrática –y sus imaginarios- una esfera de convivencia que ponía a resguardo el problema de la segregación generando una "real" movilidad estructural de los sectores populares? Todo indica que no es posible sostener consistentemente que la segregación era más reducida en el marco de gobiernos reformistas (1940-1975). Creo que es hora de ensayar algunas distinciones para desglosar algunos mitos. Si bien, nuestra elite reformista en el periodo 1950-1970 cultivó una vocación pluralista en el plano político e ideológico (la transformación social…) y ello representó un adorno para el "campo universitario" comprometido con los procesos de reformas. La pluralidad ideológica promovía la libertad de catedra, el senado universitario, la relevancia de la misión nacional de la Universidad Estatal. Sin perjuicio de lo anterior una materia –que amerita un trato aparte- es la integración en el "campo social". Tal dimensión es muy relevante para saber si, efectivamente, existía la preciada diversidad. Y ello con el afán de aclarar si el hijo del tornero y el hijo zapatero, más el nieto de un Diputado, formaban parte de una "comunidad de iguales". Creo que esto último no está zanjado. Es más, podríamos aventurar que la "sala de parto" de nuestros "ilustres" políticos (Bitar o Lagos, Ominami o Burgos, etc.) tuvo lugar bajo ese modelo de educación –elitario y reformista a la vez-. ¡Vaya enigma de nuestra elite progresista¡ Todo indica que tuvo lugar un mixtura. Universidad semi-pública, pero profundamente excluyente. Por todo lo anterior, no es una casualidad recordar los sucesos del año 1922.

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