La sorprendente paradoja de la igualdad
Noruega es uno de los países con mayor igualdad de género. Usualmente se mueve entre los tres primeros lugares del índice más reputado a nivel mundial y siempre rivaliza con sus vecinos por el cetro. Es en esa zona del planeta donde las mujeres reciben todos los estímulos habidos y por haber, las políticas de igualdad son tema serio y hay paridad para que puedan competir en campos que históricamente han sido masculinos.
Sin embargo, un documentalista llamado Harald Eia decidió preguntarse por qué, si Noruega era tan pro igualdad de género, las mujeres noruegas no estaban presentes en una importante cantidad de actividades laborales. Dicho de otra manera, la idea era averiguar por qué a pesar de tantos esfuerzos por hacer desaparecer los estereotipos de género, las noruegas seguían eligiendo carreras "femeninas" (90% de enfermeras son mujeres) y los hombres optaban por carreras "masculinas" (90% de ingenieros son hombres). Es más, a pesar de todas las políticas para lograr la igualdad de género, lo que ha sucedido en Noruega es que la brecha se ha profundizado. Si fuera un chiste de Condorito, este sería el momento del ¡Plop! Ellos prefieren llamarle "la paradoja de la igualdad de género". Y se traduce en reflexiones como que "cuanto más moderno es un país, menos se interesan las mujeres jóvenes en cosas técnicas".
<em>Un pensamiento que no es el de algún misógino, <strong>sino que se trata de la opinión de una investigadora de la Universidad de Oslo, luego de trabajar en una encuesta que se realizó en veinte países.</strong></em>
Para ahondar en el tema, el autor del documental viaja a Estados Unidos. Allá entrevista al profesor de sicología Richard Lippa, quien junto con la BBC realizó una encuesta a 200.000 personas de 53 países de cuatro continentes. A todos les preguntó en qué les apetecía más trabajar. Y los resultados fueron contundentes. "Hay grandes diferencias. A los hombres les interesan más las cosas físicas, como ingeniería o mecánica. Y las mujeres están más interesadas en trabajar con la gente. El resultado del estudio fue idéntico en los 53 países, o sea es igual en Arabia Saudita, Noruega y Singapur", explica Lippa. Un verdadero golpe bajo a la variable cultural en temas de género. Es el turno de un siquiatra noruego que trabaja con niños que tienen malformaciones genitales congénitas, quien, para determinar si una guagua es niño o niña, diseñó un test-juego. Sus investigaciones le han permitido concluir que a los nueve meses, niños y niñas saludables eligen juegos de hombre y de mujer, respectivamente, y que "se nace con una clara disposición biológica de género. Después será el entorno y la cultura los encargados de favorecer o atenuar eso".
Nuestro reportero vuelve a hacer maletas y se va a Cambridge a entrevistar a Simon Baron-Cohen, experto mundial en autismo, que desde ese campo ha descubierto diferencias innatas entre niñas y niños. "Investigamos con bebés de un día de edad. Les poníamos a la vista un objeto mecánico o una cara y grabamos cuánto tiempo pasaban mirando cada uno de estos. Descubrimos que los niños miraban más el objeto mecánico y las niñas pasaban más tiempo observando el rostro", cuenta Baron-Cohen. Y la explicación estaría en la testosterona, hormona "que los hombres producen dos veces más que las mujeres e influye en la manera en que se desarrolla el cerebro". Lo maravilloso de esta investigación es que siguieron a esos niños hasta los ocho años y pudieron confirmar que quienes tenían más niveles de testosterona tenían más dificultad con la empatía pero, al mismo tiempo, se mostraban más interesados en "sistemas", en entender cómo funcionan las cosas. El periplo continúa. Ahora la entrevistada es Anne Campbell, sicóloga evolutiva inglesa, quien es enfática: "Si las mujeres son las que dan a luz, sería muy sorprendente que no hubiese algún mecanismo sicológico que las ayudara a cumplir esas tareas. Entonces rasgos femeninos como la empatía o evitar confrontaciones peligrosas son cualidades positivas que suponen que serán más capaces de sobrevivir y reproducirse", explica. Y agrega que las mujeres prefieren "enfermería, medicina, trabajo social, enseñanza, todas esas áreas donde existe el intercambio cooperativo, donde parecen sentirse más a gusto". Es el momento del documental en que se hace una pregunta fundamental: ¿Por qué entonces las mujeres de países con menos igualdad sí estudian carreras más tecnológicas que, por ejemplo, las noruegas? "Cuanto más liberes a la gente en la sociedad, cuantas más oportunidades les des de hacer lo que desean, más probable será que cualquier predisposición genética que tengan encuentre un cauce para manifestarse", dice la sicóloga inglesa. "En países con libertad de género, como Noruega, eres libre de seguir tus inclinaciones. En un país pobre sólo esperas conseguir un trabajo. Y si es la informática, como en la India, por ejemplo, irás por ello aunque seas una mujer", agrega Lippa. No sé a ustedes, pero a mí me hace sentido. Demasiado. Les recomiendo meterse a Google, escribir "La Paradoja de la Igualdad" y ver las dos partes de este magnífico documental: no querrán hablar de otra cosa en el almuerzo familiar de mañana.
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