Los hermanos coraje
A pesar de la pose dominante y despreocupada de los que se sientan al final de la sala y lanzan celebradas bromas sobre cuanto observan, Molotov no lo estaba pasando precisamente bien. Dance and dense denso, publicado hace ya 11 años, fue su último trabajo grupal. La saga discográfica posterior fueron proyectos tributo, material en vivo y un lanzamiento vendido como álbum -Eternamiente (2007)-, en rigor EP grabados por cada integrante. Los problemas de los mexicanos se concentraban en el contrato con el sello Universal desde el apabullante debut de ¿Dónde jugarán las niñas? (1997), y en su mánager histórico Jorge Mondragón, personaje legendario y temido en México, responsable del éxito de actores como Gael García y, se dice, el tipo que vio el talento en Café Tacuba.
Liberados de ambas partes, los cuatro miembros de Molotov deben enfrentar hoy un escenario muy distinto del final de los 90, cuando fueron algo así como la versión latina de Rage against the machine con chistes para la galería. Hoy ese espacio declamatorio lo ocupa Calle 13, el rock pesado dejó de ser popular, y sus primeros fans pagan hipotecas. Con Agua maldita, Molotov reincide en repartir sus inquietudes líricas entre injusticias sociales -La necesidad-, y la parranda sin remordimientos -las citas narcóticas en Llorari-. Producido por el británico Jason Perry, responsable de bandas vomitivas como McFly, es un álbum de menos a más. Durante todos estos años, a falta de canciones nuevas, giraron sin parar y el oficio arroja contundencia. Siempre fueron buenos músicos, incluso osados con aquello de incluir dos bajos en su sonido (aunque de resultados difusos), y atentos a demostrar que más allá del ingenio combinando palabrotas y discursos reivindicativos, manejan como expertos el vocabulario del rock moderno y de los clásicos. La trama de bajos y guitarras se urde más espesa que antes entre Black Sabbath, Queens of the Stone Age y Arctic Monkeys -tres nombres fundidos en No existe, la mejor canción del álbum-, mientras las voces buscan siempre el coro masivo, para destacar más al conjunto que las personalidades. Agua maldita invoca más de lo mismo con los retoques necesarios. No es un paso en falso ni un reinicio, sino coger la hebra donde la dejaron en sus mejores días.








Comenta
Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.