Madre insensible
SIEMPRE SE ha dicho que la Presidenta fue electa y reelecta, más que por sus atributos duros como política, por los blandos: es acogedora, comprensiva y empática. Muchos vieron en ella a una madre, que gobernaría como tal; la mamá de Chile.
La madre -se sabe- se desvive por sus hijos y haría cualquier cosa por su bienestar. Y si algo escasea, jamás privilegiaría a alguno en perjuicio de los otros. Lo que hay se estira y tiene que alcanzar para todos. Nunca discrimina; para qué decir si es injusto hacerlo. Es más bien el padre el que en ocasiones tiene que discriminar cuando se requiere por alguna razón fundada y aunque duela; pero no la mamá.
Analizando la forma en que el Gobierno pretendió entregar gratuidad en la educación superior, se advierte un trato nada maternal; ni siquiera paternal. Simplemente se daría a una parte de los alumnos vulnerables que están en una misma situación, dependiendo de la institución donde estudien. Y algunas de éstas eran defenestradas, pues al no gozar del favor de la Nueva Mayoría, incluida la Presidenta (se trató de un proyecto de ley de iniciativa exclusiva suya), quedarían fuera de la gratuidad. Y con ellas, sus alumnos vulnerables, que son los que al final resultan discriminados e injustamente: cometieron el error de estudiar donde "no deben" y, entonces, tienen que pagar (en sentido figurado y económico). Se enteraron que no debían hacerlo cuando ya muchas instituciones no pueden hacer nada por cambiar la situación, debido a que tenían que cumplir ciertos requisitos al momento de presentarse el proyecto de ley, que desconocían. Para que aprendan.
¿Qué madre discrimina injustamente a sus hijos; peor aún, a los más desvalidos? Una madre insensible. Porque no basta la sonrisa fácil para ver cuándo una mujer es buena madre, sino que hay que ver cómo trata a los hijos. Porque lo que hay detrás es una cuestión ideológica y nada maternal: se trata de hacer desaparecer a las instituciones privadas no Cruch o con lucro (en los casos que la ley lo permite). Y el expediente que se utiliza es castigar a los alumnos vulnerables que asisten a sus aulas, para que esas instituciones no reciban la marraqueta que ellos traerían bajo el brazo y colapsen. Lo increíble es que se incluye a los que actualmente están ahí, a pesar que ingresaron de buena fe y conforme a la ley vigente. Mala suerte.
De nuevo, ¿qué madre hace algo así? Tuvo que venir el Tribunal Constitucional -cual buen padre- y establecer que no se puede discriminar arbitrariamente. La Presidenta se molestó con el fallo -en una actitud no muy acogedora y de respeto a las instituciones- y declaró que con él menos estudiantes van a poder contar con gratuidad el próximo año, lo que no es coherente con lo resuelto: acordarse de los que se pretendía dejar fuera.
Como dice el dicho "madre hay una sola", la que ya se tiene. La próxima vez que vote no elija a una madre para Presidente, porque se trata de gobernar el país. Y no estaría demás que pondere, a la luz de la experiencia, quién lo hará en forma justa.
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