Miles de manos para miles de injusticias
Una madre despierta a sus dos hijos. Ha empezado a llover y el nylon del techo está roto. El piso se inunda en pocos minutos y la única cama está mojada. No hay nadie a quien llamar ni otro lugar donde dormir.
En otro lugar de Chile, a la misma hora, un hombre siente olor a quemado y escucha gritos de las otras casas. El agua no llegó al campamento ese día y la madera se consume rápido, mucho más rápido de lo que pensaban.
Solo en la región de Biobío, afectada por los incendios forestales, 7.510 familias viven en campamentos, un 34,8% más que hace seis años. Al otro extremo, más de mil familias de Antofagasta vivían en estos asentamientos en 2011 y hoy son 6.229. Pero más que números, son miles de madres, padres, niños y adolescentes que carecen de una vivienda digna. Son miles de injusticias localizadas en todas las regiones de Chile, pero una misma realidad que necesita con urgencia ser cambiada.
Con la emergencia de los incendios forestales estamos viendo que casi 8 mil jóvenes voluntarios han estado dispuestos a trabajar por una solución rápida para las familias que perdieron sus hogares. Una vivienda transitoria se planteó como el primer paso para un nuevo comienzo, para comenzar a escribir otra vez la historia. Todo esto es muy bueno y destacable en un Chile a veces tan egocéntrico, pero estamos convencidos de que el problema no se soluciona ahí.
La madre con su casa mojada y el hombre que quedó frente a las cenizas de su hogar no están solos. Nunca lo han estado. Son parte de una comunidad, de cientos y miles de otras familias que sueñan todos los días con tener una vivienda definitiva, su casa propia, su derecho. Están organizados en un comité de vivienda, hacen completadas y bingos para juntar el ahorro y postulan a un subsidio. Con ellos también hay jóvenes voluntarios que los acompañan y trabajan juntos para terminar con esa realidad injusta, que incomoda a algunos, que espanta a otros y que, lamentablemente, ha sido ignorada por muchos años. Demasiados.
El 20 de febrero es el Día Internacional de la Justicia Social. Como sociedad debiésemos apuntar a que esta motivación que vimos en miles de jóvenes por ser protagonistas de la justicia social esté siempre presente en nuestro país, que no aflore sólo cuando las catástrofes nos remecen y no que no sean sólo los jóvenes. Los miles que decidieron viajar a apagar el fuego en estos incendios o tomar un martillo y levantar viviendas de emergencia, son los mismos que durante el año pueden ser protagonistas de otros mil actos de justicia. Y puede haber miles de manos más.
Podemos hacer miles de acciones que aporten al Chile de los derechos sociales, de la dignidad y de la justicia social: desde políticas públicas que aseguren el derecho a la vivienda hasta mesas de trabajo con los dirigentes de un campamento. Qué mejor día para partir que hoy, y quiénes mejores para actuar en consecuencia que todos nosotros.
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