Mis observaciones




Quiero aprovechar el espacio de esta columna para compartir algunas reflexiones sobre lo que ha sido mi experiencia como Presidente del Consejo Ciudadano de Observadores. Las que siguen, en todo caso, son mis impresiones personales y no comprometen al resto de los consejeros.

Comienzo destacando la dedicación y compromiso de los integrantes del Consejo. No me interesa, en todo caso, caer en ningún tipo de autobombo. La verdad es que son muchas las personas que a lo largo de los años han entregado parte de su tiempo a colaborar, sin remuneración alguna, con distintos Presidentes de la República. Ahí está el testimonio valioso de quienes integraron en su momento la Comisión Rettig, la de Ética Pública, Comisión Valech, la Comisión Bravo y más recientemente la Comisión Engel (entre otras muchas otras). Aun cuando todos los aportes son  valorables, me parece especialmente meritorio el hecho que existan personas opositoras a un gobierno que, sin embargo, no trepidan en prestar un servicio al Jefe de Estado que lo solicita. Es fuente de esperanza en el futuro ver a tanto conciudadano que sabe separar el plano de las diferencias legítimas de los espacios de cooperación patriótica.

En plan autocrítico, tengo que reconocer que todavía existe bastante confusión sobre el sentido y alcance del proceso de diálogos constitucionales, incluso entre personas que se dedican al análisis político. Sólo a vía de ejemplo, recuerdo una columna de la semana pasada que criticaba duramente que el proceso estuviera circunscrito a una cincuentena de Cabildos Provinciales y Regionales organizados verticalmente o "desde arriba". No deja de ser preocupante que el comentarista en cuestión no supiera que toda la primera parte de los diálogos, probablemente la más importante, será a nivel local, en grupos pequeños que se autoconvocan. Asumo, por supuesto, que debemos redoblar esfuerzos para comunicar mejor. Esa información, en todo caso,  está disponible desde hace meses en nuestra página web (www.consejociudadanodeobservadores.cl).

Finalmente, en una perspectiva más alentadora, quisiera resaltar algunas de las cosas más positivas de esta experiencia. Acabamos de concluir la selección de quienes se desempañarán como facilitadores de los distintos encuentros y cabildos. La convocatoria respectiva despertó el interés de más de ocho mil conciudadanos. A través de un riguroso mecanismo de estudio de currículum y entrevistas personales, todo con el concurso esencial del Servicio Civil y la Alta Dirección Pública, se pudo arribar a un grupo final de altísima calificación. Salvo un par de reclamos puntuales, que serán objeto de oportuna revisión y eventual corrección, es bastante claro que el procedimiento seguido escapó a cualquier lógica partidista, ciñéndose a estándares profesionales rigurosos.

Es evidente que esto recién comienza y que se avecinan desafíos mayúsculos. Lo vivido en estos cien días, sin embargo, me permite abrigar las razonables expectativas de que podemos seguir constribuyendo al proceso participativo de calidad que Chile merece.

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