Olive Kitteridge: Depresión americana
De toda la televisión depresiva que hemos experimentado este año -que no ha sido poca, partiendo por Mad Men o The Leftovers-, esta mini serie debe ser la más feroz: acá no hay metáforas, ni sucesos sobrenaturales, ni ropa bonita. Lo que hay es la historia de una vida sencilla, en un pueblo sencillo, donde la protagonista parece estar más alerta, y resignada, a lo duro que es vivir. Una especie de Vía Revolucionaria de Yates, pero sin la desilusión de tener grandes planes en juventud y despertarse en una normalidad aplastante en la adultez; esto es la claridad de funcionar y vivir y respirar y asumir que esto es lo que tocó.
Basada en la novela ganadora del Pulitzer del mismo nombre, escrita por Elizabeth Strout, Olive Kitteridge es una profesora de matemáticas de una escuela en Maine. En esta miniserie de cuatro capítulos de HBO, es interpretada por Frances McDormand, una de esas actrices que hace todo bien. Esta vez, desde la primera escena donde vemos a Olive camino al bosque con un rifle y una carta de despedida, el rictus de la actriz dice más que cualquier voz en off, frase cursi o diálogo explicativo. Olive es una heroína compleja: es buena, justa y preocupada, pero antes que eso, es una mujer amarga, insoportable, deslenguada y con nula capacidad de empatía con su marido y su hijo. Olive asume que es depresiva por genética -su padre se suicidió-, pero está bien porque eso es un razgo de inteligencia. Es la historia de su vida, como madre, como profesora, como miembro de una comunidad y como mujer, pero es también la historia de la pareja, con su contraparte interpretado por un maravilloso Richard Jenkins. Como ella es dura, él es blando, como ella es amarga, él es dulzura. Y quizás no se aman y quizás a veces aman a otros, pero se han elegido y se han acompañado y la vida es así fuera de las películas y los libros y los finales grandiosos. La vida es así.
El elenco, como toda mini serie de HBO que aspira a brillar en la temporada de premios, suma otras buenas actuaciones, como Bill Murray o Zoe Kazan.
La historia va hacia delante y atrás, abarcando varias décadas. mientras Olive sigue siendo la misma insoportable de siempre. Y es complejo quererla porque es una antiheroína que aliena a todo y todos quienes buscan acercarse y eso a veces incluye a la audiencia. Olive tiene dolores dentro, que considera lo normal. Por eso es un retrato tan desolador a la depresión.Porque Olive no es una depresiva postrada, o sin energías, como a veces son retratadas las enfermedades mentales románticamente en pantalla (o como la que interpreta la estupenda Rosemarie DeWitt en esta misma producción). Es un dínamo, una fuerza de la naturaleza, una lluvia torrencial que puede salvar de la sequía o ahogar. Olive Kitteridge es de las personas que ve el mundo con anteojos oscuros. Pero no quiere, nunca, a pesar de todo, dejar de vivir.
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