Pelota de papel
Sobra explicar la admiración que en los niños y jóvenes despiertan los futbolistas. No son pocos los que han crecido soñando convertirse en un Alexis, en un Medel o en un Vidal, mientras estudian para la prueba de lenguaje o la de matemáticas. Es tanta la admiración y las alegrías que los futbolistas prodigan a los muchachos que si éstos debieran agradecerles probablemente habría que poblar con estatuas y monumentos varias ciudades de Chile.
Sin embargo, cuando los futbolistas salen de su ámbito de acción -las canchas y las páginas deportivas, fundamentalmente-, muchas veces se convierten en personajes muy diferentes a los que los jóvenes idolatran. Es cierto, no tienen la obligación de ser modelos de virtud; no han firmado contrato alguno que los conmine a ello. Pero también es cierto que la mayoría de las cosas más valiosas son aquellas que hacemos por propia voluntad, por el puro deseo de hacerlas.
Digo esto a propósito de una iniciativa a la que un grupo de futbolistas dio forma el año pasado y que hasta el día de hoy siguen empujando. Todo comenzó allá por 2015 cuando los uruguayos Jorge Cazulo (Sporting Cristal) y Agustín Lucas (Miramar Misiones) y los argentinos Sebastián Domínguez (Newell's) y Mariano Soso (ex técnico de Sporting Cristal) quisieron canalizar sus inquietudes literarias y escribir un libro con historias escritas por futbolistas, ex futbolistas y entrenadores.
No fue fácil embarcar a sus compañeros en una empresa que, de primeras, parece tan lejana al mundo del fútbol. Los prejuicios se han encargado de prefigurar que los futbolistas, devotos del culto al físico, tienen distancia y resistencia a cultivar las artes intelectuales y del conocimiento.
"Si bien el futbolista generalmente tiene raíces muy humildes y ese chico llega a primera para ser la salvación, si uno busca se encuentra de todo. Cazulo, por ejemplo, tiene una cultura especial. Así encontramos a un montón de chicos. No era mi caso, pero sí Agustín y Cazulo fueron más insistentes en eso de desmitificar al jugador del fútbol, sacarnos el rótulo o mochila de que lisa y llanamente somos burros", explica el propio Domínguez.
Así, reclutaron un grupo importante de jugadores y entrenadores -a la que sumaron un grupo de ilustradores y escritores, que presentaban cada uno de los cuentos del libro-, entre los que figuran Pablo Aimar, Rubén Capria, Facundo Sava, Javier Mascherano, Roberto Bonano, Jorge Valdano, Juan Pablo Sorín y hasta el mismísimo Jorge Sampaoli. Todas sus historias aparecen bajo el título de Pelota de papel.
El libro se ha convertido en superventas en Argentina y Uruguay, ha vendido más de 18 mil copias y va fue lanzada la quinta edición. Las regalías van a beneficio de las fundaciones Sí (Argentina) y Pro Derechos (Uruguay), dedicadas a promover la inclusión social de los sectores más vulnerables y una sociedad más justa, más solidaria y más democrática, respectivamente.
De cualquier modo, lo más importante no es eso, sino el interés de los autores por llevar el libro al mayor número de muchachos y niños. De ahí que en todas las pensiones donde los clubes alojan a sus chicos de inferiores Pelota de papel está. Y lo mismo pasa en muchos hospitales y escuelas de sectores vulnerables. Sobra decir que no los anima la gloria ni la posteridad. Como dice el propio Agustín Lucas: "Si un solo pibe se acerca a la literatura por este libro entonces el objetivo ya está cumplido".
En este mundo, donde la lectura -herramienta sustantiva de la educación y, por qué no decirlo, de la vida- la tiene difícil, la labor de este grupo de futbolistas es, cuando menos, para aplaudirla… Para aplaudirla e imitarla.
Comenta
Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.