Pensar hacia atrás




En "Estudio en Escarlata", Sherlock Holmes sugiere pensar al revés, razonar a la inversa de cómo piensa normalmente la gente. Una vez que se da un conjunto de circunstancias, se tiende a querer predecir el resultado consiguiente cuando, en realidad, es más provechoso atender a lo que nos habría llevado a ese punto: los pasos concretos cuya sucesión condujo a que llegáramos a lo que hay que explicar. La virtud de este método es que sería deductivo-analítico, dice Holmes. Lo otro -soslaya- sería puro "wishful thinking" (querer que algo sea), desestimando lo ya ocurrido e impidiéndonos dar con el verdadero culpable para, una vez identificado, asignarle las responsabilidades correspondientes.

"Elementary, my dear Watson", pero la gente no piensa así. Piensa como en Chile cuando salen los resultados de las encuestas políticas.

<em>Les va mal al Gobierno y a la Presidenta, y sacan cuentas alegres anticipadas. No hay que equivocarse, sin embargo; ni Bachelet ni sus ministros y asesores están muertos. El presidencialismo tiene, entre varios otros defectos, el lamentable inconveniente de que hace perdurar los malos gobiernos mucho más allá de cuando se hace patente su pésima gestión".</em>

Los opositores y hasta los más díscolos de la coalición gobernante, puede que se contenten con gritar "abajo el mal gobierno, ¡viva el rey!", pero la raíz del problema persiste.

Hagamos, pues, el ejercicio que sugiere Holmes. ¿Qué sabemos hoy que incluso ya sabíamos antes del desplome que registran las encuestas? Evidencia comprometedora hay. Está lo de la retroexcavadora (que lo resume casi todo); la insistencia en que el Programa es sacrosanto, no se toca; el que sea uno de los paquetes de reformas más revolucionarios en los últimos 50 años; también el ánimo furioso detrás (sólo quebrando huevos se hacen tortillas, Mao Zedong dixit); el fin de cuanta cosa no les gusta (y si es en educación, con mayor razón); el propósito de revancha de Bachelet en éste su segundo gobierno por lo que no pudo hacer en el primero (el síndrome de la bala pasada); el ninguneo a la Concertación, no sólo a la derecha y Piñera; el "stonewalling", el no hacerse cargo de las críticas como modo de capear las crisis; el "por las buenas o por las malas" (dicho así de textual) cuan chantaje mafioso; el supuesto "giro a la izquierda" de la sociedad chilena, ése el signo de los nuevos tiempos que habría que honrar; la opción por no negociar (para qué, si tendrían los votos); la calle y su épica (la Primavera del 2011 en tanto génesis de las nuevas lógicas); el supuesto derrumbe del modelo; el querer resucitar a Allende y su programa (ya que no hay Guerra Fría ni Pinochet); el volvamos a nacionalizar el cobre; el capricho por hacer partícipes a los movimientos sociales porque la política y los políticos (dicho esto último por políticos profesionales, ahora de la Nueva Mayoría) no serían confiables…

No digo más, pruebas no faltan: la mera resistencia ha compensado la falta de oposición, caso resuelto. Q.E.D.

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