¿Por qué robar arte?




Cómo robar un millón, La Trampa, El caso de Thomas Crown, y mi favorita La nueva gran estafa. El cine está lleno de historias sobre robo de arte. La trama es más o menos la misma; millonario coleccionista obsesionado con poseer ciertas obras de gran valor, gran belleza o ambas, contrata a experto (y usualmente guapo) ladrón para obtenerla. Esa es también la explicación más comúnmente dada en la prensa para el mayor robo de arte en la historia de los Estados Unidos. El 18 de Marzo de 1990, mientras en Boston se celebraba el día de San Patrick con un gran desfile, dos hombres entraron al Museo Isabella Stewart Gardner y se llevaron 11 piezas. Entre ellas se encuentra uno de mis cuadros favoritos, "La Tormenta en el Mar de Galilea" de Rembrandt  y también el cuadro robado más caro que aún no ha sido encontrado;  "El Concierto"de Johannes Vermeer. En total, un botín de al menos $300 millones de dólares. 

Quien haya estado detrás del robo sabe de arte y tiene muy buen gusto. Eligió los cuadros con cuidado, no tomó lo que se encontraba más fácil, ni todos de la misma sala ni el mismo piso. Es por eso que la teoría del "Gran Coleccionista" tomó más fuerza que nunca. Sin embargo, los expertos en robo de arte de Interpol, el FBI y Scotland Yard no creen que existan grandes millonarios que andan inescrupulosamente robando arte alrededor del mundo para colgarlas en su comedor. De partida, de las piezas recuperadas (que no son pocas) nunca se ha encontrado una en manos de un millonario coleccionista.

<em>Es cierto que hay algunos casos en que el mismo ladrón colecciona obsesivamente arte, pero la mayoría de quienes gozan con el arte y tienen dinero para comprarlo no dudarían en revisar el catálogo de arte robado de Interpol antes de pagar los altísimos precios que se pagarían por, <strong>por ejemplo, "El Concierto", avaluado en más de $200 millones de dólares.</strong></em>

¿Quién roba arte entonces? ¿Por qué motivo? La verdad es que la mayoría de los robos de arte son actos de oportunismo. Gran parte de ellos son extraídos en robos a casas particulares y menos de un cuarto son robados de galerías y museos, pero son sin duda estos robos los que reciben mayor atención pública y de las autoridades. Sin embargo, robar arte desde museos y galerías resulta ser relativamente fácil. Son muchos más los casos exitosos que los de robo frustrado, incluso hay un mesero francés llamado Stéphane Breitwieser que alcanzo a robar 239 piezas de pequeños museos e iglesias por toda Europa antes que lo pillaran el 2001. En Chile, parece ser que cada vez que se lo han propuesto lo han logrado; el robo del Rodin de la exposición del Bellas Artes el 2005, el robo de un cuadro en la Iglesia de San Francisco el año pasado y recientemente el robo de dos obras de Damien Hirst que se encontraban en el MAC.

Sin embargo, si lo que se busca es ganar plata robando arte se tiene un tremendo problema. El arte puede ser muy fácil de robar, pero el arte robado es muy difícil de vender. Tanto quien robó el Rodin el 2005 como quien entró al MAC la semana pasada se dieron cuenta de esto rápidamente y devolvieron lo robado antes de meterse en más problemas (o bien venderlo nunca fue su intención). Quien entró a la Iglesia de San Francisco y se llevó un cuadro colonial intentó vendérselo a un anticuario, quien rápidamente se dio cuenta de que tenía en frente y llamo a la policía. El cuadro era ciertamente muy valioso, pero muy difícil de vender para un ladrón común.

Esto no es fácilmente percibido antes de robar un cuadro y cada mes unas 1,000 obras de arte se unen a la lista del Art Loss Register, que tiene 650 obras solo de Picasso. Los precios de las obras de arte pueden llegar a ser tan astronómicamente altos que llaman la atención y no falta quien planea robar un cuadro, asumiendo que como vale muchísimo lo podrá vender por muchísimo. Pero las grandes obras de arte que reciben mayor publicidad resultan prácticamente invendibles, las menos conocidas pueden quizás llegar a ser vendidas en el mercado informal pero a un precio infinitamente menor  que su valuación oficial (o de frentón, en el caso de las esculturas, fundidas y vendidas como material).

Ahora mismo en Europa están vueltos locos con el caso de seis rumanos que el año pasado robaron el Museo Kunsthal de Róterdam. Al parecer luego de varios intentos infructuosos por venderlos la madre de uno de ellos enterró los lienzos, y cuando la policía logró atrapar a su hijo la mujer no encontró nada mejor que quemarlos. ¡Quemarlos! Como consecuencia, solo ha empeorado la posición de su hijo que ahora no tiene nada con que negociar su libertad. (La madre de Stéphane Breitwieser hizo lo mismo y se ganó unos cuantos años en la cárcel para ella también, por destrucción de patrimonio)

Y es que la mayor utilidad de un cuadro robado es esa, son usados como garantía para negociar reducción de penas. O sea, una vez que el ladrón roba un cuadro, se da cuenta que lo que hizo es una estupidez porque el cuadro es invendible, puede negociar que no lo juzguen o una pena menor a cambio de devolver el cuadro. ¿Qué tan inteligente es esto? Poco.  Pero no siempre es esta la situación. Grandes mafias han aprendido a hacer de esto un arte.

Me explico. Se cree que las grandes mafias –italianas, griegas, rusas, irlandesas, etc- se dedican al robo de arte para tener salvaguardas cuando los pillan por otros crímenes. Es decir, negocian bajar penas por tráfico de armas o de droga a cambio de devolver un Monet. Y al parecer, les resulta. Además, se supone que distintas mafias intercambian cuadros a cambio de droga o armas, y que los bancos en paraísos fiscales de dudosa reputación aceptan arte robado como colateral para préstamos. Al fin y al cabo, el banco si puede esperar que el crimen prescriba y reaparecer el cuadro en Sotherby's en unas décadas (o en Amazon, tal como se están dando las cosas).

Esto es lo que se cree pasó con el robo en el Museo Isabella Stewart Gardner, con que empecé esta historia. El hecho que haya sido en San Patrick difícilmente es una coincidencia. El FBI ha llevado la investigación a Irlanda, y hace unos meses aseguró que ya tenía identificado a quienes tienen en su poder las obras y están, supuestamente, a punto de encontrarlas. Los irlandeses son, al parecer, los que llevan la delantera en este tema. El IRA ha tratado más de una vez de intercambiar prisioneros por cuadros robados.  Y tienen una cierta afinidad con Vermeer, además de "El Concierto" se robaron dos veces "Lady escribiendo una carta con su mucama" (1974 y 1986).

La segunda vez Martin Cahill y sus amigos mantuvieron la pintura secuestrada y pidieron un rescate de 20 millones de libras. No les resultó, pero con ello quedo bautizado el "artnapping", o secuestro de arte. Desgraciadamente, más de alguna vez el "secuestrador" ha muerto sin lograr que le paguen lo pedido, como se cree es el caso de los dos paneles faltantes al altar de Van Euyk en la iglesia de Ghent, perdido desde 1934 y por el cual se ha dejado de recibir cartas pidiendo un rescate hace un buen tiempo. Pero a otros les ha resultado, y el "secuestro" ha pasado a ser una de las principales razones para robar arte.

Las más interesadas en pagar el rescate cuando se está en un caso de artnapping son sin duda las aseguradoras.  Todas las compañías de seguro niegan haber pagado dinero de "rescate", pero las historias abundan.. El caso mejor documentado es el  de tres pinturas de J. M. W. Turner pertenecientes al Tate Museum pero robadas en el Kunsthalle Schirn de Frankfurt en 1998. La "Operación Cobalt" fue convincentemente argumentada por la BBC en su documental "Undercover Art Deal". Eso sí, las aseguradoras están cada vez más sospechosas ya que a más de alguno lo han pillado auto robándose su Picasso para cobrar el seguro.

¿Algo de esto explica lo que pasó en el MAC la semana pasada? Dudosamente. Es mucho más probable que nos estemos enfrentando a un típico caso de oportunismo, en que los ladrones no tenían idea como manejar los artículos robados ni como deshacerse de ellos y mucho menos transformarlos  en dinero líquido. (Tampoco me parece probable que Juan Yarur se haya auto robado para tratar de cobrar el seguro).  Quedan algunas posibilidades más allá de la simple tontera oportunista. La primera es el deseo personal por el cuadro, al más puro estilo Stéphane Breitwieser. Pero esta opción es dudosa dado que los dejaron abandonados ese mismo día.

Y finalmente, podemos considerar una última razón por la cual más de una obra ha sufrido robo: ideología. Casos hay también muchos. El primer robo de la Mona Lisa por un italiano llamado Peruggia, trabajador del Louvre, supuestamente ocurrió porque Peruggia quería que la pintura volviera a Italia (según él Napoleón la había robado, cuando en verdad fue un regalo de Da Vinci a el rey Francisco I, 250 años antes de Napoleón). En Chile es famoso el robo de la silla del Bellas Artes en 1981 que fue entre oportunismo e ideología. Un grupo de rugbistas que venía de una despedida de soltero se la robó y al día siguiente la tiraron al Mapocho.  La silla era parte de una controversia sobre qué es y que no es arte. Para los rugbistas la respuesta era no.

Damien Hirst ha sido más de una vez parte de la misma controversia, varios dudan en llamar su trabajo arte. Su mayor enemigo son las sociedades protectoras de animales, ya que ha usado desde tiburones hasta mariposas muertas en sus obras. En este caso, sin embargo, las mariposas no eran verdaderas sino litografías. También grupos artísticos han criticado fuertemente a Hirst por producir su arte de manera "capitalista", y los grupos de Occupy London atacaron una de sus obras directamente.  Si fuese el caso y este fuera una acción política en protesta a Hirst sería algo más entendible lo ocurrido en el MAC, claro que no apostaría mi plata a que fue así.

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