Profeta en su tierra




Se leyó como un error imperdonable o como un descaro mayor. Pero quizás el diario mexicano Reforma no estaba tan equivocado cuando hace un par de semanas, a partir del anuncio de los nominados para la próxima edición de los Grammy Latinos, tuiteó "Mon Laferte es la única cantante nacional que postula como Nuevo Artista".

Otros artículos del periódico sobre la viñamarina de 33 años dan cuenta de que saben perfectamente bien donde nació, pero el posteo aquel revela algo que es difícil de discutir: todas sus nominaciones y premios recientes, para ser más exacto, todo lo que ha hecho como "Mon Laferte" y ya no como "Monserrat Bustamante", es fruto de su trabajo en el país del norte.

Lo decía ella misma cuando visitó Chile en mayo pasado para su primer concierto en el país bajo ese nombre artístico que adoptó en 2007, el año que fijó residencia en México: que acá todo cuesta demasiado, que va a ser difícil no importa el género que hagas y que somos pocos habitantes y estamos muy lejos de todo y que las pocas posibilidades que tengan van a querer ser manipuladas por alguien más.

Pero en la voz de la cantante que se hizo popular en el programa Rojo Fama Contrafama, de TVN, espacio en el que participó entre 2003 y 2006, no había resentimiento ni amargura, pero sí la certeza de que para conseguir algo como lo que está consiguiendo ella -sus dos nominaciones al Grammy Latino, otra para los MTV de Europa, su primer show en el Auditorio Nacional del DF, etcétera- hay que renunciar a la nostalgia, armar maletas y tener la valentía de ir a probar suerte a las grandes ligas.

Lo saben otros antes que ella. Lucho Gatica, Los Ángeles Negros, Sonia y Myriam, La Ley y Los Bunkers son algunos de los que se han atrevido a fijar residencia en la tierra del tequila y han visto cómo sus logros son tardíamente reconocidos en casa y sólo cuando resultan abrumadoramente evidentes. La chilena Mon Laferte, a la que le impusieron el repertorio de sus dos primeros discos, esos que firmaba cuando el programa la bautizaron como "La Chica de Rojo", no sólo encontró una oportunidad en México. También encontró su propia voz artística y un repertorio, bolerístico y rockero a la vez, que más se vincula con la tradición azteca que con la del cancionero local. La más mexicana de las cantantes chilenas se está convirtiendo en una estrella continental. Y tan desafortunado como que intenten apropiarse de su nacionalidad sería celebrar como propio un triunfo que se ganó sola y muy lejos de Chile.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.