¿Qué estás haciendo por tu país?




Hay un monumento con forma triangular en la rotonda de La Pirámide, al lado del Colegio Saint George. Está ahí para recordar algo. Algo que, pienso, es bueno conocer. En ese exacto lugar, el 12 de abril de 1818, una semana después de la batalla de Maipú, el general San Martín se reunió con su ayudante de campo, el general Juan O'Brien, para revisar la correspondencia incautada al derrotado representante español, Mariano Osorio. Entre las cartas encontraron varias que comprometían a supuestos patriotas en actividades favorables a la causa realista, lo que habría dado motivo a enjuiciarlos por traición. Sin embargo, comprendiendo que lo más importante para el futuro de la patria era la reconciliación entre los chilenos, San Martín arrojó las cartas al fuego, pues entendía que así evitaba años de recriminaciones, venganzas y rencores.

El secreto de esos nombres los llevaron ambos generales a la tumba. En recuerdo del hecho, en 1826, Manuel de Salas, dueño de estos terrenos, donó una pequeña parte al general Juan O'Brien, quien levantó allí una casa rústica. El monumento actual, junto a una placa que relata estos hechos y que instaló en el año 2000 la Municipalidad de Vitacura, nos recuerda el lugar donde estaba ubicada la casa, así como la historia que narro. Un trozo de nuestra biografía como nación que probablemente es muy desconocida, pero que grafica algo extraordinario: ha habido momentos en que nuestros líderes han pensado en el largo plazo, en el bien común, en el beneficio de todos antes que en la tajada individual.

Confieso que cuando terminé de leer el relato acerca de este monumento piramidal, sentí una suerte de melancolía. Mi mente viajó 198 años al pasado y quise darles las gracias a esos dos hombres por no apuntar con el dedo, por no buscar la ventaja rápida, por entender que la visión de Estado, la adultez política, el verdadero liderazgo, consiste también en tolerar ciertas incomodidades, en entender que lo perfecto puede ser enemigo de lo bueno, pues lo que se busca es un logro mayor. Pienso en la lucha de poder desatada que se ve hoy entre los distintos grupos que forman parte de la coalición gobernante, recuerdo la bajeza de varios de los "socios" políticos del ex presidente Piñera y, desde la vereda más cercana, me toca, nos toca, ser testigos de ese mismo comportamiento mezquino, pero en formato ciudadano. O, habría que decir, anti-ciudadano. Ya sea haciéndose el dormido en el asiento para embarazadas del metro, capeando el taco por la berma del camino o evadiendo el pago del Transantiago, cada una de esas pequeñas y miserables victorias son una derrota para el conjunto, para la sociedad.

Creo que es una obligación moral preguntarnos qué hacemos para que Chile sea un lugar mejor. No sólo por los que vendrán después, sino porque hoy necesitamos más calidad de vida: más confianza, más respeto, más apoyo. El ejemplo de San Martín y O'Brien es tremendo: ellos entienden que para hacer futuro se les necesita a todos. Retroceden un espacio para avanzar diez. Construyen mentalmente un Chile de largo plazo. Miran más allá. Es lo que nos falta. Mucha más generosidad y madurez en lo público y en lo privado. Más ganas de vivir en una comuna, en una ciudad, en una región y en un país extraordinario. Más ganas de dejar un legado.

Más gente como Benjamín Vicuña Mackenna, el primer intendente de Santiago, que entendía que todos éramos más felices si teníamos áreas verdes de lujo: por eso convirtió el cerro Santa Lucía en un espacio tan lindo y elegante como el mejor jardín de la casa más adinerada (y esa es sólo una de las miles de cosas extraordinarias que hizo este prohombre). Y, claro, más monumentos y placas explicativas que  narren estos fantásticos ejemplos. Insisto, creo que es momento de preguntarnos qué es lo que cada uno de nosotros está haciendo para que este sea un mejor lugar donde vivir.     

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