Rol del mercado es insustituible
La historia de Chile revela con elocuencia que los períodos de mayor intervención del Estado en la economía, ya sea como empresario directo o a través de políticas proteccionistas a favor de determinados sectores, no fueron positivos para el país. Por el contrario, la evidencia muestra que los períodos de mayor prosperidad han sido aquellos en los cuales han prevalecido condiciones para que el emprendimiento pueda desplegarse con todo su potencial, en un marco de competencia en los mercados y de apertura e integración a la economía mundial.
Pero sin perjuicio del insustituible rol que juega el mercado como instrumento eficiente para asignar los recursos en la economía, ello no obsta a que haya espacio para que a través de la intervención del Estado se pueda corregir el efecto causado por elementos de fricción o imperfecciones que impiden que las fuerzas del mercado conduzcan en forma natural a una situación de óptimo. Caso típico es la presencia de externalidades en la producción de ciertos bienes o servicios, la existencia de asimetrías de información o problemas de coordinación entre distintos agentes, y la necesidad de proveer ciertos bienes públicos que el mercado por sí solo no va a producir.
Desde esta perspectiva, el ancla de las políticas de desarrollo productivo debe ser la creación de condiciones para que los mercados puedan operar en un marco de efectiva competencia. Y esto se refiere no solo a la forma como se comportan entre sí los actores ya instalados en las distintas industrias, sino que muy especialmente a la posibilidad de que los mercados puedan ser "desafiados" por nuevos entrantes que desean ocupar alguna parte del espacio que ostentan los operadores tradicionales. En esta línea se ubican políticas que van desde la facilidad para iniciar nuevos negocios y para poder finiquitarlos si los resultados no fueron los esperados -elemento clave para elevar la productividad de un país-, hasta la eliminación de barreras legales y burocráticas que dificultan el desarrollo de la actividad emprendedora. La misma orientación deben seguir políticas regulatorias -entre ellas la tributaria y la laboral-, de manera de no cargar sobre las espaldas de los emprendedores una mochila excesivamente pesada que les impida desenvolverse y competir con éxito en un mercado globalizado. Las intervenciones específicas que apuntan a corregir fricciones también tienen un espacio, pero como complemento de lo anterior.
No cabe duda de que, en pleno desarrollo de una nueva revolución industrial, Chile deberá mutar hacia una nueva matriz productiva y de exportaciones, partiendo por agregar mayor valor en los sectores en los que el país ya posee ventajas, como lo son las áreas de recursos naturales. Pero para que este cambio sea sostenible en el tiempo, ello debe darse como consecuencia natural de las fuerzas del mercado viéndose incentivadas a evolucionar en esa dirección ante el conjunto de señales recibidas, realizando el Estado labores de "tender puentes" donde haya "caminos cortados" en materia de carencias, brechas y fricciones. Lo que se debe evitar son los diseños constructivistas planificados a nivel central, por bien intencionados que sean, ya que ellos nunca van a lograr emular lo que el mercado puede lograr. Más que elegir sectores ganadores, lo que el Estado debe hacer es ayudar a conectar a los sectores con potencial para que puedan desenvolverse exitosamente, a través de instrumentos abiertos a todos, de carácter temporal, de manera de evitar riesgos de captura y la generación de actividades que nunca van a lograr ser autosustentables.
Comenta
Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.