Todos quieren ser presidentes, pocos quieren construir partidos




En los últimos meses ha habido un desfile de figuras públicas que han manifestado su interés en convertirse en candidatos presidenciales. Si bien el lanzamiento de la campaña de Ricardo Lagos ha sido la más comentada, son varios los sectores políticos en los que abundan los "estoy disponible". Las manifestaciones de apoyo y de oposición también han ocupado parte importante de la agenda noticiosa. Indudablemente, las dificultades políticas que enfrenta el país – entre otras, el preocupante nivel de abstención electoral y el declive de la confianza en las instituciones políticas – requieren de liderazgo político. Desde este punto de vista, parece positivo que distintas figuras estén dispuestas a asumir estos desafíos. No obstante, resulta cortoplacista pensar que una candidatura presidencial nos va a sacar de la encrucijada política en la que nos encontramos. Parece que ya se nos olvidaron los riesgos de depositar todas las fichas en un liderazgo fuerte como sucedió con la candidatura presidencial de Michelle Bachelet.

Este temprano debut de la contienda presidencial contrasta con la ausencia de un debate sobre cómo (re)construir los partidos políticos, los cuales, según la última Auditoría de la Democracia del PNUD, alcanzan niveles históricos de desaprobación por parte de la ciudadanía. Llama particularmente la atención que este debate no concite interés dado las implicancias de la legislación recientemente aprobada para fortalecer los partidos políticos, la transparencia y la democracia. La introducción del financiamiento público a los partidos políticos tiene un objetivo muy claro: facilitar que los partidos sean organizaciones con vocación pública que promuevan la participación y formación política de los ciudadanos. Entre otros temas, la nueva legislación establece que los partidos políticos deben fomentar la participación política inclusiva y equitativa, especialmente de las mujeres y los jóvenes, facilitar la interacción ciudadana con las instituciones del Estado, realizar talleres y cursos en torno a temas políticos, y orientar a la sociedad civil de forma permanente.

A diferencia del protagonismo mediático que conlleva montar una campaña presidencial, impulsar las actividades anteriormente mencionadas es un trabajo habitualmente invisible y de larga data. Sin embargo, una de las lecciones que nos dejaron las recientes elecciones municipales es el potencial de los "puerta a puerta" y de un trato más cercano con la ciudadanía. Más allá de las medidas para facilitar la participación electoral que han sido propuestas en los últimos días – voto electrónico, voto anticipado y transporte público gratuito, entre otros – la compleja tarea de revertir la desafección política y la abstención electoral pasa por (re)construir los partidos políticos. Ahora que pasó el intenso trabajo de campaña electoral y que los partidos han tenido un tiempo para adaptarse a las exigencias introducidas por la nueva legislación, esperamos que los próximos anuncios estén relacionados a cómo los partidos, de manera creativa y con una mirada de largo plazo, diseñan actividades que inviten a participar en la vida partidaria. Para ello no basta con el surgimiento de líderes dispuestos a ser candidatos presidenciales. Se necesita más bien de personas y grupos interesados en (re)construir proyectos colectivos.

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