Trump, Brexit, Colombia




LLAMA LA atención que los primeros análisis sobre la elección de Donald Trump den por sentado que se ha producido un cambio radical en la sociedad norteamericana, un antes y un después del punto de vista sociológico y hasta existencial. Pero si no fuera por el sistema electoral de Estados Unidos, lo cierto es que Hillary Clinton sería hoy presidenta electa de ese país, ya que obtuvo casi cuatrocientos mil votos más que Trump. Y en ese caso solo habría análisis con respecto al desplazamiento del voto demócrata y republicano, y la composición del voto de Trump que aporta novedades, aunque no sorpresas, si vemos bien la retórica comunicacional de su discurso.

Con este resultado, con un presidente que no tiene la mayoría social de su lado, una opinión pública activa y resuelta, un Parlamento que ahora controla, pero que deberá ser renovado en dos años más, cuando ya se sepa por donde van su administración y sus promesas, y el hecho que 100 millones de potenciales votantes (casi el 50% del electorado) no votaron, cabe hacer una reflexión.

Revisemos otros pronunciamientos recientes. En el caso del Brexit, la abstención fue casi del 40%, ganó por cuatro puntos pero perdiendo en Escocia e Irlanda, y en el caso del plebiscito de la paz en Colombia, el No ganó solo por un 0,5%, con una abstención del 63%. Cabe por tanto preguntarse si las decisiones de esta envergadura deben quedar sujetas solamente a un juego de mayorías y minorías simples, o, en los tiempos que corren, en la era de las comunicaciones y la hiperinformación saturadora, no conviene revisar estos sistemas, para asegurar mayorías sólidas y contundentes que den estabilidad política a los países y al mundo. EE.UU. está hoy dividida en dos mitades. El Brexit sigue concitando reacciones contrarias y dificultades de implementación. El proceso de paz en Colombia sigue pendiente.

Sobre las consecuencias concretas de la presidencia de Trump, dentro y fuera de los Estados Unidos, solo cabe esperar que asuma y ver los primeros meses como perfila su gestión. Las especulaciones al respecto, no creo que aporten mucho, si bien hay ciertas señales que dio durante su campaña y las que está entregando en estos días, que podemos ir analizando y valorando en su justa medida, atendiendo a la compleja distribución institucional y controles cruzados en el ejercicio del poder en esa nación, que no confieren al presidente un poder omnímodo. Los temas que mayor atención exigirán de nuestra parte, tienen que ver con su política exterior y las relaciones económicas internacionales. Las relaciones con América Latina, hasta el momento en su discurso se concentran principalmente en México, la inmigración, barreras a sus productos y los empleos que quiere de regreso. Su otro foco es China, el TPP y la OMC. Globalmente, habrá que ver cómo abordará las relaciones transatlánticas, cómo maneja el acuerdo comercial y de inversiones con la Unión Europea, sus relaciones con Rusia y la lucha contra el terrorismo.

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