Ulk es prioridad




Un par de veces había ido antes con mis hijos al Museo Histórico Nacional, a un costado de la Plaza de Armas, y mis recuerdos de la experiencia eran muy buenos. Es un museo de tamaño abordable, con material variado y bien exhibido. Además cuenta con algunos elementos destacados, que hacen merecedora la visita, como el famoso cuadro de Pedro Lira "La  Fundación de Santiago" donde aparece Pedro de Valdivia sobre el entonces cerro Huelén, el lado izquierdo de los anteojos Magnum que el presidente Salvador Allende habría ocupado al momento del golpe militar, y cuando la juventud se empieza a aburrir viene al rescate Ulk, el gran danés embalsamado, quien fue la mascota del presidente Arturo Alessandri. 

<em>Con estos recuerdos partí con un gringo, alumno de tercer año de historia en Georgetown,<strong> a mostrarle el centro de Santiago y aprovechamos de entrar al museo.</strong> Y me dio pena. No es que el museo haya empeorado, estaba tal cual que en mi última experiencia, pero en esta visita se me hizo patente la escasez recursos para administrar el museo,<strong> lo que  no se condice con el desarrollo económico que ha experimentado el país.</strong></em>

Una cosa es un paseo dominguero (es gratuito) con la familia y otra muy distinta es el chovinismo herido frente a la mirada sorprendida del gringo frente a las maquetas venidas a menos, los afiches desteñidos y la pobreza en general. Obvio que no podemos competir con los museos de Washington, pero quedé con una fuerte sensación de que nos merecemos como sociedad algo bastante mejor. - ¿Qué te pareció? Le pregunté con boca chica, -muy interesante – me contestó educadamente, pero su cara lo decía todo.

El Estado ha dejado de lado dar un sustento razonable a sus museos y bibliotecas públicas para concentrar su plata en financiar múltiples emprendimientos culturales, lo que por supuesto, siempre es insuficiente y se presta para la queja y el llanto de quienes no obtienen los recursos.

En esto hay una distorsión clara del rol del Estado, los pesos estarán mucho mejor gastados si se invierten en dotar al país de una infraestructura adecuada para que la población tenga acceso a bienes culturales a los cuales no tiene llegada  en forma privada, que financiando la película experimental de dos jóvenes idealistas o la obra de teatro del avezado director, donde la entrada cuesta $10.000 para público en general y $7.000 estudiantes.

Si el Estado, como tal, ha decido invertir en el mundo cultural, debiese hacerlo en bibliotecas públicas bien dotadas y distribuidas a lo largo del país y en museos robustamente financiados que den cuenta adecuadamente de nuestra historia y cultura. No  se trata de cortar el financiamiento a las diversas expresiones  del arte, pero no es irrelevante donde están los acentos y las prioridades.

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