Una libertina refrescante




El segundo libro de Camila Gutiérrez, No te ama, se concentra principalmente en un par de amores que tuvo la protagonista y narradora, una muchacha vivaz llamada Camila. Se trata de Vietnam, una chica alta y silenciosa, y Bolivia, un joven al que le gusta comer palta y huevo al desayuno. Pese a que varias veces se declara lesbiana, Camila practica la bisexualidad con bastante desparpajo. Sin embargo, en ocasiones, la atormenta la duda, por eso de "no ser tan lesbiana como creo que soy". Camila se inició sexualmente a los trece años con "el Aldo", pero el adjetivo "promiscua", para aquellos tartufos que ya estén pensando en él o en otro peor, le queda chico. Camila es, con todas sus letras, una libertina refrescante.

A primera vista, No te ama aparenta ser una novela livianita. Pero sólo a primera vista, puesto que allí donde el lector distraído percibe atarantamiento narrativo o espontaneísmo puro, lo que hay, en realidad, es un trabajo literario efectivo que se sustenta en el lenguaje coloquial, en la anécdota trascendente, en la tan humana búsqueda de la felicidad, en la refutación de la matraca feministoide, en la impudicia, en el desprecio por lo solemne y en el manejo de una perversidad astutamente camuflada bajo el manto de la inocencia o de la religión. Si a ello le agregamos el humor oscuro de la narradora, dirigido sin piedad en contra de sí misma, ya contamos con atributos suficientes como para hablar de una construcción sólida.

La cultura pop es otro elemento relevante en esta novela ágil y bien pensada: "Buena señal 1: Me mandan a Antofagasta por trabajo y, en el avión, justo a mi lado, va el Compadre Moncho. Buena señal 2: Francini Amaral, junto a Flaviana y los otros Axé Bahía, están como siete filas más adelante. Mala señal 1: Francini Amaral salió con F.C., famoso animador chileno que jamás hay que nombrar en un avión". La aparente liviandad, entonces, se convierte así en una cualidad más del relato.

Aquí también hay material para satisfacer la curiosidad antropológica: el lector que no esté familiarizado con las costumbres de cierto segmento veinteañero de clase media -hablo de universitarios despiertos, hedonistas, liberales pese a provenir de hogares severamente religiosos, como es el caso de la narradora-, encontrará un buen compendio de actitudes y posturas existenciales en las que prima la flexibilidad y un cinismo de combate que, en la mayoría de las situaciones planteadas, varias de ellas dramáticas, resulta encomiable. Un ejemplo simple de lo anterior se da cuando Camila accede a visitar a la psicóloga que le recomienda Vietnam: "Yo, exevangélica, apóstata activa y opositora de las narrativas testimoniales (yo estaba en las drogas en el alcohol estaba deprimido pero ahora tengo a cristo), estoy diciéndole con fervor: 'Antes andaba muy desordenada tomando mucho comiendo pésimo durmiendo poco tuve que estar varios días en el hospital a veces las cosas que parecen terribles terminan siendo buenas'".

El evidente trasfondo autobiográfico de No te ama -"Yo me voy a un festival de cine gringo a estrenar Joven & Alocada, una película de la que ya hablé mucho en otro libro, en un par de entrevistas y en un montón de conversaciones"- no le quita ni le agrega gracia al libro. Poco importa que Camila Gutiérrez, que efectivamente fue una de las guionistas de la película mencionada (el filme ganó el premio al mejor guión en el Festival Sundance), haya echado mano de su existencia para armar la narración. El atractivo del asunto no está en el morbo que ello pueda suscitar, sino en algo mucho más simple y cómico a la vez, algo a lo que alude la frase de Alexis Sánchez que sirve de epígrafe a la novela: "¿Y para qué estamos? ¿Para vivir o para qué?".

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