Agnès Varda, cineasta francesa: "He logrado bastante y sólo quiero energías para filmar un poco más"

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Llamada "la abuela de la Nueva Ola", Varda se adelantó en cinco años al primer filme de François Truffaut y es una de las dos sobrevivientes del movimiento junto a Jean-Luc Godard. Su reciente Visages villages, nominado al Oscar a Mejor Documental 2018, se muestra el lunes en el Festival de Cine de Francés de Santiago y Viña del Mar.


Detrás de cada fachada hay una vida interesante y tras cualquier objeto siempre una buena historia que contar. Este es uno de los mandamientos de la obra de Agnès Varda (1928), la cineasta francesa que el 4 de marzo llegó al Teatro Dolby de Los Angeles invitada a propósito de Visages villages, su documental nominado al Oscar. La película se entromete en forma cariñosa y sensible con los habitantes irrepetibles de los pueblos de Francia. De ahí su título (Rostros, pueblos ), coherente con el credo de que en el interior de una casa siempre hay un personaje con una vida más sorprendente de lo que él mismo creería.

En rigor, Visages villages es una obra de a dos, dirigida junto al artista callejero francés JR. No ganaron el Oscar, pero a estas alturas poco importa: Agnès Varda había obtenido una estatuilla honoraria en noviembre del 2017 y su lugar en la historia del cine está asegurado desde hace al menos tres décadas, cuando se llevó el León de Oro en el Festival de Venecia por Sin techo ni ley (1985), la trágica historia de una vagabunda.

Ahora, con 89 años, Varda vuelve a recorrer algunas locaciones de Sin techo ni ley, pero en ánimo vitalista. Filma a un cartero local, a la última mujer que vive en un ex pueblo de mineros, a las esposas de los obreros de un muelle. Su película se dará este lunes a las 18 horas en el Festival de Cine Francés que desde ayer ofrecen Cinemark Alto Las Condes y Mall Marina Arauco (más información cinemark.cl/cinefrances). En Visages villages el artista callejero JR acompaña a Varda y suele estampar en las paredes las gigantografías con los rostros de sus entrevistados.

Visages villages ganó el año pasado el premio a Mejor Documental en el Festival de Cannes y es coherente con el estilo de la realizadora en la ficción y el documental. Directora de su primer largometraje Le Pointe-Courte (1954) a los 26 años, Varda se adelantó en cinco años a Los cuatrocientos golpes (1959), el filme de François Truffaut que tal vez hasta hoy es el más popular entre los títulos de la Nouvelle Vague. En aquel debut ya se notaba su predilección por la costa, las odiseas de mujeres a la deriva y los actores no profesionales.

Hoy es una de las dos sobrevivientes de la Nueva Ola junto a Jean-Luc Godard. Desde su productora en París, la directora de Cléo de 5 à 7 responde por teléfono algunas preguntas a Culto.

- ¿Cómo se ganó la confianza de los habitantes de los puebloss?

- Es fácil, JR y yo amamos a la gente. Buscamos tener empatía con quienes hablamos. Partíamos con preguntas simples. Ibamos a una tienda y le consultábamos a alguien si tenía un paraguas. Luego esa persona volvía con el paraguas y después nos contaba que había pertenecido, por ejemplo, a su madre y que lo había usado en su casamiento.Luego empezaba a contarnos la historia de su familia, de sus antepasados y de quienes habían sido sus vecinos durante toda su vida.

- Es también una película bastante democrática. Todos hablan.

- Si se refiere a que nos interesaba conversar con personas sin poder, efectivamente es una película democrática. Por otro lado, jamás le preguntamos a nadie por quien estaba votando en ese momento o cuál era su posición política.

- Pero también prefirió ciertos personajes sobre otros, como con los criadores de cabras

- Siempre nos interesó hallar a los sujetos detrás de lo que hacen. Por ejemplo, recorrimos algunas granjas donde se fabricaba queso de cabra y nos encontramos con aquel señor que le cortaba los cuernos desde pequeños a los cabritos. Nos decía que los animales no sufrían, que se demoraba apenas 12 segundos en hacerlo, y que lo hacía para que no pelearan entre ellos y tener mejores productos. Pero también nos topamos con la mujer que les dejaba crecer los cuernos y decía que los animalitos debían vivir tal como vinieron al mundo. El azar nos llevó a conocer a esa mujer, que resultó ser una persona muy bella.

- ¿Qué importancia le otorga al azar en una filmación?

- Muchísima. El azar es mi primer asistente. Tocábamos el timbre, un hombre salía y nos contaba algo, pero luego empezaban a salir historias diferentes. Eso es azar.

- Filmaron en una playa en Normandía, cerca de dónde está enterrado Henri Cartier-Bresson

- Si. Lo mostramos en la película. Yo no sabía que estaba ahí. Fue otra coincidencia. Cuando fuimos a su tumba, JR me pregunta en cámara que pienso acerca de la muerte y yo le respondo que no tengo idea. Es fácil para cualquiera decir algo al respecto, decir que uno tiene miedo, etcétera. Para mí sigue siendo un misterio.¿Acaso no lo es para usted?

- Por supuesto. Su primer filme fue mucho antes que el resto de los integrantes de la Nouvelle Vague

- Si, por eso me llaman "la abuela de la Nouvelle Vague", porque empecé antes.

- ¿Y qué recuerdos tiene de la Nueva Ola francesa?

- Es que no puedo decir que "recuerde" la Nueva Ola. Me acuerdo de las personas y de sus trabajos. De lo que yo hacía, de Truffaut, de Godard o de Jacques Demy (del que enviudó en 1990). Pero no me hablen de Nueva Ola, es una expresión que se inventó después. Ahora bien, los recuerdos son muchos: buenos y malos.Pero hablando de Visages villages espero que en Chile les guste la película, quién lo sabe. Tal vez algún día visite Chile, aunque últimamente estoy tratando de ir un poco más lento por la vida. Quiero bajar la intensidad de las cosas. Acabo de hacer una larga visita a Estados Unidos por el Oscar.

- Se consideró una injusticia que no ganara el Oscar.

- Pero tengo el Oscar honorario, que me lo entregaron hace cuatro meses atrás. Me siento bien con él.

- Es el mismo Oscar de Hitchcock y Chaplin, a quienes nunca le dieron por películas específicas

- Si. Estoy muy contenta con él. A veces los premios vienen, a veces no. En fin. Mi ánimo nunca ha sido el de la competencia. Tengo ya suficiente en la vida. Sólo quiero tener fuerzas para seguir filmando un poco más.

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