Culto

Ringo y la historia de Octopus’s garden: cuando quería vivir bajo el mar

Incluido en el álbum Abbey Road, el tema fue compuesto por el baterista de los Beatles mientras estaba de vacaciones en Cerdeña tras abandonar brevemente al cuarteto en 1968. En su grabación, se utilizaron una serie de overdubs que el grupo trabajó de buena gana, en quizás uno de los últimos momentos de alegría en la carrera de los fab four.

RIngo Starr en 1969. Alamy Stock Photo

Un día simplemente se fue sin avisar. Las turbulentas sesiones del álbum blanco, a mediados de 1968, con las tensiones presentes desde el inicio dejaron su primera víctima en quien seguramente nadie pensaba que tomaría una decisión así.

“De pronto, un buen día, alguien comentó: ‘Ringo se ha ido de vacaciones’”, recuerda George Harrison en el libro The Beatles Anthology.

Ocurre que el baterista de repente, no se sintió cómodo en el engranaje de los fab four. “Me marché por dos razones, pensé que no tocaba bien, y que los otros tres se sentían felices y unidos y yo no encajaba en el grupo –cuenta Ringo en el Anthology–. Fui a ver a John, que se había mudado de Kenwood y vivía con Yoko en mi apartamento de Montagua Square, y le dije: ‘Abandono el grupo porque no toco bien, no me siento querido y ustedes están muy unidos’. John respondió: ‘Pues yo creía que quienes estaban unidos eran ustedes tres’”.

Luego, Ringo continuó su peregrinaje para hablar con sus otros dos compañeros. Tocó el timbre de la casa de Paul McCartney, en Cavendish, y le dio las mismas razones que a Lennon. “Macca” respondió: “Yo creía que eran ustedes tres quienes estaban unidos”.

Ante las respuestas de los dos primeros, Ringo omitió hablar con Harrison, aunque de todos modos el autor de “Taxman” terminó por enterarse. “Son cosas que pasan. En realidad todos nos sentíamos igual. Yo pensé: ‘Qué hago aquí? Los otros forman una piña y yo no encajaba en el grupo’ y cuando grabamos el siguiente álbum me marché”, afirma en el Anthology.

Ringo, simplemente tomó sus bártulos y llevó a su familia de vacaciones. El lugar escogido fue ideal para ese verano europeo, la isla de Cerdeña, en Italia.

Ringo Starr en 1968. Alamy Stock Photo

“I’d like to be under the sea”

En Cerdeña, Ringo y su familia tomaron prestado el yate del actor Peter Sellers. Entre las aguas cálidas del mar mediterráneo, lejos del frío de Londres y las tortuosas sesiones en Abbey Road, el baterista disfrutó de un relajante asueto.

“Descansé y fueron unas vacaciones estupendas. Yo sabía que todos atravesábamos por un mal momento. No solo yo, todo el grupo se iba a pique. Decidí marcharme porque ya no lo resistía. La magia había desaparecido y la relación entre nosotros era desastroza. Yo había tocado fondo en mi vida”, cuenta Ringo en el Anthology.

Y fue ahí, en medio del mar, que nació la idea para una canción. Ringo habitualmente no solía componer, incluso, las veces que lo intentó anteriormente sus compañeros le tomaban el pelo porque presentaba canciones muy similares a algunas ya existentes.

Pero esta vez fue diferente. Acaso el sentirse libre de presiones y tranquilo lo hizo explorar otra veta. Aunque fue por una casualidad. Para el almuerzo, Ringo pidió un clásico de la cocina británica: pescado y papas. Pero en vez de pescado, le llegó otra cosa.

El baterista miró extrañado el plato, se sintió engañado, a lo que preguntó qué era lo que le habían llevado. “Pulpo”, dijo el capitán del yate. No viendo otra opción, Ringo y su familia simplemente se echaron al buche la carne del cefalópodo. “Nos gustó, aunque nos pareció un poco duro. Sabe a pollo”, recuerda Ringo en el Anthology.

Tras el almuerzo, Ringo y el capitán se quedaron conversando en torno a los pulpos. “Él me explicó que están en sus cuevas y que se deslizan por el fondo del mar en busca de piedras brillantes, latas y botellas que colocan delante de su cueva, como un jardín. Me pareció fabuloso, porque en aquella época yo también deseaba vivir en el fondo del mar”, cuenta Ringo en el citado libro.

Así, con una guitarra que pilló, al poco rato compuso “Octopus’s garden”. “Me gustaría estar bajo el mar / En el jardín de un pulpo a la sombra”, parte el tema, usando tanto su deseo íntimo como el dato que le entregó el capitán del yate cual experto en animales marinos.

*

A las semanas tras su salida, Ringo comenzó a recibir mensajes de sus compañeros para que se reincorporara a la banda. Y lo hizo. “Cuando llegué al estudio comprobé que George lo había decorado con flores, había flores por todas partes. Volví a sentirme bien conmigo mismo. Habíamos sufrido una pequeña crisis y todo se había arreglado”, cuenta el baterista en el Anthology.

Pero la canción no se ensayó en las sesiones del White álbum, sino que un año después. Fue durante las –también– tortuosas jornadas de Let it be, en que Ringo estuvo trabajando la canción junto a George Harrison. De hecho, ambos aparecen en una secuencia del filme homónimo trabajándola al piano y con John Lennon uniéndoseles en la batería. Harrison lo ayudó con el armado de la estructura y el desarrollo del tema.

La asistencia de Harrison no era casualidad. Con los años de carrera, viéndose desplazados por el peso avasallador del binomio Lennon – McCartney ambos comenzaron a acercarse. “Como integrantes del ‘escalón inferior’ de los Beatles, Ringo y él parecían haber desarrollado una fuerte amistad”, cuenta el ingeniero de grabación del cuarteto, Geoff Emerick, en su autobiografía El sonido de los Beatles (Indicios, 2011).

“Fue la segunda canción que escribió, y es adorable. Ringo se aburre en la batería, entonces toca el piano en la casa, aunque no sepa más que tres acordes, que son los mismos que sabe en la guitarra”, cuenta George Harrison en el libro Los Beatles, en el final, de Sergio Marchi y Fernando Blanco (Planeta, 2019).

“Me parece una canción genial porque superficialmente es una canción para niños, pero yo encuentro un significado profundo en su letra. Probablemente Ringo no lo vea así, pero ‘descansando nuestra cabeza en el lecho del mar’ y ‘podríamos estar calentitos bajo la tormenta’ son frases geniales. Porque es como si un nivel fuese la tormenta, y si profundizas en tu conciencia, encuentras la paz. Así que Ringo escribió una canción cósmica sin darse cuenta”, agrega Harrison en el citado libro de Marchi y Blanco.

Pasándola bien con los overdubs

El tema se grabó durante las sesiones de Abbey Road. En la ocasión, Ringo cantó la voz solista “con gran confianza”, según recuerda Emerick, y en general todos participaron de buena gana a la hora de grabar los overdubs. Incluso el rezongante y apático Lennon, quien durante esas jornadas se mantuvo casi al margen, se sumó entusiasta para trabajar en esta canción.

“John despliega una guitarra arpegiada y tratada con Leslie, y los coros de Paul y George son tratados con ‘wobble’, un efecto que entrecorta la señal sonora y genera un sonido como el que logra hablando –o cantando– a través de un ventilador”, cuentan Marchi y Blanco.

Ringo sacó a relucir su imaginación y se le ocurrió incluir el sonido de unas burbujas, a modo de emular de algún modo el ambiente marino en que compuso el tema. Para ello utilizó un vaso de agua con una bombilla, con un micrófono sumergido (idea que ya habían usado en “Yellow submarine”, curiosamente, también cantada por Ringo).

Pero no sería todo. “Ringo actuó como productor de facto, y en una de nuestras poco habituales conversaciones me pidió si podía hacer que la voz de la parte intermedia sonara como si estuviera cantando bajo el agua. Fue una de las pocas veces en las sesiones de Abbey Road que me desafiaron a obtener un nuevo sonido, y no desperdicié la ocasión”, indica Geoff Emerick en su citado libro.

“Después de experimentar un poco, descubrí que si pasaba la voz por un compresor y la activaba desde una señal palpitante derivada del sintetizador Moog de George Harrison, se producía un original sonido tembloroso, parecido a las gárgaras –agrega Emerick–. Era raro, como salido de una mala película de ciencia ficción, pero a Ringo le encantó el resultado.”

Además, tanto Harrison como McCartney se lucieron en la guitarra y el piano respectivamente. “George realiza uno de sus mejores solos, demostrando cuánto había evolucionado como guitarrista, mientras Paul agrega su toque en el Mrs. Mills, el famoso piano de pared de Abbey Road”, señalan Marchi y Blanco.

El tema finalmente quedó en el álbum, y su optimismo de alguna manera refleja lo que fueron esas sesiones de trabajo, acaso una de las últimas en que hubo buen espíritu de parte de todos los miembros del cuarteto.

“Octopus’s garden” se convirtió en un ineludible del reportorio beatle. Aparece en el famoso compilado The Beatles 1967-1970 y es una canción que el baterista solía incluir en sus shows en directo, aunque desde hace un buen tiempo no lo hace. Curiosamente, de hecho, en las dos ocasiones en que ha visitado Chile (2011 y 2015) no la ha incluido. ¿El motivo? Solo lo sabe él.

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