Puré de papas: una historia de Cecilia, la incomparable

Cecilia, la incomparable

Modelo de emancipación femenina y pionera en la fusión de rock y folclore en Chile, la intérprete debutó a los 19 años y fue uno de los más sorprendentes fenómenos de la música popular chilena.


Dueña de un estilo de marca personal y repertorio nutrido de fuentes tan diversas como el tango europeo, el mambo y la canción melódica italiana, Cecilia Pantoja Levi fue la reina indiscutida de la Nueva Ola y tal vez la única intérprete que, formada al calor de los sesenta junto al grupo Los de Tomé, no imitó a destajo a los referentes en boga de la música estadounidense.

Ella, según cuenta su productor musical Rubén Nouzeilles desde el booklet de Cecilia: antología 1960-1970 (EMI Odeón Chilena, 2002), “fue incomparable”.

De ahí el nombre de su segundo long play como solista, La incomparable (1965).

Nouzeilles, nombre clave para entender la industria musical chilena de mediados del siglo pasado, por su rol como director artístico del sello Odeón, la recuerda como una artista “excepcional, única entre los entusiastas clones de ese tiempo”.

El beso del taquito

Lanzada en solitario a fines de 1962, de la mano del sencillo “Uno de tantos”, una antigua canción italiana orquestada por Valentín Trujillo, Cecilia tenía 19 años cuando debutó en los escenarios.

Escoltada por Los Singers, el conjunto vocal que la acompañaba para vencer la timidez de sus primeras presentaciones en directo, su aparición no pasó desapercibida entre el gran público.

“Nunca antes una artista chilena había cantado de esa forma, nunca antes alguien había exhibido gestos artísticos tan atrevidos y arrogantes como su característico beso del taquito”, anota el periodista Cristóbal Peña en el citado disco, “seña de marca propia y a tono con el Mundial”.

Era el anuncio de un fenómeno musical dominado por una voz incomparable, al tiempo que mostraba evidentes señas de emancipación femenina.

Cecilia transgredió modelos de modales, convenciones y costumbres. Según anota Peña: “Una prueba de ello está en su participación de 1965 en el Festival de la Canción de Viña del Mar”, cuando compitió “Como una ola”, de María Angélica Ramírez,.

El periodista explica que “la cantante se trenzó en una aguda polémica con las autoridades edilicias de la época al contravenir la recomendación de no interpretar su característico beso de taquito, gesto escénico inspirado en la técnica futbolística y considerado por entonces inapropiado para ser ejecutado por una señorita como ella”.

Puré de papas

Antes de la repercusión comercial y de difusión que alcanzó “Baño de mar a medianoche”, tal vez el tema más reconocido de su repertorio, Cecilia, la del pelo corto, pantalones con cierre adelante y besos de taquito, esa figura visionaria que ayudó a desterrar la idea de que la mujer era mero adorno en el mundo del espectáculo, grabó en su primera etapa una serie de canciones que aunque no gozaron de alta popularidad sirvieron para afianzar un estilo interpretativo.

Entre ellas, temas como “Se ha puesto el sol”, “Dilo calladito” y sobre todo “Puré de papas”, una juguetona canción grabada primero por Bill Haley y escrita por la exitosa dupla de compositores formada por Kal Mann y Dave Appell, mostraron sus credenciales como cantante.

El tema, un twist grabado oficialmente en 1963 junto a Valentín Trujillo y su Orquesta, fue editado en formato de single y publicado posteriormente como último track del disco La incomparable.

Como dato curioso, Cecilia recibió en cama las noticias de que su trabajo había alcanzado el número uno, convaleciente de una anemia aguda, producto de su imparable actividad profesional.

Hoy, en medio de la crisis sanitaria, a sus 76 años, la intérprete de “Puré de papas” evita al máximo las salidas y exponerse por temor al contagio, considerando la enfermedad pulmonar obstructiva crónica que padece.

“Las viejas están cloteadas”, contó hace unos meses a La Tercera sin perder el humor, encerrada en su casa, donde toca la guitarra. “Estoy impactada. Que el mundo entero esté así es tenebroso”, dijo, “para los artistas el problema es lo económico, muchos se ganan sus chauchas actuando y los ahorros se van en comida y remedios. Me apena mucho lo que está pasando pero los chiquillos músicos tienen que tener fe porque vamos a salir adelante”.

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