Emma, regresa la niña mimada de Jane Austen

La nueva y magnífica versión fílmica de la novela, disponible en la plataforma Cinépolis Klic, trae de vuelta a la maquinadora aunque extraviada heroína de una de las últimas obras de su autora.


Es difícil encantar al lector con una descripción que define a su protagonista como “Emma Woodhouse, bella, inteligente y rica”, pero tal osadía fue posible cuando Jane Austen era capaz de ironizar hasta hacernos creer algo que no era. Y eso fue hacia el final de su vida, en 1815, dos años antes de su muerte. Había pasado ya el delicioso período de Sensatez y sentimientos y Orgullo y prejuicio y Emma vino a ser para Austen la novela de sus cuatro décadas.

Sin la popularidad de las otras dos mencionadas, Emma ha tenido curiosamente una suerte indiscutible en las adaptaciones cinematográficas y para TV. No tiene el récord de las 15 versiones de Orgullo y prejuicio, pero ocupa un segundo lugar con 10. Quizás la mirada crítica y distanciada que ofrece a la estratificada sociedad de su tiempo le ha dado mayor contemporaneidad que sus predecesoras.

Pero también es probable que los defectos de una protagonista mimada y demasiado segura de sí misma sean más atemporales que el romanticismo, la humildad o la benevolencia de Elizabeth Bennet en Orgullo y prejuicio y Elinor Dashwood en Sensatez y sentimientos.

La más reciente versión de Emma se estrenó en Chile en la plataforma Cinépolis K y añade un punto a su nombre. Se llama Emma., un confuso juego de símbolos y letras en inglés que enfatiza el carácter de época de la película: en esa lengua al punto final se lo llama “period”, sutil ironía para un filme ambientado en un período determinado.

Pero mas allá de los juegos semánticos de Emma., la ópera prima de la fotógrafa y directora de videos estadounidense Autumn de Wilde (1970) ha encontrado una de las más cálidas acogidas recientes de la crítica a una adaptación de Jane Austen. Sabemos que aquellas crecen a la velocidad de la luz y que no todas son óptimas.

Desde actualizaciones o engendros como Orgullo y prejuicio y zombies (2006) y Material girls (2009) hasta las magnífica Orgullo y prejuicio (2005) de Joe Wright o la premiada Sensatez y sentimientos (1995) de Ang Lee, hay mucho camino recorrido. En este bosque de versiones televisivas y fílmicas, Emma ha corrido mejor suerte a través de la versión homónima de 1996 con Gwyneth Paltrow y, sobre todo, con la muy actualizada Ni idea (1995), donde Alicia Silverstone era la reina adolescente en una secundaria muy acomodada de Beverly Hills.

Ahora es el turno de volver a la Inglaterra del 1800.

Casamentera

Estrenada a principios de año en Estados Unidos, Emma. iba a entrar a salas en abril en Chile, pero la pandemia la lanzó al universo de las plataformas. Su despliegue visual es extraordinario y sus primorosa utilización de colores pastel y simetrías en el cuadro le han valido comparaciones con el cine de Wes Anderson. No es de extrañar si se considera que la directora tiene varios aciertos en el mundo de la fotografía y el videoclip a través de sus trabajos con The White Stripes, Nick Cave o Florence + The Machine.

Pero de nada sirven los paisajes y los fondos si no hay nada en el foco. En este caso, ese centro lo entrega un guión chispeante y con las necesarias dosis de humor, cortesía de la escritora neocelandesa Eleanor Catton (1985), la ganadora más joven del Premio Booker, por su libro Las luminarias.

En la superficie, Emma. es la historia de una muchacha que, tal como la describe Jane Austen, parece tenerlo todo. Pero, además, quiere que el mundo funcione a su ritmo, eligiendo quién se casa con quien y qué persona merece a otra en su pueblito de Highbury, a 25 kilómetros de Londres.

Hasta que un día a Emma Woodhouse (Anya Taylor-Joy) todo le sale mal y se da cuenta que probablemente no es tan cool, inteligente, a la moda ni madura como cree. Antes de arreglarle la vida al resto (en realidad la está estropeando), debería reparar el mecanismo de su propio corazón.

A propósito de esta adaptación, tan de época si se quiere, la guionista y escritora Eleanor Catton decía recientemente a The New York Times: “No habría ninguna Fleabag sin Emma”. Se refería a la desinhibida, liberal, modélica y definitivamente contradictoria protagonista de la premiada serie británica homónima. En ese sentido, la película le hace un guiño a las descendientes de Emma en nuestros tiempos y no deja de ser significativo que su coral banda sonora pertenezca a Isobel Waller-Bridge, quien ya había compuesto una música similar para la celebrada Fleabag, escrita y protagonizada por su hermana Phoebe Waller-Bridge.

Pero Emma., además de hacer saludos a las eventuales seguidoras y seguidores de series de televisión, es cine y literatura. No usa maquillaje rejuvenecedor al estilo #MeToo como Mujercitas (2019) de Greta Gerwig. No tiene tampoco miedo de mostrar todo el esplendor y la miseria de la vida en la clase alta. Por el contrario, se nota que la guionista-escritora Eleanor Catton admira la obra de Jane Austen y la cree resistente al tiempo.

Lo ha dicho así: “Emma es la historia de alguien que se da cuenta de su propio egocentrismo, algo tan importante en 1815 como ahora”. Aquellos defectos son universales en todas las clases sociales y todas las épocas.

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