Plays, la despedida musical de Chick Corea

El músico en los Grammy de enero de 2020. Foto: REUTERS/Mario Anzuoni/File Photo

Publicado en septiembre, el último álbum del músico recién fallecido es un homenaje a los compositores que lo inspiraron. De Mozart a Thelonious Monk y de Antonio Carlos Jobim a Paco de Lucía, Chick Corea cruza estilos y épocas con el virtuosismo y el espíritu creativo y libre que delinearon su trayectoria.


Su sello era la creatividad y el espíritu innovador, pero él mismo se veía vinculado a una tradición. Artista fundamental de la vanguardia del jazz en los 70, Chick Corea se sentía esencialmente un pianista y un compositor. “Soy parte de un linaje”, dijo. “Lo que hago es similar a lo que hizo (Thelonious) Monk, a lo que hicieron Bill Evans y Duke Ellington, y en otra época de la música, lo que hicieron Bach, Mozart y Beethoven. Todos ellos eran pianistas que fueron compositores de corazón. Me siento muy orgulloso de ser parte de esa tradición”.

A mediados de 2020, cuando la pandemia parecía no dar tregua, Chick Corea decidió rendir un homenaje a aquel legado artístico. Publicado en septiembre, Plays es un disco doble donde el músico interpreta solo al piano composiciones de sus artistas favoritos: un recorrido por 300 años de música, precisamente desde Mozart y Chopin a Monk, Stevie Wonder, Antonio Carlos Jobim y Paco de Lucía, entre otros.

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“Los compositores cuya música está en mi nuevo álbum han sido una inspiración en mi vida durante mucho tiempo”, dijo entonces, cinco meses antes de su sorpresiva muerte, ocurrida el martes pasado a los 79 años. Por aquellos días, nada parecía ensombrecer su trabajo.

Como toda la escena musical, el pianista había suspendido su agenda de presentaciones, pero decidió tocar desde su casa. Armado de un Iphone transmitía diariamente por Facebook Live, y la respuesta del público fue tan estimulante que dio un paso más allá.

De este modo inauguró la Chick Corea Academy, una plataforma de talleres con especial atención a la creatividad, el conocimiento y la improvisación.

“Básicamente, la academia es una plataforma donde respondo preguntas a mi manera”, contó. “La idea es pensar por ti mismo, juzgar por ti mismo y mostrar tu propia imaginación al mundo. También hablamos de aspectos técnicos y la gente nos sintoniza de todo el mundo”.

En sus improvisaciones del taller, Chick Corea solía ser acompañado en forma remota por grandes músicos, como los bajistas Stanley Clarke y John Patitucci, el flautista Hubert Laws y el baterista y teclista Gary Husband, antiguos compañeros de banda.

“Con todo el caos y la histeria, me gustaría promover la creatividad en el futuro, simplemente crear nuestro futuro de una manera positiva”, dijo en una de las sesiones.

En ese contexto y con la convicción de que su misión artística era llevar alegría al público, Chick Corea concibió su último disco: una selección de registros en vivo donde el pianista interpreta en solitario a músicos que dejaron huella en su sensibilidad. De la música clásica al jazz y del pop a los ritmos latinos, el álbum es una declaración de las influencias que lo condujeron a remover la escena y ampliar las fronteras del género.

Con una auténtica vocación comunicadora, en su disco doble recoge también la calidez de sus conciertos, en los que acostumbraba invitar al público al escenario para improvisar retratos musicales. Del mismo modo incorpora una serie de composiciones infantiles de la década del 70.

Diálogos musicales

Líder de numerosas bandas y reconocido por sus colaboraciones con músicos de referencia, Chick Corea apreciaba también tocar el piano en solitario. “Como a un corredor le gusta correr simplemente porque se siente bien, a mí me gusta el piano simplemente porque se siente bien”, dijo en septiembre. “Puedo cambiar velocidades e ir en otra dirección, o a otra canción o a lo que sea que quiera. Para mí tocar el piano es sentirse libre, es un experimento constante”.

Con ese espíritu aborda cada una de las composiciones de Plays. Como si fuera un juego al mismo tiempo divertido y delicado, Chick Corea habla con el público, toca con naturalidad, logra nuevos sonidos y resonancias para temas clásicos, y descubre los hilos sutiles que comparten músicos de estilos y contextos eventualmente distantes.

El disco abre con un diálogo entre Mozart y George Gershwin, con Sonata para piano en fa, KV332 (2ª parte-Adagio) del primero y Someone to watch over me del segundo. Con ese virtuosismo admirable que poseía, Corea logra imprimirle un sonido moderno al músico de Viena. “¿Qué tienen que ver Mozart y Gershwin entre sí? Eso depende de ti como oyente, pero son análogos a mí“, afirmó.

En otro momento brillante interpreta Waltz for Debby de Bill Evans seguido de Desafinado de Antonio Carlos Jobim, uno de los temas más bellos de la bossa nova. “Pensé que sería interesante para los oyentes echar un vistazo a mi relación como intérprete con estos venerables nombres, por eso hablé de ello en mis shows en vivo. ¿Son solo personas distantes? ¿Cómo me relaciono con ellos? Conozco a Stevie (Wonder) de toda la vida. Conocí a Bill Evans cuando era un joven alumno suyo; fue un mentor para mí”, contó.

Chick Corea posando con sus gramófonos en los Grammy 2015. Foto: REUTERS/Mike Blake/File Photo

El disco 1 cierra con una emotiva interpretación de Blues Monk, el clásico de Thelonious Monk, a quien Chick Corea admiraba y a quien conoció cuando integraba la banda de Mongo Santamaria. En Nueva York, recordó, “pude ver a Monk tocar todas las noches, durante tres semanas, y esa fue mi Universidad Monk”.

En la segunda parte del álbum recoge una de sus composiciones más significativas, The yellow nimbus, en homenaje a su amigo Paco de Lucía. Incorpora algunos duetos con invitados del público y rescata un juego de su niñez.

Cuando tenía seis o siete años, Chick Corea solía reunirse con sus primos en casa del abuelo. Entonces jugaban a tocar el piano que estaba en el sótano, y cuando un adulto se acercaba improvisaban melodías divertidas. Ese es el origen de sus retratos musicales, en los que invitaba a algún asistente al escenario e improvisaba una pintura al piano.

El álbum cierra con ocho de las 20 composiciones para niños que escribió en los 70. Pequeñas piezas, miniaturas musicales que subrayan el sentido del juego y la imaginación. “Los niños son alegres y de espíritu libre”, dijo. “Todavía están aprendiendo sobre la vida, por lo que son muy abiertos y muy comunicativos con su entorno y con otras personas. Traté de capturar esa sensación con Canciones para niños”.

En su conjunto, el disco busca transmitir alegría, belleza y diversión. La idea del juego está muy presente desde su título: “El piano era un juguete para mí hasta que descubrí que podía ser una herramienta para improvisar, escribir y crear cosas”, afirmó.

A días de su sorpresiva muerte, Plays puede escucharse como el legado íntimo y como un viaje al corazón musical de Chick Corea.

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