Zadie Smith, Grand Union y sus cuentos: una voz fluctuante en la hoja de papel

Ya está en Chile lo nuevo de la escritora inglesa, el primer volumen que reúne sus cuentos. En sus páginas, la crítica ha destacado una intención por desenvolverse en diferentes narrativas, nunca ligándose a una sola construcción. Por lo mismo, los juicios a los relatos han sido dispares, ya que no todos son buenos, y es un formato muy estrecho para su desenvolvimiento, pero se reconoce la intención de la autora de mostrar las heridas de sus personajes.


Quienes son asiduos a las librerías se habrán dado cuenta de la presencia de un libro de tapa amarilla. Se llama Grand Union, y es el más reciente volumen de la inglesa Zadie Smith. En nuestro país, y en general en el mundo hispanoparlante, lo que se encuentra disponible de su obra son fundamentalmente novelas y ensayos. Pero este nuevo título trajo a la palestra una dimensión hasta ahora no conocida de la autora de NW London, puesto que este libro es el primero que recopila sus cuentos.

Con 19 relatos y publicado en castellano vía Salamandra, Smith se adentra en una zona que abarca muchas temáticas y muchos escenarios. Es decir, no se queda solamente en lo realista, o solo en lo distópico. La crítica Johanna Thomas-Corr, de The Guardian, explica: “Aquí hay autoficción, experimentación formal, ciencia ficción distópica, surrealismo, sátira social, parábola y una historia desde el punto de vista de Dios [Bloqueado] que se lee como una graciosa reflexión sobre la inquietud creativa”.

Para Thomas-Corr, en esa búsqueda de una voz, la autora somete todo permanentemente a cambio. Es el rasgo más distintivo de la trayectoria de Smith, y que también se ve reflejada en sus cuentos. “Cada una de las cinco novelas de Smith, desde Dientes blancos hasta Tiempos de swing, han bailado de una identidad a la siguiente, cambiando de acento, cadencia y tono. Mientras tanto, sus colecciones de ensayos Cambiar de idea y Con total libertad, han revelado un terror a la calcificación intelectual. Cambiar de opinión es esencialmente la forma en que Smith se siente libre. Pero también es una trampa. Incluso para un escritor, Smith parece inusualmente ansiosa por el tiempo: desperdiciarlo, quedarse sin él o que se lo roben”.

La crítica del Guardian observa que Smith, muestra “un interés voraz por todo, lo que significa que, justo cuando está tratando de concentrarse y concentrarse, se está dando más trabajo”.

Desde el Book Review, del New York Times, Rebecca Makkai coincide con su colega del Guardian, y también observa la vocación de línea quebrada que sigue Smith: “Si bien la colección puede no fusionarse como una unidad, contiene algunas de las ficciones más vibrantes y originales de Smith, el tipo de escritura por la que seguramente será conocida. Algunas de estas historias dan pistas de que todo lo que hemos visto de ella hasta ahora se considerará un día su ‘trabajo temprano’, que lo que tenemos por delante es un territorio menos trazado, más salvaje y menos predecible y quizás menos apetecible para el lector casual, pero exactamente lo que necesita escribir”.

“Varias historias adoptan un enfoque de mosaico, yuxtaponiendo escenas dispares, en un caso, lugares alrededor de la ciudad de Nueva York que involucran música, en un todo brillante -agrega Makkai-. El efecto, apropiadamente, es como una improvisación instrumental”.

Críticas dispares

En todo caso, la dimensión de Smith como cuentista, a diferencia de su trabajo como ensayista y novelista, ha recibido críticas menos favorables. Makkai comenta que en rigor, el formato cuento a Smith le queda más estrecho de lo que necesita para desplegar sus historias, a diferencia de sus novelas.

“La amplitud del mundo novelístico deja suficiente espacio para que sus personajes contengan multitudes, para que sus interacciones y la aleatoriedad del mundo compliquen cualquier juicio moral. Es quizás la falta de ese espacio lo que ha obstaculizado los esfuerzos más tradicionales de Smith en la forma abreviada. Sin la textura de un mundo desarrollado, sus movimientos habituales se sienten repetitivos, una vez más predeterminados y crueles”.

Johanna Thomas-Corr, del Guardian, es más directa en criticar los cuentos en cuanto a su calidad. “La inconsistencia de la calidad es un defecto más grave. Al menos ocho de las 19 historias de Grand Union no son muy buenas. Dos esfuerzos distópicos, ¡Conoce al presidente! (un paseo post-apocalíptico sobre un juego de realidad virtual para niños) y Huida de Nueva York (inspirada en el mito urbano de que Michael Jackson, Elizabeth Taylor y Marlon Brando huyeron juntos de la ciudad después del 11 de septiembre), son ideas lindas pero en la página , ambos pierden el tiempo. Sus piezas más convencionales y naturalistas, como Semana crucial y La señorita Adele entre corsés, son amaneradas y tímidas; ella lucha por localizar el drama o el interés”.

A renglón seguido, la crítica apunta que el elemento autoficcional se incrusta inevitablemente en los relatos que mejor funcionan: “Las mejores historias aquí son aquellas que actúan como comentario de sus fluctuaciones y dudas, que mezclan su crítica con la energía y brío de su ficción. Smith siempre ha sido un poco inteligente y cuando es dueña de esa astucia, no solo es increíblemente divertida, sino que está llena de corazón, sabiduría y verdad. Al final de Downtown, mientras la narradora se prepara para salir por la noche en Nueva York, dice: ‘Me probé cuatro atuendos diferentes y luego seguí adelante y me los puse todos’”.

Rebecca Makkai destaca: “Las historias más tradicionales se vuelven más interesantes como ejemplos de un modo del que Smith parece estar evolucionando”, y agrega que el tratamiento que Zadie Smith hace de los personajes sigue siendo una de sus fortalezas. “Smith siempre ha sido despiadada al mostrar abiertamente a sus personajes y permitir que sus defectos, su debilidad, ceguera, narcisismo, vanidad, estimulen la narrativa. En sus novelas, se las ha arreglado cada vez más para hacer esto sin tenerlas a distancia. Su evolución en este punto ha sido espectacular”.

Entre tanta singularidad, ¿se puede concluir algo general? Makkai se atreve y apunta a que hay un hilo que guía a todas las historias, que es la manera en que Smith muestra a los personajes. “La idea central es siempre la misma: un personaje se siente víctima singular de las circunstancias, pero termina dándose cuenta de lo tangencial que es a la vida de los demás, o al menos lo hace el lector”.

“Todos son convincentes hasta el final, cuando aterrizan con un ruido sordo en sus propias conclusiones más lógicas -añade Makkai-. Estas son máquinas de un solo uso que sirven para demostrar cómo el cuerpo - el ‘cualquiera’, el ‘todos’, el ‘todos los demás cuerpos del mundo’ - es indistinto de las masas y siempre está solo. Son historias de desilusión”.

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