Machine Gun Kelly: retromanía indómita

FOTO: NATALIA ESPINA.

En un show seguido por una fanaticada fiel, el oriundo de Texas mostró su repertorio cargado al emo punk, un estilo que no goza de sus mejores días, pero que tiene un nicho importante en Chile.


A las 18.51, cuando el sol otoñal comenzaba a caer lentamente en el Parque Bicentenario de Cerrillos, Machine Gun Kelly, alias de Colson Baker, 31 años, se presentó en el VTR Stage, en el número anterior a The Strokes, en ese escenario.

Con un tribunero y agringado “Viva Chile mierda!” (que volvió a repetir después, de manera efectista), dio inicio a un show cargado al emo punk, que convocó sobre todo a un público joven, en número respetable, pero mucho menos que otros números del festival. Es que Machine Gun Kelly en rigor, todavía es un cantante de nicho.

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Pese a lo anterior, Machine Gun Kelly tiene una fanaticada fiel que sobre todo fue siguiendo y comentando el show por redes sociales, acaso el lugar favorito de los millenial. Y él no fue menos, puesto que mientras interpretaba Drunk face bajó del escenario y se acercó a su público, que celulares en mano buscaban captar el momento. Incluso, el músico fue más allá y se subió al techo de la mesa de sonido, prueba de su carácter algo indómito. Esto, mientras el público enarbolaba una bandera de Ucrania.

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Algunas de las canciones que interpretó también lo hizo en su paso por la versión argentina del festival: Kiss kiss, Concert for aliens, All I know, Drunk face, Maybe, Papercuts, Emo girl, Forget me too y el cover de Paramore, la clásica Misery business y que el veintañero público cantó a todo pulmón.

Lo suyo es rememorar los mejores días del emo punk, un estilo que no está entre los más de moda y que tuvo sus mejores días en los 2000. Pero la retromanía siempre funciona.

Aunque pasada la mitad de su show, Machine Gun Kelly echó mano a su repertorio más cercano al rap, que si bien fue seguido, no tuvo el mismo impacto pasional que lo emo.

FOTO: NATALIA ESPINA.

Tras el paso por Lollapalooza, se espera el lanzamiento de su nuevo álbum, Mainstream Sellout, a fines de este mes de marzo. De hecho, hace unas pocas semanas mostró un adelanto llamado ¡Ay!, en colaboración (cómo no) con Lil Wayne. Anteriormente, había presentado otra de las canciones , Emo Girl, junto a Willow.

Amante de los tatuajes, su amor por la tinta en el cuerpo la llevó lejos, al tatuarse el nombre inicial de su próximo disco, Born With Horns, pero y haciendo gala de un estilo impredecible lo cambió por Mainstream Sellout. Sí, y habiéndose tatuado el primero. El problema es que en esa aventura arrastró al productor del álbum, el baterista de Blink-182, Travis Barker.

Machine Gun Kelly ha destacado el rol que ha jugado Barker en su música, así lo comentó en entrevista con Rolling Stone: “Travis me mostró el arte de no pensar demasiado. Hubo momentos en los que entraba, conectabamos instrumentos y lo que saliera mientras tocábamos sería la canción. Pero luego también me mostró que puedes descartar por completo una canción completa, justo cuando crees que está lista, y volver a hacerlo hasta que se convierta en todo lo que debería ser. Contestaría el teléfono a las 5 am si yo llamaba. Las sesiones de estudio se volvieron catárticas. No hubo censura. Animó a que saliera la emoción cruda”.

Aunque ese estilo tan poco prolijo e indómito le ha pasado la cuenta en serio al oriundo de Houston, Texas. Por estos días, enfrenta enfrenta una demanda presentada en su contra por un asistente de estacionamiento discapacitado, quien acusó al músico de empujarlo y amenazarlo en agosto pasado. Además, suele robarse algunos clicks desde la farándula debido a su relación con la actriz Megan Fox. Desde enero están comprometidos, y la mujer comentó en su cuenta de Instagram que fue él quien le pidió matrimonio, y que luego de eso “bebimos la sangre del otro”.

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