La Jauría 2 en voz de Daniela Vega y su directora: “La temporada uno parece tibia al lado de ésta”

La actriz se reencuentra con la cineasta argentina Lucía Puenzo en la continuación de la serie lanzada en 2020 y que abordó desde la misoginia de internet hasta los casos de adopciones ilegales. En el ciclo que se estrena este viernes 22 en Prime Video el thriller chileno se expande con un nuevo crimen y otro abanico de temas. “La Jauría siempre de alguna forma se adelanta al panorama”, dice la intérprete de Una Mujer Fantástica.


A mediados de 2020, La jauría irrumpió abrazando sin complejos el género policial: en su centro estaban tres integrantes de la Policía de Investigaciones (PDI) que persiguen las pistas de un crimen que, tras experimentar algunos giros de alta tensión, termina encontrando a sus responsables.

Pero el thriller de factoría chilena no agotó su ambición en los confines del género. Además, desafiando lo que se puede abarcar en ocho capítulos de una hora, la producción de Fábula se aproximó a las adopciones ilegales, a las zonas más oscuras de internet y a la corrupción de las instituciones. Todo a lo largo de una sola temporada.

Con fecha de estreno para este viernes 22 (Prime Video), su segundo ciclo expande la trama que introdujo en su primera tanda de episodios –el “juego del lobo” nunca fue sólo una perversa idea de adolescentes– y plantea una evolución en torno a una de sus aristas principales, la organización de un conjunto de jóvenes feministas que se unió tras la desaparición de Blanca Ibarra (Antonia Giesen) en el comienzo de la historia, entre las que se contaba su hermana, Celeste (Paula Luchsinger), y Sofía (Mariana Di Girolamo).

Ahora ese grupo se amplía y decide pasar a la ofensiva, intentando desarticular la amenaza del misógino juego en línea de la ficción. Lo ilustra una escena del primer capítulo del retorno de la serie: indignadas por la impunidad de sus agresores, deciden ingresar encapuchadas a la casa de uno de los jóvenes que atacó a Blanca, amordazan al papá de uno de ellos y dejan un desafiante rayado en la pared (“Las leonas se comen a los lobos”).

“Sabía que, más allá de ser un thriller entretenido y de pulso veloz, esta temporada dos de nuevo era por sobre todo un viaje emocional de un grupo de personajes”, dice a Culto Lucía Puenzo, showrunner de La jauría, quien se reencuentra con el mismo equipo de directores y guionistas del primer ciclo.

“Todos los productores detrás nos dejaron pensar esta temporada con total libertad. La temporada dos es extremadamente política e ideológica, más allá de ser tremendamente entretenida”, precisa. “Y creo que es más radical la temporada dos que la uno. La uno parece tibia al lado de la dos. Y creo que con lo virulenta que era la uno, eso es ya mucho decir”.

Puenzo en las grabaciones de la primera temporada.

Puenzo celebra como “un lujo” los fichajes de la serie –entre los que están Paulina García, Pedro Campos, Simón Pesutic y Diego Ruiz– y ahonda en los nuevos rumbos de sus protagonistas. “Los personajes caminan por lugares muy incómodos, por lo que hay que tener un elenco que se anime a transitar lugares por momentos incómodos, por momentos tan complejos que uno tiene que sentarse a entenderlos. Y hay actrices y actores que se animan más que otros a eso. La verdad es que en este caso yo lo que sentí, como directora y escritora de La jauría, es que el arrojo fue absoluto”, subraya la cineasta argentina.

Parte del triángulo central de la historia (junto a Antonia Zegers y María Gracia Omegna), Daniela Vega retoma su papel del primer ciclo, Elisa Murillo, aunque en un inicio no lo hace con una placa de policía. “Son las consecuencias que tiene que asumir por las cosas que ha decidido hacer en la primera temporada”, señala la intérprete.

Ella actúa desde un lugar más sombrío, pero sigue estando. Me parece que es interesante mover a los personajes cuando los personajes tienen esa característica y son atractivos. Los personajes dan vueltas como la vida también da vueltas, así que me parece un viaje muy orgánico”, sostiene la protagonista de Una mujer fantástica.

Más allá de la radicalización de los roles encarnados por Luchsinger y Di Girolamo –que comparten con rostros nuevos, como el de Giannina Fruttero–, la serie empieza con un nuevo caso de violencia de género, esta vez situado en el litoral central y protagonizado por tres amigas mochileras. La ficción salta momentáneamente a la Región de Valparaíso y lo hace imaginando que sus hechos transcurren tras el estallido social, un episodio del país que no alcanzó a abarcar la primera temporada pero que esta vez no tenía cómo eludir.

“Para mí fue muy excitante, porque de alguna forma también estábamos en una situación como país que nos invitaba a reflexionar y creo que La jauría siempre de alguna forma se adelanta al panorama”, opina Vega. “Nosotros vamos recogiendo cosas que ocurren y las vamos poniendo en este entramado. Creo que a partir de esas tensiones que ocurrieron en el país en ese momento, fuimos adornando nuestro lienzo con algunos de esos ingredientes. Pero también es muy importante entender que estos personajes son versátiles, y se van moviendo las piezas de un puzle para que también pueda existir esa versatilidad dentro de la propia historia”, añade la actriz.

“Siempre nos pasó con La jauría que nos sorprendía el nivel de diálogo que tenía con lo que estaba pasando en Chile, y te diría que en el continente, porque han habido procesos que se han registrado en otros lados, aunque probablemente en Chile con mayor virulencia que en ningún otro país de Latinoamérica en los últimos años”, indica Puenzo.

La directora apunta a uno de los ejes que intentaron remarcar durante el segundo ciclo, mediante el tratamiento de figuras como Gonzalo, el hijo adolescente de Olivia Fernández (Zegers) que en la primera entrega de capítulos fue parte del “juego del lobo”.

“Es importante que no sean solo las mujeres, las feministas pulcras, que solamente hacen actos impolutos y perfectos, sino que, muy por el contrario, son imperfectas, se equivocan, tienen discusiones. Y a los hombres, complejizarlos, abrazarlos, así como los queremos abrazar y traer a esta lucha que creo que muchas mujeres están dando en gran parte del continente. No dejarlos afuera, sino que hacerlos parte”, explica. “Creo que la temporada dos de La jauría también hace eso con los personajes hombres: complejizarlos, entenderlos y abrazarlos, traerlos hacia el corazón de la serie”.

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