Las estaciones de Karl Ove Knausgård

La saga compuesta por En otoño, En invierno, En primavera y En verano, que el escritor noruego Karl Ove Knausgård le escribió a su pequeña hija ya se encuentra en nuestro país, vía Anagrama. En sus páginas, describe el mundo al modo de una particular enciclopedia, pero también vuelve a la autoficción que lo hizo más conocido, a la cual, ha señalado, no retornará.


“Carta a una hija no nacida”, se titulan las partes que conforman En otoño, es que el libro está escrito pensando en su descendiente menor, la cuarta de su prole. A ella, como una guía de voz del exterior, el escritor noruego Karl Ove Knausgård comienza a narrarle el mundo, amén de su estilo puntilloso e hipedetallado, sacado directamente desde los anaqueles de la literatura del siglo XIX.

“Ahora, cuando estoy escribiendo esto, tú no sabes nada, nada de lo que te espera, nada del mundo en el que vas a nacer. Y yo no sé nada de ti. He visto una ecografía y he puesto la mano en la barriga en la que reposas, eso es todo. Faltan seis meses para que nazcas y cualquier cosa puede suceder en ese tiempo, pero creo que la vida es fuerte e inquebrantable, que te irá bien y que nacerás sana y fuerte”, dice al inicio, como una especie de bienvenida a un mundo desconocido, pero que su padre se empeña en hacer algo más amable.

Poco amigo de las entrevistas, Knausgård contó a El País como surgió la idea inicial: “Después de publicar mi primer libro en 1998 pensé en hacer una especie de enciclopedia con entradas sobre las cosas que me fascinaban; textos que renunciasen al tono objetivo y expusieran mi mundo. Me inspiró el trabajo de Francis Ponge. Anoté el plan y lo guardé en un cajón”.

En pequeños fragmentos, Knausgård va tejiendo un libro donde habla de las cosas más cotidianas, como la gasolina, las ranas, la sangre, el chicle, los dientes y las bolsas de plástico. Incluso, incluye la acción de merar bajo una particular perspectiva. “En el momento en el que estoy escribiendo esto llevo vividos unos 16.500 días. Si calculamos que cada uno de esos días he meado una media de cinco veces, el número total de veces que he meado será de unas 75.000″, escribe en esa mezcla de autoficción y puntillismo.

Una enciclopedia

En el fondo, En otoño es algo así como una enciclopedia, que para el crítico literario de New York Times, Parul Sehgal es un elemento que llama la atención. “En alguna ocasión, Knausgård afirmó necesitar por lo menos 300 páginas para exponer la verdad más sencilla, pero este libro está narrado en una serie de breves estallidos: 60 ensayos de una longitud no mayor a tres páginas y en cada uno de ellos considera un solo objeto o fenómeno”.

Para Sehgal, la gracia del volumen otoñal es que el noruego practica lo contrario del escapismo. “Te sumerge en un mundo material, no solo con la elección de temas (manzanas, serpientes, latas de aluminio, rostros), sino con la narración. El autor relata y filosofa a la vez que vacía el lavavajillas, cuece los macarrones, cepilla la cabecita piojosa de una niña. Hay una entrada completa que se desencadena a partir de que a una de sus hijas se le cae un diente y se lo da (no es el primero que se le cae, por lo que ya no hay drama al respecto)”.

En la escritura, Knausgård buscaba derrumbar ciertas certezas: “Quise cuestionar el valor que tienen las cosas, que consideremos algo asqueroso, precioso, quería acabar con la jerarquía, porque eso es algo que añadimos nosotros, y que todas las cosas estuvieran al mismo nivel y fueran igual de importantes”, argumentó en el citado matutino español.

En otoño fue publicado por primera vez en 2015, y no contento con ello, Knausgård dio cuerda enseguida al resto de tres libros que conforman las estaciones: En invierno (2015), En primavera (2016) y En verano (2016), con los dos últimos con la hija ya nacida. Todos salieron originalmente en el transcurso de un año, como en un ciclo natural. Hoy, los cuatro volúmenes se encuentran en nuestro país bajo la etiqueta de la catalana editorial Anagrama.

Este cuarteto sucede a Mi lucha (2009-2011), la monumental saga de seis volúmenes donde el noruego describió su convulsionado matrimonio con la escritora sueca Linda Boström, de quien Knausgård hizo un retrato bastante duro. Pero esa dimensión autoficcional (que entre otros, han desarrollado Emmanuel Carrére) la mantuvo en el volumen En primavera, donde en 188 páginas habla sobre la vida familiar, alejándose del tono enciclopédico de los otros volúmenes. De alguna forma, es el guiño a Mi lucha.

La saga termina con En verano, y sobre ese volumen, dice Andrew Anthony, de The Guardian: “Es una pieza encantadora, pero desconcertante, que se balancea elusivamente entre lo absurdo y lo profundo, una descripción que se aplica a la mayoría, si no a todas, las entradas. Se pueden disfrutar por las ideas e imágenes que Knausgård evoca aparentemente de la nada, o al menos a partir de ese material cotidiano en el que la mayoría de nosotros pensamos tan poco que bien podría ser su procedencia”.

Con todo, Knausgård ya ha tenido suficiente con la autoficción. Al menos, eso dijo a El País: “Sería repetirme y para seguir escribiendo tengo que sentir que estoy en algo nuevo. Escribir me provoca lo mismo que leer un buen libro porque te mete en otras maneras de pensar, te diluyes, te entregas. La escritura me permite dejar de ser quien soy, perderme, cuando lo hago no pienso mucho en mí mismo. Aunque se trate de tu vida, luego cuando te vuelve ya impreso no eres tú”. Habrá que ver si efectivamente se repite o no en su próximo trabajo.

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