El Exorcismo de Dios, el hit de un director venezolano: “Me da mucha rabia cuando no consideran arte al cine de género”

Alejandro Hidalgo es el responsable del largometraje que acaba de llegar a salas chilenas, una cinta de posesiones demoniacas que sigue a un sacerdote estadounidense que carga con un pecado y debe enfrentar una nueva amenaza. “La película nunca niega el poder de Dios. Creo que habla de cómo podemos dejarnos poseer a nosotros mismos por nuestros propios pecados”, dice.


Cuenta que en un pasado fue católico, pero que hoy es más bien una “persona espiritual” que se guía bajo “algunos principios católicos, como amar al prójimo, como perdonar”. De aquel tiempo pretérito conserva la inquietud que le generaba el Cristo crucificado y la idea de que si moría con pecados sin confesar le esperaba el infierno.

Pero quizás la imagen más perturbadora que recuerda de esa época está salpicada por su temprana afición por el cine: el momento de El exorcista (1973) en que aparece una Virgen María profanada, salpicada con sangre, con senos al aire y pene.

“Cuando le rezaba a la Virgen, me llegaba esa otra imagen diabólica, que además de causarme mucho terror, me causaba culpa”, explica Alejandro Hidalgo. Y sugiere una situación: “Pídele a cualquier persona que pase una noche durmiendo en una iglesia, y en un momento, más que fe, sentirá miedo y pánico por estas presencias”.

Titulado El exorcismo de Dios, el segundo largometraje del director venezolano intenta indagar en esos miedos, acomodándose y desafiando las pautas de las películas de posesiones demoníacas. Su protagonista es el padre Peter Williams (Will Beinbrink), un sacerdote estadounidense al que aún le perturba un exorcismo que salió mal hace dos décadas. Una serie de acontecimientos que afectan a la comunidad mexicana en la que sirve provocan que llame a su maestro (Joseph Marcell) y juntos desafíen el mal.

Tras un exitoso paso por salas de Latinoamérica, la cinta llegó a la cartelera local el jueves pasado. En ese contexto, el realizador conversa con Culto sobre sus inspiraciones y próximos pasos.

-¿Qué acento estaba interesado en darle al género de las películas de exorcismos?

Creo que El exorcismo de Dios trae un giro bastante impactante a la historia, que no quisiera revelar, pero que presenta el exorcismo desde un punto de vista opuesto. Habla de cómo llevamos esa esencia de Dios en nosotros y cómo Dios pudiese ser expulsado a través de un pecado, a través de una culpa, a través de una tentación y a través de un acto abominable o de un sacrilegio. Quería trabajar con todas las convenciones del género, pero contar una historia en la que se presentara un personaje traumado y sobre todo abatido, perturbado, por su propia culpa. Él tiene un pecado que no podría confesar, porque si lo confiesa, perdería la oportunidad de salvar y de ayudar a mucha gente. Pero entonces ahí empezamos a cuestionarnos qué es lo bueno y qué es lo malo. Creo que en esa ambigüedad reside algo único.

-El giro que menciona es bastante perverso. ¿Cuán consciente estaba de que le iba a presentar al espectador un hecho aborrecible?

Sí, totalmente. Y es un hecho que ha ocurrido, tanto en el ámbito religioso como también habla un poco del tema de la corrupción por el poder. En todas las instituciones humanas siempre hay personas que son fieles a ayudar a otros, pero hay otro que se corrompen. Al abordar estos temas y presentar unas criaturas diabólicas religiosas, tocas una sensibilidad, y obviamente sé que hay gente que reacciona muy violentamente en contra, pero hay otros que también logran encontrar el significado de lo que quiere hablar ahí la historia. En ningún caso atenta contra Dios, la película nunca niega el poder de Dios. Creo que habla de cómo podemos dejarnos poseer a nosotros mismos por nuestros propios pecados.

-¿Por qué decidió ambientar la película en México?

En un principio, como venezolano que soy, quería contar la historia en Venezuela. (En la historia) se muestra un poco de lo que estábamos sufriendo en Venezuela, que de repente en un hospital se iba la luz y moría gente que estaba conectada a máquinas. Yo quería presentar eso, pero cuando llegó el año de filmar la película, mi país, como se sabe en las noticias, estaba pasando por una enorme crisis.

“Quería que fuese una coproducción entre Venezuela y Estados Unidos, para que de esta manera pudiese tener la exposición tan grande que hemos logrado. Al verme imposibilitado de lograrlo, busqué otro país y la mejor opción fue México. En ese momento en Estados Unidos había un presidente que quería levantar un muro que separara México de Estados Unidos, y más bien esta película hablaba de un sacerdote americano que estaba tan enamorado de México y su gente, que sería capaz de sacrificar su vida por ellos. Entonces creo que se generaron muy buenos conceptos. Todas las limitaciones tienen que despertar la creatividad y creo que eso fue lo que ocurrió”.

-¿Actualmente cuán complejo es hacer cine de género en Latinoamérica?

Hacer cine en general es extremadamente duro, porque en la realidad latina, donde no tenemos una industria solidificada como Hollywood, el esquema de negocios se viene abajo. (Pero) el cine de género poco a poco ha ido despertando y ha demostrado tener una fanaticada muy fiel. Me da mucha rabia cuando no consideran al cine de género como arte. Tú puedes utilizar el género como una fachada para contar historias llenas de humanidad y de conflictos humanos, y El exorcismo de Dios no escapa de eso.

“Tenemos que apostar a construir una industria. Y en ese aspecto El exorcismo… trae un precedente. Porque es una película hecha con financiamiento privado que fue exitosa en México, en Venezuela, y en Estados Unidos la adoptaron también como americana. Y obedece un poco a un concepto de industria que creo que también tenemos que defender para que nuestro cine pueda verse en el mundo. Con El exorcismo… estamos llegando a más de 155 territorios, la película ha hecho en la taquilla cinco veces su presupuesto, y se sigue esparciendo. La verdad es creo que de eso se trata, para que no solamente el mercado lo tenga Hollywood”.

-¿A futuro se ve realizando una película bajo ese modelo o se sentiría cómodo trabajando en Hollywood?

Quiero entrar a Hollywood y estoy entrando, o sea, tengo un pie metido ahí, por el poder que te brinda para que tu historia alcance a una audiencia global. Y el próximo proyecto donde estoy poniendo mis ojos es en el remake en inglés de mi primera película (La casa del fin de los tiempos, 2013). A pesar de que la voy a situar en Estados Unidos, no la voy a despegar de las raíces latinas. Es una historia que navega en el género de terror, pero tiene un giro espectacular que le rompe las bases al propio género. Fue en su momento extremadamente exitosa, en Venezuela todavía es la película de terror más taquillera de la historia, sobre cualquier título de horror. Creo que ahora se merece que la pueda ver una audiencia global y con mayor valor de producción.

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