Cami: “Si buscara el número estaría haciendo otro tipo de música”

Reacia a las colaboraciones, crítica de la dictadura del algoritmo en los gustos, y la falta de industria musical en Chile, la cantante viñamarina se aleja notoriamente del folclor y del pop de sus inicios, para reinventarse en la electrónica con un nuevo álbum que presenta en vivo el 9 de diciembre. “Me mueve mucho más que un número uno con Anuel”, advierte.


Hace cinco años Cami era la promesa de una refrescante fusión entre pop y folclor con un acrobático despliegue vocal, resabio de su paso por The Voice. El single Querida Rosa se convirtió en un éxito remando en contra del urbano bajo el alero de Universal Music Chile, parte de un lento regreso de las multinacionales apostando por artistas locales. Anastasia, tercer título publicado el año pasado con indisimulada influencia de Rosalía y Mon Laferte, resultó transicional hasta llegar a Anna Vol.1 Los Amantes, un flamante EP donde quedan pocos rastros de sus primeros pasos. Cami 2023 es una artista electrónica.

Vía Zoom conversa animada, como si el nuevo disco la hubiera liberado. Hace algunos días estuvo en Sevilla integrando la pequeña delegación chilena en los Grammy Latino, nominada como mejor canción alternativa por Anastasia, una evidencia de su actual lejanía con la música más cercana a la raíz. Ahí se encontró con su coterránea Mon Laferte, que también acaba de publicar un álbum con ánimo de punto aparte.

“Si, estamos más o menos en la misma”, comenta. “La saludé, me encantó lo que hizo. Creo que compartimos esto de romper la barrera, el canon, lo que la gente espera”.

“No quiero sentir que hacer música sea un deber -agrega-, sino parte de un camino, un descubrimiento, y de mi mejora”.

-Cuando Manuel García publicó su disco synth pop Acuario (2012), dijo que en su bagaje estaba Devo. ¿Cuáles son tus antecedentes electrónicos?

“Siempre escuché electrónica. Me gusta el jazz electrónico, el acid house, el drum & bass. Me he vuelto estudiante y fan de las máquinas. Soy instrumentista desde muy chica. Pasar toda esta información que tenía respecto de la música, agarrar un viaje distinto, y hoy día dedicarme más al mundo de la producción y el diseño sonoro, pucha, me siento más grande”.

Cami habla de la decisión de asumirse como artista, “y no que me pasó por casualidad o por consecuencia de un programa”. Confiesa la necesidad de “desligarme de ese mundo”, en alusión al pop latino dominado por el urbano “mucho más rendido ante los números”.

“Me sentía incómoda y atrapada -continúa-, no sentía que eso razonaba con nada de lo que yo estaba absorbiendo en mi crecimiento”.

-¿Cómo se mantiene la independencia cuando un sello grande busca resultados?

“Estoy aprendiendo todavía”, sentencia tras una pausa. “Es parte de mi día a día poner los pies en la tierra y ser mi propia coach mental”.

“Es súper desgastante -continúa-, pero es la única forma después de sentarme en una mesa y decir ‘yo creo en esto’”.

“Si buscara el número -subraya- estaría haciendo otro tipo de música, hablando de otras cosas en mis canciones; pero tampoco estoy buscando ser de nicho”.

Cami.

Cami plantea que su actual momento -canciones, letras y la propuesta visual- integran “una rebelión a la uniformidad que existe hoy en día en la música”.

“Todo está sonando igual, el mismo beat, la misma letra”, reclama, “y me niego a ser partidaria de eso, no me acomoda, no es lo que consumo. Creo que la devoción al arte, la mejora, la calidad, la virtuosidad artística, son las cosas que me hacen feliz”.

Asegura que las canciones que ahora produce “se me paran los pelos y me emociona cantarlas”.

“Eso me mueve mucho más que un número uno con Anuel”, sentencia.

La viñamarina no comulga con la idea de oponerse a los gustos masivos, “sino que hay que abrir otros caminos”.

“La música que hoy está sonando en las radios, uno no puede decir que está bien o mal -argumenta-, sino que creo que cuando tenemos al algoritmo dictaminando todo lo que pasa en la industria, es súper tóxico porque solamente nos permite esa mirada, cuando hay un montón de otras propuestas”.

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Cami se marchó al sur a grabar durante un par de meses junto al hondureño Trooko, productor del debut de Residente y colaborador de estrellas como Bad Bunny, Thalía y Bomba Estéreo. Ya habían trabajo en Trip de Anastasia.

“Sabía que no solamente iba a ser un productor, sino un guía acompañando en la idea, que es una idea muy loca: viajar desde Los Ángeles a Santiago, a Puerto Varas, irnos a Chuchunco metidos al lado del lago, al lado del río”.

Rodeada por la naturaleza en compañía de su pareja y sus perros, Cami sintió que el proceso era mucho más amable que la estadía en un estudio tradicional. “Había un sentido de hogar que no me ponía en esta presión, era un proceso mucho más amable. Hicimos unas 15,16 canciones en tres semanas”.

-¿Cómo eres trabajando con un productor, ¿acatas o discutes?

“Me gusta entender las razones. Cuando alguien me está planteando algo, me abro a poder no solamente entender, sino llegar a acuerdos”.

-Entonces la peleas.

“En procesos creativos no creo que la pelea sea un método de solución. Pero si tengo algo en la cabeza, hago todo lo que está en mí para explicarte que eso es lo mejor que podemos hacer”.

Cami promete ser “absolutamente irrespetuosa conmigo misma” cuando aborde sus viejas canciones en la presentación oficial de Anna Vol. 1, el próximo 9 de diciembre en el teatro Coliseo. “Estamos reformulando la producción de mis temas antiguos”, cuenta. Aún así -advierte-, el folclor y la electrónica están unidos por un “sentido ritualístico”.

“He visto cómo mis canciones que venían con un tinte afolclorado se ven mucho más sólidas cuando hay más sintes, bajos electrónicos, algunas cositas que no solamente ayudan a que todo esté mucho más barnizado, sino también las hacen crecer. Hoy el show tiene una visualidad y una sonoridad súper cinematográfica”.

-¿Te preocupa la reacción del público ante los cambios?

“Me emociona mucho, porque está tan bueno. Me emociona que me vean feliz arriba del escenario. No estamos haciendo algo por hacerlo. La idea es que la gente tenga una experiencia sonora y visual mayor a la que tenían antes mis shows. No existe el miedo hoy en día”.

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En la premiación del Grammy Latino en Sevilla, la consulta reiterada a los artistas en la alfombra roja rondaba sobre posibles colaboraciones. No había más preguntas que los planes de featuring.

“Es la moneda de cambio de hoy”, acota Cami. “Las compañías y los artistas se sienten más tranquilos si están colaborando con alguien. No entiendo por qué”.

“Lo que más me choca -sigue- es que sea la única forma de validación, como si un proyecto sin colaboraciones no tuviera sustento”.

Cami Gallardo en los Latin Grammy 2023
Cami Gallardo en los Latin Grammy 2023

-¿Cómo funcionas tú ahí? Pareces resistirte a esa vía, tus discos prácticamente no registran colaboraciones. ¿Tienes presiones al respecto?

“Estoy en una parada un poco de resiliencia frente a todo ese tipo de posturas. No sé si comulgo mucho con la forma en que la industria está llevando a sus artistas hoy en día. Creo que la industria lleva a los artistas, más que los artistas le propongan a la industria”.

“Estoy conociendo esta nueva versión de mí. Para eso también necesito limpieza y orden. Cuando venga el momento de proponer algo a un artista, que sea algo responsable”.

Considerando la exigua presencia de intérpretes chilenos en los Grammy Latino, probablemente la única constante de la escena local en instancias como esa, Cami cree que la falta de industria en Chile y ciertos patrones asentados, nos condenan de antemano.

“Hacemos una diferencia entre el artista internacional y el chileno -plantea-, y faltan venues, oportunidades y espacios. Siempre estamos intentándolo. Nunca es parte de un trabajo; no tenemos esa solidez laboral constante y permanente. Y creo que eso tiene que ver con las oportunidades de mercado reducidas que hay en Chile para el arte. Varios artistas internacionales llenan tres Estadio Nacional sin ningún problema. No creo que falte gente. Falta mercado”.

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