Reseña de libros: de Andrés Gomberoff a Helen Docherty

Andrés Gomberoff.

El Instinto Científico, el nuevo ensayo del físico chileno que promueve la ciencia como una actividad humana innata; una antología de jóvenes narradores chinos que nos aproxima a la vida actual en ese país, y un alegre y conmovedor libro álbum dedicado a los niños que han perdido sus hogares, en las lecturas de la semana.


El Instinto Científico, de Andrés Gomberoff (Debate)

En una célebre conferencia en Oxford, el 10 de junio de 1933, Albert Einstein se refirió al método de la física teórica. Planteó que los físicos anteriores creían que los principios y leyes naturales eran deducibles a partir de la observación y la experiencia, libres de la invención humana. Sin embargo, declaró, estaban en un error: la física es una invención del intelecto. Y la prueba más consistente es que la teoría de la relatividad general vino a explicar los mismos fenómenos, y de manera más completa, que los que describió Newton con la teoría de la gravedad, partiendo de fundamentos discordantes. “Esto parece demostrar que nada fue descubierto; se trata de dos creaciones humanas”, comenta Andrés Gomberoff en este estimulante ensayo. Con ejemplos de la física, la historia y la cultura, plantea que la ciencia es una actividad humana innata y que el método científico “inventa” el universo a partir de teorías provisionales. Para ello, son esenciales las buenas preguntas. “La pregunta es la bala de plata del instinto científico”, dice. “La buena ciencia la suelen hacer personas sin muchas respuestas, pero enamoradas de sus preguntas. La pseudociencia y la tontera, en cambio, está sobrepoblada de gente enamorada de sus respuestas y casi sin ninguna pregunta”, afirma este libro que invita a dejar los sesgos y pensar científicamente.

El Sonido de la Sal Formándose, Yang Qingxiang y Song Geng, editores (Lom)

Cuando entró al departamento, Xiaoju lo encontró limpio, tal como lo había dejado el día anterior. Dentro solo estaba el gato con el plato de comida vacío. Xiaoju iba diariamente a hacer la limpieza y desde hace dos días no veía a los dueños. A ella la vio salir apurada con una maleta. De él no tenía noticias. Xiaoju trabajaba en varias casas de Pekín, mientras en Sichuan su esposo seguía desempleado y a menudo la urgía pidiéndole dinero. Frecuentemente discutían por teléfono, Xiaoju se sentía esclavizada y triste. Aun sin los dueños, siguió visitando el departamento vacío. De pronto, este se volvió un refugio para ella, un espacio de libertad. Pero sin los dueños se le presentó otro problema: el dinero. Comenzó a desear que ellos volvieran; pero si volvían, perdería su libertad. Casa, de Zhang Yueran, es el estupendo relato que abre esta antología de jóvenes escritores chinos. La selección abarca a ocho narradores nacidos después de 1980, que crecieron en medio de los vertiginosos cambios del fin de siglo en China. En un tono a menudo íntimo, el conjunto presenta historias que giran en torno a las relaciones afectivas, la identidad, el trabajo y la búsqueda del destino,  y que retratan los modos de vida y las preocupaciones de parte de la nueva generación de ese país.

Alguien como Tú, de Helen Docherty y David Roberts (Zig-Zag)

“En algún lugar del mundo, hay alguien como tú. Que se divierte con las mismas cosas y se ríe como lo haces tú”, dice este libro colorido, alegre y conmovedor. Dedicado a los niños que han tenido que dejar sus hogares, celebra nuestras diferencias y sobre todo nuestras semejanzas. Las ilustraciones de David Roberts muestran una diversidad de niños de aspecto y culturas muy heterogéneas. “Puede que hable un idioma diferente y que su nombre no te suene familiar”, escribe Helen Docherty. “Que por fuera luzcan distintos, pero que por dentro sientan igual”. La alegría, la curiosidad y la tristeza se parecen. Y cuando sienten pena, seguro que les gusta recibir un abrazo. Si ese niño tuvo que dejar su casa al otro lado del mundo, y “si lo vieras triste, porque tuvo que abandonar a sus amigos,/ ¿le darías el abrazo que necesita,/ y le dirías que cuente contigo?”, pregunta la narradora. “¿Escucharías su historia con atención y le contarías tus recuerdos más bonitos?”. En paralelo muestra los dibujos de dos niños; uno dice: “Tengo un conejo, tengo hermanas gemelas, nuestro auto es amarillo…”. El otro escribe en pasado: “Yo tenía un gato, tenía un hermano, nuestro auto era azul…”. Un libro bello y delicado, luminoso, que promueve la fraternidad y la empatía, y que se inspira en las palabras de la parlamentaria británica Jo Cox, asesinada por un militante de extrema derecha: “Lo que tenemos en común es mucho más que lo que nos separa”.

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