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Nebraska o cómo la historia de un asesino llevó a Bruce Springsteen a desafiar al éxito

Fue un momento pivotal. En plena escalada al éxito, el "jefe" se convenció de publicar un material en bruto. Una colección de canciones grabadas en forma casera que se resistían a pasarse al formato de banda. Siguió su instinto y publicó Nebraska, un disco cuya historia llega al país en la película Springsteen: Música de Ninguna Parte.

Nebraska o cómo la historia de un asesino llevó a Bruce Springsteen a desafiar al éxito.

Apenas acababan de disiparse los fuegos artificiales del año nuevo de 1982, cuando Bruce Springtseen decidió emplear una noche de enero en cantar. Solo en cantar. En principio, la idea era nada más registrar demos de un puñado de nuevas canciones. Así, se sentó en la alfombra anaranjada y peluda de su habitación en Colts Neck, Nueva Jersey, y tomó su guitarra.

En solo una noche, Springsteen registró un puñado de canciones de miseria. Abordaban personajes que se miran ante una encrucijada. Varias las había escrito en los días anteriores, pero otras venían desde la carretera. Algunas incluso quiso montarlas junto a la E Street Band, pero se resistían a encajar.

Springsteen, entonces de 32 años, pasaba por un momento crucial. Venía llegando de una extensa gira promocional de The River, su exitoso disco de 1980, en que repasó las vicisitudes del hombre común de clase trabajadora. También había posicionado su primera canción en el Top 10, Hungry Heart. Era un momento para dar un salto.

Bruce Springsteen.

Y aunque era un artista exitoso, se dio cuenta que se había una inquietud que martilleaba su conciencia. “A los 30 es cuando empiezas a convertirte en adulto. De repente, miré a mi alrededor y me pregunté: ‘¿Dónde está todo? ¿Dónde está mi casa? ¿Dónde está mi pareja? ¿Dónde están los hijos o hijas que pensé que algún día tendría?’. Y me di cuenta de que nada de eso estaba ahí“, contó a CBS News.

Durante la gira, que terminó en septiembre de 1981, Springsteen escribió algunas canciones. La primera fue la dramática Mansion on the Hill, que ya proyectaba un material teñido de sombras y demonios.

El momento clave llegó una noche. Mientras cambiaba de canales en la televisión, se topó con Badlands (1973), la película de Terrence Malick sobre Charles Starkweather, un asesino en serie que regó cuerpos entre 1957 y 1958, principalmente en Nebraska. La historia avivó al poeta que Springsteen llevaba adentro.

“Llamé a la periodista que había informado sobre esa historia en Nebraska. Y, sorprendentemente, todavía estaba en el periódico”, detalló Springsteen a CBS News. “Era una mujer encantadora, y hablamos durante media hora más o menos. Y eso me ayudó a centrarme en el sentimiento sobre el que quería escribir”.

Bruce Springsteen.

La historia le funcionó como un disparador creativo. Así “el jefe” escribió una canción, desde la perspectiva del asesino. “Ella y yo fuimos a dar un paseo, señor/Y 10 personas inocentes murieron”, canta en una de las líneas del tema, que acabó por llamarse Nebraska, y por extensión le daría nombre a un disco clave para su carrera.

Inspirado, Springsteen escribió 15 canciones en cuestión de semanas. Temas como Johnny 99, Open all night, salieron en esa tanda. Aquella noche helada de enero echó a andar una grabadora de casete japonesa Tascam 144, un retardador de cinta Echoplex, un radiocasete Panasonic y una cinta de casete barata. Se sentó, tomó la guitarra, apretó la tecla y comenzó a cantar. Era un sonido “muy austero, oscuro y solitario, muy básico”.

La idea original era trabajar las canciones de esas cintas, junto a la E Street Band. Así, probó Mansion on the hill, Atlantic City y Johnny 99, pero no cuajaron. De alguna forma, era como si al electrificarlas se fundiera su espíritu. “Solo planeaba componer buenas canciones, enseñárselas a la banda, ir al estudio y grabarlas. Pero cada vez que intentaba mejorar la cinta que había grabado en aquella pequeña habitación... Es la vieja historia: si esto mejora, empeorará“, dijo Springsteen a CBS News.

No todo en esa sesión se perdió. Una tarde, Springsteen le pidió al grupo ensayar una canción que había mutado desde varios ritmos, enfoques y letras. Era un blues extenso, que no había llamado la atención. Se llamaba Vietnam, pero se transformó hasta titularse Born in the USA. La clave para destrabarla llegó cuando el músico se paró frente a un sintetizador e ideó un riff que se volvería leyenda.

A pesar de ese hit en ciernes, “el jefe” pensó en un salto. ¿Y si el demo del cassette se convertía en el disco? Una tarde, después de un ensayo tuvo la respuesta. “Satisfecho de haber explorado las posibilidades de la música y todos los callejones sin salida, saqué el casete original que llevaba en el bolsillo de mis vaqueros y dije: ¡Aquí está!”, dijo a Mojo.

Meses después, en septiembre de 1982, Bruce Springsteen publicó 10 de las canciones del disco. Apenas suenan instrumentos, las palabras flotan en un sonido Lo Fi y la austeridad monástica de las historias parecen amplificarse a cada minuto. Decidió nombrarlo Nebraska, como la canción del asesino, la canción que le impregnó el tono seco y sobrio al álbum. Como una pradera del medio oeste. Esa historia, es la que cruza la película Springsteen: Música de Ninguna Parte, que llegó este jueves 30 a los cines chilenos, con la estrella de El Oso, Jeremy Allen White, en la piel del “jefe”.

A pesar de que estaba dando un salto al abismo, el álbum funcionó. “Sabía lo que era el disco Nebraska, dijo Springsteen a CBS. “También era una señal: ‘He tenido cierto éxito, pero hago lo que quiero. Hago los discos que quiero hacer. Intento contar una historia más grande, y ese es el trabajo que intento hacer por ustedes’”.

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