“No manejes así o nos vamos a casa”: la dura infancia que marcó a Max Verstappen, el triple campeón de la Fórmula 1

Su progenitor, Jos, aplicó una estricta crianza al hoy monarca de la categoría reina del deporte motor, quien supo plasmar en la pista todas las enseñanzas recibidas por una familia ligada al automovilismo.



Es el hombre del momento. Max Verstappen sigue escribiendo con letras doradas su nombre en la historia del automovilismo luego que este sábado consiguiera, durante la carrera sprint del Gran Premio de Qatar, su tercer título consecutivo en el Campeonato Mundial de pilotos de la Fórmula 1.

El neerlandés ha tenido una trayectoria meteórica desde su debut en la máxima competición del deporte motor en el año 2015, y solo en la presente temporada suma 13 triunfos, dos podios y diez poles en 16 pruebas disputadas, igualando el récord del alemán Michael Schumacher como el campéon más rápido de la categoría, ya que todavía quedan seis fechas por disputarse.

Sin embargo, para llegar a lo más alto, “Mad Max” tuvo que saber soportar una infancia y juventud caracterizada por la crianza dura, exigente y hasta violenta que muchas veces le dio su padre, Jos.

Es que su progenitor, con cuestionable rigurosidad, le inculcó desde muy pequeño el amor por la velocidad, debido a que el propio Johannes Franciscus (su nombre real) también fue piloto de F1, disputando 107 Grandes Premios entre 1994 y 2003, y logrando dos podios.

El padre del hoy triple campeón mundial fue considerado como un gran proyecto en el automovilismo, arrancando en Benneton, que al año siguiente tendría en sus filas al monarca Michael Schumacher. Tras ello, deambuló por una serie de escuderías, aunque su imagen más recordada fue la del accidente que tuvo en el pitlane del GP de Alemania en 1994, cuando salió ileso de un incendio.

Más tarde, en 1997, Jos Verstappen se casó con la belga Sophie Kumpen, y ese mismo año tuvieron a su primogénito Max -nacido el 30 de septiembre- en Hasselt, Bélgica.

Tras su retiro en 2003, se dedicó a apoyar a su hijo con recursos económicos y con cuestionables métodos educativos, que tanto él como su descendiente reconocieron que fueron efectivos. “¡Qué estás haciendo! ¡No manejes así o nos vamos a casa!”, le gritó una vez frente a los boxes del campeonato mundial de kart, después de darle un golpe en el casco. En esa oportunidad, Max ganó la carrera.

Pero ese no fue el único episodio protagonizado por Verstappen padre: era costumbre que en pleno invierno lo sacara de la escuela para practicar, y en una ocasión lo abandonó en una estación de servicio como castigo por perder en una competencia.

Por su parte, si bien su madre es menos conocida, también tuvo una vida ligada al automovilismo: destacó en el kart, venciendo incluso a pilotos de renombre como los italianos Jarno Trulli y Giancarlo Fisichella. Incluso Christian Horner, responsable del equipo Red Bull, corrió contra ella en el Mundial Junior de 1989, señalando que “estaba entre las diez mejores del mundo”.

No obstante, Kumpen abandonó su sueño de llegar a la Fórmula 1 para destinar tiempo a su familia. “Veo que mi hijo está cumpliendo lo que yo quería hacer y me estoy divirtiendo mucho”, expresó en una oportunidad al medio F1 Wags.

Por si fuera poco, no solo los padres de Verstappen estuvieron ligados a la velocidad. Por el lado materno, su primo Anthony destacó en las competencias de resistencia (Le Mans, Spa, Daytona, entre otras), además de la versión europea del Nascar.

En tanto su tío abuelo Paul fue campeón nacional de Rallycross y su abuelo -otrora presidente del Racing de Genk, club de fútbol de la Primera División belga- fue piloto amateur. Incluso su hermana menor, Victoria Jane, probó suerte en la actividad aunque sin mayor éxito.

Por lo visto, una trayectoria construida con rigurosidad, golpes y reprensiones, y en la que “Mad Max” recién escribe las primeras páginas de su exitosa carrera en la máxima categoría del deporte motor.

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