Isamu Kato escribió, probablemente, la historia más triste de la final de la Copa Libertadores. El japonés, fanático de Boca Juniors, viajó durante 33 horas para pasar un día en Buenos Aires y presenciar el choque ante River Plate en La Bombonera. La suspensión del partido que se iba a jugar el sábado, por lluvia, lo obligó a volver a Tokio antes de que se jugara la revancha.De paso le borró la sonrisa.

Seguramente, el largo desplazamiento intercontinental le sirvió a Kato para recuperar el ánimo. Y para reafirmar su intenso e insólito compromiso con los xeneizes, que nació en la final que disputaron ante el Real Madrid, en 2000. "Ya he vuelto a Japón. Después de dejar mis equipajes en mi casa, salgo a trabajar", plantea en su cuenta en Twitter.

En el mismo mensaje deja clara su motivación para volver a sus labores. "Para ver a Boca de nuevo", explica.

[embed]https://twitter.com/IsamiLito/status/1061921545432391680[/embed]